El sentido metafísico de Rusia
En el foro organizado por la Facultad de Filosofía de la Universidad Estatal de Moscú sobre los acontecimientos actuales en Rusia, se expresaron posiciones ni obvias ni unívocas. Aún sin criticar abiertamente las posiciones del poder dominante, los filósofos demuestran que no quieren renunciar a la verdadera dimensión del alma rusa, la de la apertura a todas las variaciones del espíritu.
Hace pocos días se llevó a cabo en el Gran Hotel Metropol, entre el Teatro Bolshoi y la Plaza Roja, un foro de Filosofía internacional con el título "Conocer el sentido de Rusia", organizado por la Facultad de Filosofía de la principal universidad de Moscú, la "Lomonosov MGU", con el apoyo del Fondo Presidencial para Iniciativas Culturales. Los organizadores explicaron que querían alejarse del estilo de las disertaciones científicas para intentar, basándose en la tradición de la filosofía rusa, comprender "en primera persona" los acontecimientos de este momento. Filósofos, historiadores y filólogos se centraron en confrontar las cuestiones metafísicas con los problemas prácticos de la política actual de Rusia.
No se trataba simplemente de una iniciativa de "alta propaganda", aunque el foro fue inaugurado con una serie de pronunciamientos de políticos que utilizan categorías filosóficas para justificar las decisiones más audaces y agresivas de la ideología militarista e imperial del actual putinismo. Se destacó entre todos ellos el vicepresidente de la Duma de Moscú, Petr Tolstoi, descendiente lejano del gran escritor de "Guerra y paz" y uno de los principales defensores de la "filosofía del mundo ruso", que debe reconducir al mundo a los verdaderos valores tradicionales. En su opinión, "sólo poniendo las cosas en claro entre nosotros y dentro de nosotros mismos podremos explicar al mundo entero en qué consiste la civilización rusa". El Estado debe proponer a toda la sociedad una imagen acabada del futuro que nos espera, y los filósofos deben proporcionar las categorías más adecuadas para esta tarea.
La Universidad MGU, a pesar de ser la institución estatal más importante, ha intentado en estos años convulsionados mantener el equilibrio y alejarse de los excesos propagandísticos, a diferencia de otras instituciones como la Universidad Estatal Rusa de Humanidades (RGGU) o la Escuela Superior de Economía de Vyshka, que hasta hace dos años eran las más abiertas al diálogo cultural con Occidente y después se transformaron en escuelas-cuadros para ideólogos del conflicto universal. Sobre todo, la Facultad de Filosofía de la MGU ha mantenido bastante intacto el grupo que trata de preservar el vínculo con las diversas corrientes filosóficas de la Rusia del presente y del pasado, evitando involucrarse en proyectos e iniciativas directamente relacionados con la política. Ahora han querido estimularlas "desde arriba" para que adoptaran una posición más explícita, pero el foro expresó posiciones que no son obvias ni unívocas, reflejando la multiplicidad característica de la verdadera cultura rusa.
En efecto, la “filosofía rusa” como tal, especialmente en la etapa más intensa de los debates del siglo XIX, nunca se ha concentrado en posiciones unilaterales. Por el contrario, se caracteriza por la confrontación y reelaboración de las diferentes posiciones del patrimonio común europeo y mundial. En la clásica división entre "eslavófilos" y "occidentalistas", los rusos partían de la relectura de los principales filósofos alemanes: el eslavofilismo sostenía la necesidad de desarrollar plenamente la idea de una "filosofía religiosa" propuesta por Friedrich Schelling, mientras que sus adversarios se basaban en las teorías racionalistas de Georg Wilhelm Hegel, con el inevitable devenir histórico hacia el “espíritu absoluto” que debía realizarse con la revolución social. Esto hace que toda la cultura rusa se pueda leer desde diferentes perspectivas y en direcciones opuestas, a diferencia de lo que quisieran imponer los ideólogos de la Rusia actual con la proclamación abstracta de los "valores tradicionales".
La destacada filóloga Tatiana Kasatkina, por ejemplo, remitiéndose al espíritu multiforme del gran escritor eslavófilo Fyodor Dostoievski, afirmó en su discurso que "las élites actuales de Rusia no han comprendido realmente el sentido de la idea rusa". Como enseña la historia del imperio de Petersburgo, ya en la época de Pedro el Grande las clases aristocráticas estaban separadas del pueblo, creando de esa manera una "ideología de tipo colonial", ya que el pueblo mismo era despreciado y considerado bárbaro, sin verdaderos contenidos espirituales, y “en vez de servir a la sociedad, empezaron a administrarla desde arriba”, concluye Kasatkina, con evidentes similitudes con la situación actual en Rusia.
