Xi Jinping y Biden están al servicio del mismo poder económico

de Bernardo Cervellera

En el discurso de Davos, Xi reivindica la supremacía del "modelo chino". Estabilidad política a costa de represión. El "modelo estadounidense", con su "virus democrático", también tiene víctimas: inmigrantes, afroamericanos y también blancos, pequeños empresarios y trabajadores. Entre los manifestantes de Washington había muchas víctimas del sistema globalizado. Las bolsas de valores y el mundo financiero siguen obteniendo ganancias incluso con la crisis de Covid. El poder financiero juega con el "modelo chino" y el "modelo estadounidense".

Roma (AsiaNews) - Tras el irénico discurso de Xi Jinping en Davos, algunas voces vuelven a reivindicar la supremacía del “modelo chino”. En los 20 minutos que duró su intervención, el presidente chino colmó la atmósfera de la élite del comercio internacional con eslóganes populares: no a la "guerra fría"; sí al "diálogo y la colaboración"; "multilateralismo" y no "dominio de uno sobre el otro"; ayuda a los países pobres y en desarrollo; etc ...

Semejante acumulación de lugares comunes resulta lógica porque precisamente el país de Xi se ha negado a firmar el tratado de proscripción de las armas nucleares, China sigue construyendo bases militares en el mar de China Meridional ignorando las reivindicaciones de otros países del sudeste asiático, y sus aviones militares - y el propio Xi Jinping - están amenazando a Taiwán con una posible reconquista por la fuerza.

Pero la nebulosa y dulzona intervención contenía un mensaje muy claro, o más bien dos. El primero es que solo China sabe garantizar la "estabilidad política". Xi dijo: "El mejor criterio [para evaluar los méritos de un sistema político] es considerar si el sistema histórico, cultural y social de un país funciona en una situación determinada, si recibe el apoyo del pueblo, si sirve para garantizar la estabilidad política, el progreso social y una vida mejor, haciendo su contribución al progreso humano”.

El segundo, muy similar al primero, es: no elijan el modelo estadounidense, que acaba de sobrevivir al asalto al Capitolio hace pocas semanas y está contaminado con el virus de la democracia.

Hace muchos años que economistas, políticos y empresarios debaten sobre la "bondad del modelo chino". Después de la crisis de 2008, solo China puede exhibir e impresionar con el crecimiento de su PBI. Y si bien la pandemia ha disminuido su ritmo, fue el primer país en recuperarse. Que Taiwán lo haya hecho mejor que Beijing, no se debe tomar en cuenta: lo que importa es aplaudir los éxitos económicos y pandémicos de un sistema autoritario, que no pierde el rumbo por escuchar las diferentes voces de la sociedad y de la libertad de expresión, tan unida a la libertad de comercio.

Que este sistema produzca víctimas tampoco parece tener importancia. Los empresarios como Jack Ma son reprimidos en su impulso de globalización; recluyen a los musulmanes uigures en campos de trabajos forzados y de des-islamización; a los cristianos los acusan de difundir el Covid; se silencian intelectuales, disidentes, nuevos ciudadanos y periodistas condenándolos a la miseria y la cárcel. Todo esto se considera sólo un "daño colateral" respecto del bien supremo de la "estabilidad política".

Sin embargo, tampoco somos partidarios del "modelo estadounidense", ni mucho menos del "modelo Trump". Estados Unidos tampoco ha firmado el tratado anti nuclear y ocupa el primer lugar en la venta de armas en el mundo (China está inmediatamente detrás) ... La sociedad estadounidense también tiene sus víctimas "colaterales": inmigrantes, afroamericanos, e incluso blancos, pequeños empresarios, trabajadores... Como diversos académicos y observadores han señalado, el asalto al Capitolio no se puede descartar considerándolo solo como un intento subversivo y presuntuoso de supremacistas. Muchos - la mayoría - de los que se manifestaron el 6 de enero en Washington fueron víctimas de un sistema que, con la excusa de la globalización, ha olvidado sus necesidades de salud, dignidad, cultura y trabajo. Desde este punto de vista, el propósito de Biden de volver a poner todo bajo la inflexibilidad de la ley, como si quisiera eliminar estos elementos de la sociedad civil, es muy similar a la "estabilidad política" que defiende Xi.

El verdadero problema es que tanto en Estados Unidos como en China -como en todo el mundo- domina un solo poder, el financiero, que se desentiende de lo que ocurre en el fondo de la realidad y toma distancia de ella utilizando la ley de lo "políticamente correcto" de Biden o la ley despótica del Partido Comunista Chino.

En 2020, casi 2 millones de personas murieron a causa de la pandemia; millones han perdido su trabajo; hay por lo menos 100 millones más de pobres; la economía global ha perdido una décima parte de su riqueza. Sin embargo, es impresionante que en ese mismo período el mundo de las finanzas haya ganado más que nunca: las bolsas han sido positivas y las acciones han aumentado de valor. Como señala el economista Andy Xie, “Tesla ha crecido diez veces, bitcoin cinco veces y el Nasdaq casi se duplicó". Al mismo tiempo, los precios de las viviendas en China se han disparado, precisamente cuando las ciudades quedaron desiertas por el lockdown.

Nosotros seguimos discutiendo entre los partidarios del "modelo de China" y los del "modelo estadounidense", cuando en realidad deberíamos pensar cómo cambiar esta economía que se basa demasiado en las finanzas y no en la producción real de riqueza. Este poder financiero es el que usa a un modelo o al otro, o a ambos, para aumentar su dominio, y el que se vale tanto del poder de Biden como del de Xi .