Ucrania, la guerra de los cristianos y de la Iglesia
Moscú (AsiaNews) - En estos días dramáticos la diplomacia internacional trabaja sobre las tratativas para finalizar la guerra entre Ucrania y Rusia, o almenos que no se transforme en una guerra global, fría o caliente, entre Oriente y Occidente en el corazón de Europa (recordemos que el centro geográfico del continente según algunos e precisamente Ucrania ). Al mismo tiempo realzan las noticias difícilmente controlables de encuentros, atentado, simples escaramuzas o verdaderas propias invasiones en países desconocidos de la historia como Slavjansk o Debaltsevo, satélites de otras tantas periferias como Donetsk o Marjupol. Ninguno de los ciudadanos de Ucrania o de Rusia alcanzan a distinguir de memoria las coordenadas geográficas de estas villas de Novorossija, parte meridional y poco habitada de aquella determinante campiña en el cual el Imperio Ruso mandaba grupos de colonizadores hebreos, teddescos o polacos, para alimentar el comercio de la Rusia central.
Todavía más desconcertante de la contienda bélica son las noticias acerca de la competición de hecho entre las Comunidades religiosas de este país. El Papa Francisco ha lanzado recientemente desde Roma un llamado para terminar es guerra entre cristianos, pero aquí la situación es bien Complicada: la guerra ancestral e irreducible, no es sólo entre cristianos de diversas confesiones, sino entre miembros de una misma parroquia, sacerdotes de la misma diócesis, parientes de la misma familia. No es una guerra civil y menos una guerra confesional, es el triunfo de campanilismo metafísico, que recuerda, pero en modo mucho, mucho más atomizado, la batalla entre miembros Assisi y Perugia en la cual fue hecho prisionero San Francisco en el bajo medioevo.
Llaman la atención también y en particular los continuos pasajes de jurisdicción eclesiástica que se realizan también, en el giro de la misma semana, de parroquias individuales o entre secciones de una de las Iglesias del campo. Hechos de este género se verifican en varios países y están a la orden del día en el mundo protestante, donde no existen jerarquías verdaderas y propias. Pero sólo en Ucrania existe tal inestabilidad de pertenencia a las estructuras que por su naturaleza deberían ser prácticamente inmodificables. En realidad justamente la precariedad del Cristianismo más atomizado"tradicional" y la Principal característica genética de un país llamado "Ucrania" sólo por falta de una verdadera identidad étnica, geográfica o política; es así mismo el territorio de siempre contenido de los Estados limítrofes, teniendo así mismo de la existencia de un factor unificante, la religión cristiana, que en sí misma reproduce toda la división del mundo circundante.
Ucrania no es de hecho un país multi -confesional, es más, sobre sus 45 millones de habitantes, los no cristianos son decididamente una minoría. No hay ninguna avanzada del islam o de religiones asiáticas; también las grandes comunidades hebraicas de un tiempo ya están desaparecidas, a partir del éxodo que justamente de Ucrania llevó a los colonos a fundar el moderno Estado de Israel. Ucrania es uno de los países más cristianos de Europa, con una gran cantidad de iglesias y monasterios, que desde hace 20 años renacen después de una larga persecución por el ateísmo bolchevique. Su tradición es bizantina-ortodoxa, pero increíblemente fragmentada. Las 3 grandes denominaciones responden a Moscú (Iglesia ortodoxa ucraniana del patriarcado de Moscú), en Kiev (Iglesia Ortodoxa ucraniana del patriarcado de Kiev) y en Constantinópolis (Iglesia Ortodoxa acéfala ucraniana), pero existe también la Iglesia Greco-católica ucraniana, que responde a Roma y se considera igualmente heredera de la única tradición de rito oriental. En línea de máxima, estas diversas obediencias se subdividen el territorio: los filo-rusos ene l este. Los griego-católicos en el oeste y los autónomos ene l centro, si bien en realidad ellas compiten en todas las regiones y producen en cada rincón otros sub cismas y ulteriores dominaciones.
Los máximos jerarcas de las varias confesiones o Iglesias intentan lanzar repetidos pedidos para la reconciliación nacional, ocultando dentro el hastío y la desconfianza, y a veces dejándose escapar acusaciones recíprocas para fomentar y provocar hostilidades y revueltas. No se puede decir que sean muy creíbles a los ojos de la población, no tanto a nivel de autoridad personal, sino en relación con la grey a ellos confiada. El Patriarca de Moscú, Kirill trata de hace años de mantener juntas a todas las componentes de la "gran Rusia", en la gran área ex -soviética y en las varias corrientes de la emigración; el metropolita Onufry, en comunión con los rusos, debe demostrar que es de ellos independiente; el anciano patriarca Filaret, de soviética memoria, quiere mantenerse sobre todos los contendientes y el mismo Papa Francisco debe demostrar que es el verdadero guía de los católicos de rito griego y latino, a menudo más apasionados en la causa local que en la comunión universal.
Pero es en las ciudades, en los pueblos y en los pequeños villorrios, que la credibilidad de la Iglesia se derrite como la nieve del deshielo primaveral de estas tierras. Hay obispos y curas que bendicen los cañones y rezan sólo por "sus propios milicianos", junto a aquellos que tratan de predicar la paz y la misericordia, y los mismos fieles se dividen hasta al interno de las mismas familias. Se hicieron varios tentativos para superar las divisiones y llegar a la creación de una única Iglesia ortodoxa ucraniana autónoma, pero hasta ahora no han llegado a ningún resultado. La "guerra santa" continúa, como una cruzada interna entre cristianos vestidos de cosacos, cuya meta final no es la Tierra santa de Crimea o del Donbass, y ni siquiera el Majdan de Kiev o la catedral de Leópolis; los cristianos de Ucrania luchan por la supremacía universal, por la Tercera Roma del espíritu, del cual al geografía es sólo un detalle marginal.
12/09/2017 15:18