El filósofo Mikhail Bogatov comentó a su vez que "cuando planifican su futuro, muchas veces los rusos no tienen en cuenta el verdadero rol de su propio país, su propio topos en la realidad universal". Lo que a menudo ha atormentado a Rusia es precisamente el intento de imponer una visión del mundo que acaba por excluir a la misma Rusia, y esta sigue siendo un "mundo inacabado" y en suspenso entre otras potencias y otras culturas. Esto se justifica a menudo como un "sacrificio" de los rusos en favor de los otros pueblos, anulándose de hecho a sí mismos, y dicha afirmación parece confirmarse hoy en dimensiones espectaculares. Bogatov observa que esta contradicción resulta muy evidente en los nuevos cursos escolares obligatorios sobre "Fundamentos de la estatalidad rusa", que en su opinión "parecen escritos para convencer a los extranjeros de la grandeza de Rusia", más que para informar adecuadamente a los alumnos.
Otro eminente profesor de Historia, Sergej Perevezentsev, también llega a la conclusión de que la politología rusa hoy parece depender cada vez más de la anglosajona, pero de forma "defensiva y conservadora", dejando que sus argumentos sean dictados por el debate en curso en el "mundo enemigo". Los valores tradicionales que Rusia pretende defender no son los "valores rusos", sino los "contravalores" respecto de Occidente, para distinguirse haciendo un guiño a las facciones políticas de los diferentes países del mundo, sobre todo de Europa y Estados Unidos, que se sienten atraídas por la ideología soberanista y tradicionalista de Rusia y experimentan una profunda insatisfacción por los cambios que se están produciendo en la sociedad contemporánea.
A continuación, el sociólogo Sergej Baranov habló sobre "La civilización rusa como variante original y soberana de la civilización de Europa Oriental, y civilización actual del tiempo axial", tratando de volver a colocar la metafísica en el campo de la misión rusa. En su opinión, "hoy la filosofía tiene la posibilidad de construir algo diferente de las raíces occidentales"; él también parte de la contraposición de los valores, pasa "del ámbito del racionalismo occidental a la filosofía de la práctica supra-racional", una definición oscura para incitar una "revolución espiritual de la persona", y a través de ella llegar a un "ordenamiento social, económico y tecnológico de tipo axial", una manera de reafirmar la superioridad rusa de los valores.
En conversaciones de pasillo con los numerosos periodistas presentes, algunos participantes comenzaron a discutir por qué los eslavófilos se centraban en la dimensión religiosa como signo de la distinción de Rusia respecto de Occidente. Recuperando las grandes visiones del siglo XIX, los filósofos retoman el tema de la "jerarquía de los imperios" que distinguía a Rusia, que en aquel entonces propuso a Austria y a Prusia la "Santa Alianza" de ortodoxos, católicos y protestantes, y hoy recupera las raíces religiosas de Europa con la "operación militar especial".
El foro estaba dedicado al 150° aniversario del nacimiento de uno de los más grandes filósofos rusos, Nikolai Berdjaev, quien, después de la revolución bolchevique y las guerras mundiales describió la situación en el mundo como una "Nueva Edad Media". Muchas presentaciones han buscado inspiración en el filósofo del "personalismo ruso" para comprender la Rusia y el mundo de hoy, colocándolo junto con otro intelectual cuyo aniversario coincidió con los días del encuentro, el filósofo e historiador de la religión Aleksej Losev, el único pensador "idealista" permitido por Stalin en los tiempos del ateísmo oficial. Berdjaev sostenía la importancia de la libertad y la creatividad como elementos esenciales de la idea rusa, en tiempos en los que era necesario pensar un mundo nuevo, en el que el hombre debía tratar de recuperar la relación con el Creador.
Muchas otras intervenciones trataron de confirmar el potencial innovador y original de la cultura rusa, y el decano de la Facultad de Filosofía de la MGU, Aleksej Kozyrev, concluyó afirmando que "la relación entre la filosofía rusa y la política depende de la elección de cada uno", el pensamiento no debe depender de las obligaciones e imposiciones, sino que en cualquier caso "las valoraciones filosóficas de los acontecimientos no pueden reducirse a afirmaciones primitivas". Aún sin criticar abiertamente las posiciones del poder dominante, los filósofos rusos demuestran que no quieren renunciar a la verdadera dimensión del alma rusa, la de la apertura a todas las variantes del espíritu, hablando cada uno "en primera persona" ante el mundo entero.
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