21/08/2024, 16.51
TAIWÁN-CHINA
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Por qué Taiwán es una esperanza y no un problema

de Gianni Criveller

Un nuevo libro que se presenta hoy en el Meeting de Rímini cuenta la realidad de la isla a partir del rostro de su gente y de la experiencia misionera de la Fraternidad de San Carlos Borromeo. Anticipamos amplios pasajes del prólogo del libro, escrito por nuestro director editorial: "En Taiwán hacemos experiencia de muchas cosas que parecen páginas del Evangelio"

 

En el marco del Meeting de Rímini - el evento cultural italiano de verano de Comunión y Liberación - tendrá lugar esta tarde el encuentro "Historias de renacimiento en Taiwán", en el que participarán el padre Donato Contuzzi, misionero de la Fraternidad de San Carlos Borromeo, el padre Gianni Criveller, director editorial de AsiaNews y Xu Yahan, una joven taiwanesa convertida al catolicismo. Será también la oportunidad para presentar el libro "La cruz y el dragón” de Leone Grotti, periodista de Tempi,  donde este describe la realidad de Taiwán a partir de la experiencia de la presencia misionera de la Fraternidad de San Carlos Borromeo. anticipamos amplios pasajes del prólogo - escrito por del padre Criveller - de este libro publicado por Cantagalli y que llegará a las librerías de Italia a finales de mes.

Taiwán es realmente una tierra muy hermoa, tal como dice su antiguo nombre, Formosa, con el que se le conocía en Occidente hasta hace pocas décadas. Para la opinión pública sigue siendo un lugar misterioso, y muchos identifican el nombre pero no saben dónde se encuentra ni podrían añadir algo más. Algunos lo han oído nombrar por los productos de alta tecnología - sobre todo los microchips - que inundan los mercados internacionales.

Vale la pena conocer Taiwán más allá de los estereotipos: es el mejor lugar para los que estén interesados ​​en la cultura tradicional, las religiones y el folclore del pueblo chino. (…) Taipei no sólo tiene altísimos rascacielos, líneas de metro y centros comerciales; todavía se pueden visitar las estrechas callejuelas de los barrios populares, donde a cada paso hay un pequeño templo y altares devocionales. La modernidad no ha invalidado la religión tradicional, sino que, por el contrario, el enriquecimiento de las personas ha permitido restaurar templos antiguos y multiplicar las oportunidades de culto. (…)

Los católicos son libres en Taiwán, y dialogan con los creyentes de otras religiones. La Iglesia ha desempeñado el papel de puente con China, una misión que ahora resulta muy difícil debido a las circunstancias políticas en el continente. El desafío del multiculturalismo, la multirreligiosidad, la secularización y la relación no resuelta con Beijing constituyen grandes desafíos que los creyentes enfrentan con sus débiles fortalezas y cierta aprensión por el futuro. (…) Creo que el lector de este libro estará de acuerdo en que Taiwán no se puede considerar sólo como un problema - casi molesto - que se debe resolver en el complicado escenario chino. Taiwán es mucho más que eso. Con la práctica de la libertad y la democracia ha abierto un camino y una esperanza para la nación china y también para la Iglesia en China. (…)

Las tensiones políticas de los últimos años y las maniobras militares, cada vez más frecuentes y amenazadoras, atraen con frecuencia la atención sobre Taiwán, del que sólo se oye hablar en relación con la posible operación de reunificación por parte de China y como causa de tensión por el control del Océano Pacífico. Pero Taiwán merece ser conocido y apreciado por lo que es. Y su gente merece ser escuchada.

También por esa razón es muy importante la lectura de este libro: nos permite conocer desde dentro un aspecto de Taiwán muy especial, valioso, sorprendente. En estas páginas los taiwaneses tienen un rostro, un nombre, una historia para contar. Leer el libro que tienen en las manos también fue para mí una experiencia alentadora. Reconocí lugares, personas, hechos, estados de ánimo, aspiraciones y dificultades que yo mismo, a mi manera, experimenté durante los cuatro años que pasé en la isla (1991-1994). Estaba al comienzo de mi vida misionera en medio del pueblo chino: los sentimientos, desafíos y esperanzas de los misioneros de la Fraternidad San Carlos también eran los míos.

En el libro también percibí la comunión en la visión misionera. Desde hace años enseño Teología de la Misión en Hong Kong y en Italia y todavía sigo reflexionando sobre el misterio de la misión. En Taipei había conocido a algunos jóvenes que estudiaban en la Universidad Católica de Fujen y se habían adherido al Evangelio de Jesús. Hablé con ellos para comprender ese acontecimiento misterioso y fascinante que se denomina conversión, es decir, la aceptación de Jesús como el corazón de la vida.

