Semana de la Pasión en Abu Dabi (Fotos)

de Bernardo Cervellera

Miles de fieles participan en las distintas misas. La del domingo de Ramos también se celebró el viernes y el sábado para permitir que puedan participar aquellos que trabajan y por la imposibilidad de reunir a todos los fieles de una vez. Para la Vigilia pascual habrá 23 misas en 13 lenguas, que se celebrarán desde las 5:30 de la mañana hasta la medianoche del Sábado Santo. La crisis económica y los desocupados. Mons. Hinder: El Maestro necesita de nosotros.

Abu Dabi (AsiaNews) - Indios de Kerala y de Goa; filipinos de Manila y Mindanao; coreanos y polinesios, africanos provenientes de Nigeria y Tanzania; y luego, británicos, italianos, franceses, alemanes, estadounidenses: es una mezcla de rostros y colores que llena el amplio atrio situado delante de la catedral de San José, para la celebración del Domingo de Ramos, en esta localidad islámica que es Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos. Una multitud de miles de personas se agolpa para bendecir los ramos, recordando la entrada de Jesús en Jerusalén. Los ramos son verdaderas (hojas) de palma –el único árbol que crece en abundancia-, agraciadas y adoradas con alguna que otra flor colorida, una rosa blanca, amarilla o roja.

En los últimos días, también hubo miles de fieles, todos extranjeros, todos católicos, que ocuparon las salas de las dos iglesias -las de San José y Santa Teresa- ubicadas cerca de la sede episcopal. “Aquí, en Abu Dabi, estamos celebrando el Domingo de Ramos desde el viernes pasado”, comenta el Padre Gandolf, un capuchino, secretario personal de Mons. Hinder, que lleva 14 años viviendo en los Emiratos. En efecto, en Abu Dabi, el viernes es día no laboral, el sábado se trabaja media jornada y el domingo se trabaja a pleno. Los fieles que se encuentran en los Emiratos son migrantes que han hallado trabajo ya sea como camareros, enfermeros, cocineros, niñeras, choferes, managers… Ya que no es fácil hacerse de feriados o tener tiempo de descanso para dedicarse a la oración, el tiempo de la celebración se extendió: algunos lograron venir a la misa el día viernes, otros el sábado y otros el domingo.

Por otra parte, si vinieran todos juntos, resultaría imposible reunir al mismo tiempo a decenas de miles de fieles. Se hizo una excepción durante la visita del Papa Francisco en febrero pasado, cuando, por primera vez en la historia de los Emiratos, se otorgó un permiso para celebrar la misa en un lugar público, en el estadio… que reunió a más de 100.000 personas. Durante el resto del año, en cambio, los ritos cristianos siempre deben ser celebrados en lugares cerrados o dentro del recinto de las iglesias.

Normalmente, los miles de fieles se distribuyen los espacios disponibles: las iglesias, el atrio, una sala en la primera planta y el patio ubicado en la parte posterior. A cada comunidad lingüística se le otorga una hora y media para la celebración. Es impresionante el cartel que indica los horarios de la Vigilia pascual: 23 misas en 13 lenguas, que se celebrarán ¡desde las 5.30 de la mañana del Sábado Santo hasta la medianoche!

Mientras avanza la procesión de los ramos, cientos de fieles se adelantan para sentarse en las sillas de plástico dispuestas con cuidado. Una niña africana, en silencio, mira el crucificijo inmóvil ubicado en el centro del altar. En la Semana de la Pasión, que hoy se inicia, es fácil sentirse cerca de Jesús en el sufrimiento. Algunos fieles me cuentan que, a causa del precio del petróleo, que se ha mantenido bajo por mucho tiempo, varias compañías de los Emiratos están cerrando sus puertas y no pueden pagar a sus empleados. Para muchos de ellos, que se han venido aquí con sus familias, esto significa tener que regresar a casa con las manos vacías, o permanecer a la espera de mejores tiempos, luchando por sobrevivir. Anthony, un hombre de Kerala que trabaja aquí desde hace años, hace 6 meses que no cobra un salario.

La lectura de la Pasión y la melodía del canto es conmovedora: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me han abandonado?

En la homilía, Mons. Hinder parte de la fase de los discípulos que van a buscar el asno para que Jesús entre a Jerusalén montado en él y dicen: “El Maestro lo necesita”. Y el obispo concluye: “El Maestro, Jesús, necesita, también de nosotros, tal como somos”. El Maestro necesita de todos estos cristianos, que en una sociedad islámica sostienen el desarrollo y humanizan sus rasgos, demasiado marcados por los negocios. Y también necesita de los desocupados, que revelan la fragilidad de los planes económicos: una fragilidad que trae sufrimiento si las leyes de trabajo –que, si bien las hay en los Emiratos- no son aplicadas.

En la comunión, una fila de monaguillos indios y filipinos conducen a los sacerdotes hasta los distintos puntos del patio, para distribuir la eucaristía. El coro de filipinos canta acompañado por flautas y violines tocados por algunas muchachas indias.

Al final de la celebración la gente se dirige a la salida con calma, sonriendo y conversando, esperando la Pascua y la resurrección. Hay cantidad de niños que juegan a perseguirse, agitando los ramos con las rosas. Mientras tanto, en la iglesia de San José y en la de Santa Teresa, están por comenzar otras dos misas, con otros tantos miles de fieles.