La lealtad de los rusos en el exterior

de Vladimir Rozanskij

Un proyecto de ley pretende exigirles el dominio del idioma ruso. La lealtad de "sangre y alma" a la patria como respuesta a la "rusofobia", que ha crecido tras el ataque a Ucrania. La defensa de los derechos de los "compatriotas" se incrementará mediante la representación política, jurídica, social y religiosa en el extranjero.

Moscú (AsiaNews) - Konstantin Zatulin, primer vicepresidente del comité de la Duma de Moscú para los asuntos de la "Comunidad de Estados Independientes" de cuño postsoviético, presentó ante el Parlamento un proyecto de enmienda a la ley sobre la "política estatal de la Federación Rusa hacia los compatriotas en el extranjero". El principal cambio es la obligatoriedad de que todos los rusos en el extranjero "dominen la lengua del Estado", es decir, el ruso.

Se trata de una de las necesarias redefiniciones globales del "mundo ruso", no tanto en su extensión, sino en su fiel determinación, para que las autoridades de Moscú puedan actuar legal y constitucionalmente en defensa de sus compatriotas en cualquier parte del globo. La ley a la que se refiere Zatulin lleva más de 20 años en vigor, pero parece haber sido superada por los últimos acontecimientos. En la definición de “rusos en el extranjero”, además de los vínculos con la madre patria, se incluyen otras características.

El proyecto propone eliminar del texto la referencia a la ciudadanía soviética, que daba acceso a la actual ciudadanía rusa. Se aduce que "en los 30 años transcurridos desde el final de la URSS, ha crecido una nueva generación de compatriotas". En la actualidad se definen como "personas residentes en el extranjero que poseen la lengua rusa, originarias de pueblos que históricamente han vivido en el territorio de Rusia, que han optado libremente por mantener relaciones espirituales, culturales y jurídicas con Rusia, y cuyos antepasados directos nacieron o vivieron anteriormente en territorio ruso".

Una lealtad de "sangre y alma", en la que se unen las derivaciones "soviéticas" con la emigración reciente en nuevas categorías histórico-sociales que deberán aplicarse caso por caso. La enmienda también apunta a regularizar la situación de los que han asumido diferentes ciudadanías o que han permanecido sin ciudadanía debido a una interrupción de los vínculos rusos y soviéticos. El dominio de la lengua es decisivo, como explicó Zatulin, para "activar la obligación constitucional del Estado ruso de garantizar la identidad cultural común rusa". Esta nueva definición de "compatriotas" permitirá a Rusia intervenir en el extranjero con todos los procedimientos necesarios, según las circunstancias, hoy especialmente exacerbadas por la propagación de la "rusofobia" como consecuencia de la guerra en Ucrania pero que ya estaba difundida en muchas partes del mundo, como han denunciado en los últimos días numerosos políticos rusos.

Se propone una lista de los "pueblos históricos" de Rusia, empezando por los rusos, bielorrusos y ucranianos, es decir, las "nacionalidades internas en la Federación Rusa", las "minorías dispersas por el territorio" y, por último, "otros pueblos históricamente asociados", una categoría que abriría el camino a cualquier grupo étnico que pudiera justificar una "armonía espiritual" con los rusos en todos los continentes.

La defensa de los derechos de los "compatriotas" empujará a los rusos a aumentar sus representaciones políticas, jurídicas, sociales y religiosas, como ya ocurre con las diversas ramas del Patriarcado de Moscú en Asia, África y en muchos países. Entre los "verdaderos rusos" en el extranjero se podrán seleccionar los candidatos a dichas representaciones, y también controlar a los que quieran apropiarse injustamente de esta identidad, distinguiendo en todas partes al "pueblo auténtico" del falso, según la expresión que se puso de moda gracias a la operación militar en Ucrania.