Momento de alegría y de compartir entre generaciones, la cosecha de la aceituna ha quedado desmantelada por la guerra entre Hezbolá e Israel. El ejército israelí - que ayer lanzó nuevos ataques en la zona - sofoca todo intento de recuperación y prohíbe la reconstrucción de las aldeas fronterizas y el cultivo de las tierras. A pesar de las dificultades, para los agricultores es una manera de afirmar que "todavía existimos”.
Según un informe de Human Rights Watch, al menos 600 trabajadores llevan meses sin cobrar su salario. Los que protestaron fueron detenidos y retenidos, y luego puestos en libertad. Según los expertos, el «número real» de personas a las que no se les paga «podría ser significativamente mayor». Testimonio: «No sabíamos que convocar una huelga fuera un delito. Nos acusaron de intentar derrocar al Estado».
Lo lanzó la pedagoga y activista Jina Achji, que quiso «ofrecer un espacio» capaz de acercar y unir a «todas las comunidades». La idea dio sus primeros pasos en Alepo en 2012 y ahora se ha extendido a Hama y Homs. La invitación a vivir «el presente y la realidad» dejando de lado el «sueño perdido [...] de una tierra imaginaria».
El régimen de Assad era considerado el narcoestado por excelencia, pero su caída ha provocado una expansión de la producción a escala regional. La demanda constante y la creciente difusión alimentan el tráfico. Entre los nuevos centros de producción se encuentra Yemen, controlado por los rebeldes hutíes. Hoy en día, el corazón de la producción se encuentra en pequeños laboratorios repartidos por varios países.
Sudaneses de la diáspora protestan contra Abu Dhabi por colaborar con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), acusadas de cometer atrocidades en la toma de El Fasher, en la que fueron asesinadas más de dos mil personas, incluyendo mujeres y niños. El país del Golfo niega tener alguna responsabilidad y anuncia la asignación de 100 millones de dólares en ayuda humanitaria.
El académico jordano explica a AsiaNews que, después de superar el paso aparentemente más sencillo de devolver los rehenes vivos, han comenzado a plantearse los problemas más críticos. El movimiento se niega a entregar las armas y la creación de una fuerza internacional para supervisar la tregua está paralizada. Es necesario superar la "lógica de conflictos y tensiones regionales" para crear un "futuro de paz" a nivel "cultural y no sólo económico".