13/02/2025, 13.43
VIETNAM
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La «tercera fase» de To Lam: centralizar el poder para acelerar el desarrollo

Tras haber derrotado a los opositores internos con la «lucha contra la corrupción», en los documentos previos al Congreso del próximo año, el secretario general del Partido Comunista de Hanpo expresa su intención de reforzar la innovación tecnológica y el crecimiento económico. Se promueven megaproyectos, como un ferrocarril de 67.000 millones de dólares y la reconstrucción de dos centrales nucleares. Pero no faltan los desafíos dictados por las conflictivas agendas de China y Estados Unidos.

Hanoi (AsiaNews) - La centralización del poder en Vietnam durante 2024 fue decisiva para promover la innovación tecnológica y proyectar al país en la escena mundial. Esta es la visión del secretario general del Partido Comunista vietnamita, To Lam, anunciada el pasado mes de agosto poco después de su nombramiento y reiterada recientemente a través de una serie de declaraciones y artículos que subrayan la importancia del XIV Congreso del Partido, previsto para el próximo año.

En su doctrina, adoptada oficialmente por el Comité Central en septiembre, To Lam identifica tres fases en la historia reciente de Vietnam: el periodo de 1930 a 1975, marcado por la lucha por la independencia del colonialismo y la reunificación del país; la segunda fase se caracteriza por las reformas de Doi Moi, aplicadas en 1986 para realizar una «economía socialista orientada al mercado»; y la tercera, la del «ascenso» nacional, comienza hoy y terminará en 2046. Según el líder comunista, los próximos cinco años serán cruciales para acelerar el desarrollo de Vietnam a través de la innovación tecnológica y, para ello, 2025 deberá dedicarse íntegramente a preparar el próximo Congreso del Partido, donde se mostrarán los frutos del nuevo gobierno.

En un artículo titulado «Vietnam resplandeciente», publicado el 3 de febrero con motivo del 95 aniversario de la fundación del Partido Comunista, To Lam celebraba los logros del país 40 años después de las reformas de Doi Moi. «Vietnam ha pasado de ser un país pobre, devastado por la guerra y sancionado, a una nación en desarrollo y de renta media, profundamente integrada en la política global, la economía mundial y la civilización humana», afirmó. El dirigente también destacó la disminución de la pobreza, que ha pasado «del 60% en 1986 al 1,93% actual». Ahora, la misión del Partido, reiteró To Lam, es «conducir al país a una era de desarrollo y prosperidad en la que construyamos con éxito un Vietnam socialista con un pueblo rico, una nación fuerte y una sociedad democrática, justa y civilizada, junto a las potencias de los cinco continentes». Para ello, el Partido deberá ser «íntegro y fuerte», el aparato burocrático deberá ser «ágil» y deberá haber una mayor integración de la ciencia, la tecnología y la administración.

Esta visión ya se hizo realidad en 2024 con la masiva campaña anticorrupción del «horno de fuego», que purgó a miles de políticos y cuadros del Partido. El sistema político vietnamita se basa en los llamados «cuatro pilares», las cuatro máximas figuras del ejecutivo, en las que el papel predominante se asigna al Secretario General del Partido. El ascenso de To Lam se vio facilitado por la muerte del anterior jefe de gobierno, Nguyen Phu Trong, y por la purga de varias figuras destacadas, sobre las que To Lam, a la sazón ministra de Seguridad Pública, había acumulado expedientes comprometedores: en marzo, Vo Van Thuong, presidente de la República y estrecho aliado de Trong, se vio obligado a dimitir por corrupción, seguido poco después por el presidente de la Asamblea Nacional, Vuong Dinh Hue, y la secretaria ejecutiva del Partido, Truong Thi Mai. En esta situación, sólo quedaba To Lam para tomar las riendas del país según las normas de sucesión del Partido.

Como señalaron algunos expertos, el debate sobre una nueva etapa en Vietnam llevaba tiempo en marcha, pero faltaban el consenso y la voluntad política para aplicar reformas concretas. Desde el pasado otoño, sin embargo, el cambio de rumbo del gobierno se ha hecho evidente: en noviembre, la Asamblea Nacional aprobó un megaproyecto ferroviario de 67.000 millones de dólares para conectar el país de norte a sur, lo que reduciría el tiempo de viaje de las 35 horas actuales a menos de seis. Además, se desbloqueó la construcción de dos centrales nucleares, un plan paralizado en 2016 tras el desastre de Fukushima. Para el ferrocarril, el gobierno vietnamita solicitó un préstamo de 8.000 millones de dólares a China, mientras que para las centrales nucleares, el Partido dijo que entablaría negociaciones con Rusia, Japón, Corea del Sur, Francia y Estados Unidos.

Una vez más, estos proyectos habrían sido difíciles de realizar sin una reestructuración del aparato estatal y la centralización del poder en manos de To Lam, que también fue nombrado presidente del Comité Directivo Central para el Desarrollo de la Ciencia, la Tecnología, la Innovación y la Transformación Digital, sectores a los que el Partido ha pedido dedicar al menos el 3% del gasto público.

Al mismo tiempo, con la llegada de To Lam al poder, Vietnam se ha fijado objetivos de crecimiento económico superiores al 8%, muy por encima de la media del 6,5% registrada entre 1987 y 2024. Para alcanzar estos objetivos, se prevén nuevos recortes en el aparato burocrático, con la supresión de al menos uno de cada cinco puestos en la función pública. Sin embargo, los planes de To Lam ya están encontrando sus primeras dificultades, en particular la amenaza de imponer aranceles a las importaciones de acero por parte de Estados Unidos, anunciada en los últimos días por el presidente Donald Trump.

En los últimos años, el crecimiento económico de Vietnam se ha visto impulsado por la competencia geopolítica entre Washington y Pekín. El país ha atraído a empresas tecnológicas obligadas a abandonar China por la guerra comercial con EEUU, pero la fuerte dependencia de los suministros chinos ha impedido una independencia económica completa. Los dirigentes comunistas parecen ahora conscientes de la necesidad de liberarse gradualmente de esta dependencia, pero aún no está claro qué estrategia adoptará Hanoi para equilibrar las tensiones entre Pekín y Washington. De momento, To Lam parece decidido a mantener la llamada «diplomacia del bambú», intentando equilibrar los intereses de China, Estados Unidos y, en menor medida, también Rusia.

 

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