«Diplomacia nuclear» entre Rusia y Asia Central
El referéndum por el que el 71% de los votantes de Kazajistán aprobaron la construcción de una nueva central nuclear se considera una gran oportunidad para la empresa rusa Rosatom, uno de los gigantes de la economía rusa que está superando la fase de debilitamiento de la guerra y que actualmente construye 20 reactores en el extranjero.
Astana (AsiaNews) - El referéndum celebrado en Kazajistán sobre la construcción de una nueva central nuclear, según muchos medios de comunicación internacionales y nacionales, ha sido poco más que un «teatro político» para justificar las ambiciones de Kazajistán en los sectores energético y económico. Las autoridades han asegurado que la central se encargará a un «consorcio internacional», pero los comentaristas creen que el contrato clave será con la empresa rusa Rosatom, lo que creará un juego de idas y venidas entre Moscú y Astana.
El gobierno kazajo insiste en la necesidad de lograr la seguridad energética, mientras que los críticos expresan su preocupación por la ecología del país, especialmente si el reactor se ubicará cerca del cada vez más reseco lago Balkhaš. También hablan de los riesgos de corrupción, dudando de la capacidad del gobierno para garantizar la transparencia del proyecto. Las voces de los opositores antes del referéndum fueron sofocadas de diversas formas, a pesar de que se celebraron asambleas populares en todas las ciudades de Kazajistán.
Al final, el resultado previsible fue la aprobación de la central con el 71% de los votos a favor, y además de Rosatom, varias empresas de al menos cuatro países se disputan su construcción. Hay que tener en cuenta que Rusia controla el 95% de las rutas de exportación de petróleo de Kazajstán, y la central nuclear podría proporcionar al Kremlin una nueva influencia sobre todo el sector energético kazajo.
En la revista estadounidense Diplomat, el especialista Akilbek Tilavoldiev, investigador de la Universidad Estatal de Tashkent, escribe un análisis de la situación, en el que destaca la importancia de las próximas elecciones presidenciales estadounidenses también para las cuestiones energéticas en Asia Central. Ningún presidente estadounidense ha visitado nunca esta región, pero los recientes contactos según el formato 5+1 (que comenzaron ya durante la presidencia de Barack Obama) hacen que las relaciones entre Estados Unidos y los cinco países sean hoy más sensibles. Durante la presidencia de Donald Trump se aprobó el documento sobre la «Estrategia de EEUU en Asia Central para 2019-2015: Fortalecimiento de la soberanía y el florecimiento económico».
Una victoria de Trump supondría la reactivación de esta estrategia, con un enfoque muy pragmático para el beneficio económico mutuo de los socios. Si en cambio triunfa Kamala Harris, según Tilavoldiev, «prevalecerán los aspectos sociales y ecológicos», y todo podría ponerse en cuestión. Rusia vigila, pero el proyecto kazajo podría ofrecer una importante salida al aislamiento debido al régimen de sanciones, y Moscú insiste en el apoyo a la energía nuclear no sólo en Kazajstán, sino en toda Asia Central.
Uzbekistán ya ha firmado un acuerdo con Rusia para la construcción de una pequeña central nuclear por Rosatom, y también se está estudiando un proyecto similar en Kirguistán. Según Kacper Szulecki, investigador del Instituto de Asuntos Internacionales de Oslo, «Asia Central ocupa un lugar especial en la diplomacia rusa de la energía nuclear debido a su legado postsoviético, y Rosatom puede trabajar allí con más libertad que en ningún otro lugar», teniendo en cuenta la falta de barreras lingüísticas, contactos personales e institucionales y otros factores sociales, políticos y económicos.
También se consideran los riesgos de seguridad frente a las nuevas centrales nucleares, un elemento que se hizo evidente en el conflicto de Rusia en Ucrania. El riesgo de sabotaje no sería especialmente elevado, pero el potencial destructivo sería claramente muy alto y fuente de gran aprensión. Rosatom es uno de los últimos gigantes de la economía rusa que aún resiste el debilitamiento de la fase bélica, siendo el proveedor de 26 de los 59 bloques energéticos que hoy se construyen en todo el mundo, 20 de ellos fuera de Rusia: Bangladés, China, Egipto, India, Turquía y otros, a los que hay que añadir los centros cruciales de Asia Central.
Foto: un cartel para votar en el referéndum nuclear de Kazajistán (Wikimedia/Muzaffar Turgunov)
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