Vanimo, la frontera misionera que espera a Francisco
La ciudad que visitará mañana el pontífice se encuentra en una zona especialmente remota. Francisco pidió expresamente que se incluyera esta etapa para encontrarse con los fieles de la diócesis y también con los sacerdotes y religiosas del Instituto argentino del Verbo Encarnado en la parroquia de Baro, donde ha colaborado para la fundación de un colegio secundario. La presencia de misioneros indonesios entre los que han huido al otro lado de la frontera.
Vanimo (AsiaNews)- Querido Papa Francisco, ¿por qué no vienes a Vanimo? Quizás el padre Martín Prado, misionero del Instituto del Verbo Encarnado, no esperaba que el Pontífice tomara esa invitación al pie de la letra. Porque Vanimo es la periferia de la periferia de un país en la otra punta del mundo. Y la misión de Baro, donde se encuentra el padre Martín, está, a su vez, en la periferia de Vanimo. Hace falta otra media hora desde el pequeño aeropuerto de esta pequeña ciudad con muy pocas construcciones de ladrillo, algunos depósitos y un puñado de casas esparcidas aquí y allá, entre el océano y la selva, y una carretera sinuosa para llegar a la misión, a pocos kilómetros de la frontera con Indonesia. Mañana por la tarde, el Papa Francisco realizará aquí una rápida visita a un pequeño grupo de misioneros argentinos y las religiosas de la misma congregación (Siervas del Señor y de la Virgen de Matará) que trabajan en la parroquia y el complejo de un colegio y un albergue para niñas víctimas de la violencia, a quienes el Papa ayuda discretamente desde hace años. Sobre todo el colegio secundario, el único de la zona, fue construido e inaugurado este año gracias al interés de Francisco y a los fondos de la Conferencia Episcopal Italiana.
“Cuando en 2019 fuimos en peregrinación a Roma con un pequeño grupo de feligreses, afortunadamente pudimos encontrarnos con el Papa”, cuenta el padre Martín, mendocino de 36 años, de familia numerosa, dos hermanos sacerdotes y una hermana religiosa; uno de ellos es monje a pocos kilómetros de Vanimo, en la frontera con Indonesia, mientras que su hermana es actualmente superiora provincial en Papúa Nueva Guinea. "Le explicamos el significado de los regalos que le habíamos llevado y lo invitamos a venir a Vanimo". Una invitación que, evidentemente, Francisco no dejó pasar, porque pidió expresamente que se incluyera esta etapa en el viaje.
“Quería devolverles la visita a esta gente sencilla”, comenta el padre Martín, mientras deambula por la misión que se asoma a la inmensidad del Océano Pacífico. Su Instituto llegó a Vanimo en 1997, por invitación del obispo Cesare Bonivento, misionero del PIME, al que sucedió en 2018 un obispo local, Francis Meli. El padre Martín llegó hace diez años para dedicarse al anuncio y a la educación: dos caminos fuertemente entrelazados.
“Estamos aquí para promover a los hombres y mujeres a imagen de Dios, a través de Jesús, en su propia cultura y tradición”. Por eso, como director de las escuelas aspira a convertirlas en una accademy, pero también pasa largas temporadas en la selva para llegar a pie hasta las aldeas más remotas donde hay comunidades muy pequeñas diseminadas en un territorio infinito. "En primer lugar los acompaño espiritualmente y celebro la Misa, aunque también llevo conmigo algunos medicamentos: muchos de ellos no tienen ninguna posibilidad de que los vea un médico".
Es el momento del recreo en Baro: decenas de niños pululan por los patios jugando o comen una merienda sentados en las raíces de árboles imponentes junto al mar. La hermana Sacrificio y la hermana Virgo los observan a distancia. Ambas son estadounidenses y tienen respectivamente la función de directoras de la escuela primaria y media, y del colegio secundario. Verdad, bien y belleza son los tres pilares sobre los cuales tratan de realizar un camino educativo que quisieran que fuera lo más "holístico" posible. "Queremos formar personas capaces de pensar, de crear conexiones, de desarrollar un espíritu crítico , no sólo de memorizar nociones ", dice la Hna. Virgo, mientras nos muestra el nuevo edificio del colegio secundario que comenzó este año con cerca de noventa alumnos, divididos equitativamente entre varones y mujeres: "Y en todas las materias tratamos de ofrecer una perspectiva cristiana, para formar también en valores y principios".
Pero eso no es todo. Una de las enseñanzas que ofrecen es la música. Y eso dio origen a un verdadero milagro. En efecto, gracias a la incorporación del maestro Jesús Briceño, miembro del proyecto El Sistema - la extraordinaria red de orquestas juveniles que nació en Venezuela y se extendió por el mundo, con millones de niños y jóvenes involucrados - se formó la Orquesta “Reina del Paraíso”, la primera y única de Papúa Nueva Guinea. “Cuando llegué aquí en 2018 no había instrumentos – dice el maestro -. Los niños ni siquiera sabían lo que era un violín." Hoy la orquesta cuenta con 80 integrantes de entre 10 y 18 años, a los que se podrían sumar otros cuarenta este año. “Al principio - interviene el párroco, el padre Miguel de la Calle, gran entusiasta del método El Sistema - íbamos juntos a las aldeas: yo celebraba Misa y Jesús enseñaba música". Poco a poco, y con muchas dificultades, pudieron conseguir instrumentos musicales, salvo los contrabajos, que probablemente llegarán en el avión del Papa Francisco. En 2021 actuaron ante el gobierno y el Parlamento. “Eran todos varones – señala el padre Miguel -. Nuestra orquesta, en cambio, está formada por la mitad de niñas, que son muy receptivas y a menudo tienen mucho talento. Para ellas también significa adquirir una mayor autoestima y es una oportunidad de emancipación".
Además, muchos músicos son alumnos de nuestra escuela secundaria - destaca Briceño - y a menudo son los que consiguen mejores resultados. Aprender música significa disciplina y armonía, crecimiento humano y espiritual. Y eso influye en todos los aspectos de su vida". Se han preparado para tocar frente al Papa Francisco. “¡Es imposible imaginar la gracia que vamos a recibir! - exclama la hermana Virgo -. La gente aquí ama al Pontífice y esta visita los hace sentir parte de la Iglesia. Nos estamos preparando, sobre todo con la oración, para que esta visita entre profundamente en nuestro corazón".
También se alegra por la escala del Papa Francisco en Vanimo el ex cónsul indonesio en Papúa Nueva Guinea, Widayatmo, que vivió durante mucho tiempo en los primeros años de la década del 2000 en esta ciudad, no lejos de la delicada frontera con su país. Recuerda que aquí vive una numerosa comunidad católica formada por malayos de etnia china que antes trabajaban en las fábricas de madera, australianos e indonesios que huían de la "otra" Papúa a través de la frontera. “Mons. Bonivento - recuerda - fue a Yakarta para encontrarse con el Card. Julius Darmaatmadja, que en aquel momento era presidente de la Conferencia Episcopal, y le pidió que enviara algunos misioneros indonesios para colaborar en las obras pastorales en la diócesis de Vanimo, junto a los de origen indio. El primero que llegó fue el padre Edi, misionera de la Sagrada Familia. Hoy en Papúa Nueva Guinea están también las Hermanas Siervas del Espíritu Santo y los Misioneros indonesios del Sagrado Corazón”.
(con la colaboración de Mathias Hariyadi)
24/10/2022 14:03
17/03/2022 14:47