Vicario de Alepo: el ecumenismo de la solidaridad en medio de la guerra y la pobreza
El 28 de junio, el Papa Francisco aceptó la renuncia por límite de edad de Mons. Abu Khazen. En los últimos años ha vivido en primera persona el conflicto, la bomba de la pobreza y la emigración. Habla con AsiaNews sobre las "tinieblas de la muerte", a las que se opone el "compromiso con el que está al lado", incluso entre cristianos y musulmanes. Invita a seguir dando testimonio de la fe y no perder el vínculo con la tierra.
Alepo (AsiaNews)- Vivió en primera persona los peores años de la guerra, a la que siguió la “bomba de la pobreza” que todavía sigue afectando a la población, agravada por las sanciones internacionales que impiden la recuperación. Pero en este clima terriblemente crítico también se ha hecho experiencia de la "luz de la caridad, de la solidaridad" y "del ecumenismo de la necesidad", que ha llevado a las diversas Iglesias a unirse y colaborar. El vicario apostólico de Alepo de los Latinos, Mons. Georges Abou Khazen, dialogó con AsiaNews sobre la realidad de su diócesis. El 29 de junio el Papa Francisco aceptó su renuncia por límite de edad y nombró al franciscano Raimondo Girgis OFM, actualmente vicario general, como administrador apostólico de la sede vacante, en la ciudad que fue la capital económica y comercial de Siria. “La peor etapa del conflicto ha quedado atrás -afirma el prelado- pero la situación sigue siendo difícil. No es sencillo poner pan sobre la mesa cada día y muchas veces la gente se siente impotente y desesperada”.
“Comida no falta -continúa- pero es muy cara, el sueldo se ha mantenido igual, pero antes un euro equivalía a 55 libras sirias y hoy a 4.500. Tampoco hay trabajo, la mayoría de las familias tienen que esforzarse para reunir lo mínimo necesario para comprar un poco de pan. Hay un gran cansancio, se multiplican las invitaciones a emigrar. Para muchos sería imposible sobrevivir sin ayuda, y los cristianos sin la presencia de la Iglesia. Habrían literalmente muerto de hambre o enfermedad, porque muchos medicamentos no se pueden importar debido a las sanciones. Para no hablar del gas, de la gasolina… por eso el primer paso es suavizar las medidas punitivas y promover inversiones, proyectos, dar perspectivas para el futuro que detengan el éxodo”.
Mons. Abou Khazen nació el 3 de agosto de 1947 en Aïn Zebdeh, Líbano. Ingresó a la congregación franciscana cuando cumplió 25 años, el 3 de agosto de 1972, y profesó los votos perpetuos cuando recibió la ordenación sacerdotal, el 28 de junio del año siguiente. El Papa Francisco lo nombró vicario apostólico de Alepo el 4 de noviembre de 2013, tras la renuncia de Mons. Giuseppe Nazzaro. La ordenación episcopal tuvo lugar el 11 de enero de 2014, de manos del prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, Card. Leonardo Sandri.
Más de 11 años después del inicio de la guerra en la primavera de 2011, la situación en Alepo, como en toda Siria, sigue siendo difícil, aunque las etapas más sangrientas parecen haber pasado y la atención de la comunidad internacional se concentra en otras partes, sobre todo en Ucrania, donde está en marcha "una nueva Siria". Hasta la fecha, hay cerca de 400.000 víctimas (más de 300.000 civiles), decenas de ciudades han quedado arrasadas y la mitad de la población sobrevive como desplazada interna o refugiada. Lo más grave es la crisis económica y la falta de trabajo, con un nivel muy elevado de desempleo, sobre todo entre los jóvenes. El 85% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, lo que equivale a más de 14 millones de personas sobre una población total de poco más de 18 millones. Necesitan subsidios y la inflación ha hecho que los precios se disparen. Las consecuencias de la crisis económica y de la guerra se agravan por las sanciones occidentales como la Caesar Act, que afecta sobre todo a los pobres y a la gente común..
“La comunidad cristiana - explica Mons. Abou Khazen - vive las mismas dificultades que todos. Nosotros como Iglesias tratamos de ayudar a que la gente se quede, pero cómo se puede retener a un padre de familia que se levanta a las 4 de la mañana y hace fila por un pan que puede conseguir, quizás, a las 9, y después se va a trabajar”. En esta situación crítica “hemos vivido un ecumenismo de hecho, reuniéndonos una vez por mes con obispos y referentes religiosos de distintas denominaciones y ritos cristianos. Hemos promovido proyectos, ayudado a familias, puesto en marcha planes de salud y becas de estudio, desde la escuela primaria hasta la universidad, cuatro comedores para los pobres, bolsones de alimentos... Contribuimos a dar un poco de luz y esperanza, con un espíritu ecuménico".
De estos años de vicario señala “la oscuridad de la guerra, la muerte y la destrucción, compartir el sufrimiento”. Y también la "belleza de la solidaridad", incluso entre cristianos y musulmanes, "el compromiso con la persona que está al lado". De su pueblo dice que ha aprendido el valor de la "paciencia y de la fe", que nunca flaquearon y fueron "la fuerza que nos salvó". En las próximas semanas se llevará a cabo el traspaso y luego el vicario quisiera retirarse a un convento en el Líbano, no sin antes dirigir un último saludo a la comunidad: “Quiero agradecerles -concluye- y decirles que continúen su camino, permaneciendo unidos a su tierra y dando testimonio de su fe”.
17/12/2016 13:14
14/04/2015