En mis lecturas sobre la historia misionera en Taiwán y China he descubierto que frecuentemente el comienzo de la conversión de las personas es "por gracia recibida": una curación o la resolución de dificultades familiares u otros beneficios. A los conversos con motivaciones menos espirituales se les llama "cristianos de harina" en Taiwán; en Hong Kong y China 'cristianos de arroz'. Los adversarios del cristianismo los acusan de haberse convertido para obtener ayuda material de los misioneros. Pero los misioneros siempre deben practicar la caridad, a imitación de Jesús, el Buen Pastor. La conversión no es el objetivo de la ayuda, sin embargo, la generosa disponibilidad para ayudar en las fragilidades humanas puede dar origen, en la persona que acepta el don, al deseo de conocer a Cristo, la causa que impulsa a los misioneros a entregar su vida. Y sabemos que de los hijos y nietos de cristianos de arroz y de harina han nacido vocaciones y testimonios de fe hasta el martirio. La dinámica de la conversión, que se describe a menudo en este libro, está siempre marcada por la gracia y merece respeto, aún cuando aparentemente las motivaciones no son sólo espirituales.

En Taiwán se hace experiencia de muchas cosas que parecen páginas del Evangelio. El resultado de la misión no se mide por el éxito mundano y los números, sino por la calidad del testimonio evangélico de aquellos que aceptan a Cristo. Me parece muy hermoso lo que ha vivido el padre Silanos: “Uno de los regalos más grandes que me hicieron en Taipei es poder participar en la mirada con la que Cristo mira a estas personas y el método que utiliza: la paciencia”. Una frase que me hace pensar en el testamento de Christian De Chergé, prior de Tibhirine. El martirio le permitió finalmente "hundir mi mirada en la del Padre, para contemplar con Él a sus hijos del Islam tal como Él los ve, todos iluminados por la gloria de Cristo".

Taiwán nos permite ver de manera muy elocuente lo que es verdad en todas partes: el encuentro con Jesús no es en forma masiva. Llega a nuestra puerta y llama. La relación es fundamental en la dinámica misionera, y cada persona debe ser acogida y acompañada como un regalo muy valioso. De esta relación personal nace la amistad. En mi opinión, este tema es fundamental para nuestra existencia como hombres y mujeres discípulos de Jesús: el tema de la amistad, una de las mejores maneras de describir la misión, aflora casi en cada página de este libro. Benedicto XVI tuvo palabras maravillosas para describir el hecho cristiano como amistad con Jesús, y la misión como el compartir, el regalar esta amistad a otros. La comunidad de los discípulos de Jesús se construye sobre tramas de amistad.

Matteo Ricci, el gran misionero en China, tituló su primer libro en chino "Sobre la amistad", un tema que unía el evangelio, la cultura china y el humanismo cristiano. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Jesús lo hizo; los misioneros lo hacen. La obra de Cristo, nuestra paz, es derribar el muro divisorio de la enemistad. La experiencia de la amistad crea ese movimiento que mueve los corazones y los atrae hacia Jesús. Las doctrinas y los razonamientos también son pasos importantes para la adhesión a la fe, pero las personas se sienten tocadas en el corazón cuando encuentran una amistad. En las cinco relaciones sociales confucianas, que constituyen la base ética china, la amistad es la quinta virtud, pero la única electiva, es decir basada en la libre elección. Y por tanto es la más importante, la más humana, la que más corresponde a la dignidad de las personas creadas a imagen de Dios. La amistad significa libertad y gratuidad, es decir, don de sí.

De la amistad nace la felicidad: "Si en el mundo no hubiera amistad", escribió Matteo Ricci, "no habría alegría". Me gustó mucho la referencia a la felicidad cuando leí el libro. El cristianismo nació la mañana de Pascua con el anuncio de una alegría. Si los cristianos y los misioneros no llevan alegría a la vida de las personas, entonces no son evangélicos. "Todos estamos destinados a la felicidad".

El libro es un valioso testimonio de que la misión es missio Dei, obra de Dios, incluso antes que de los misioneros. La misión sin duda cambia, pero nunca muere, porque viene de Dios. Y los misioneros son discípulos que intentan tener la misma mirada que Dios. Hoy Taiwán es la isla hermosa porque Dios está obrando allí. Este relato, muy bien escrito y lleno de autenticidad evangélica, es una valiosa prueba de ello.

En la foto: celebración del Vía Crucis en Taipei con los misioneros de la Fraternidad San Carlo Borromeo

 

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