Papa: sueño con una Europa abierta, solidaria, respetuosa de las personas, sanamente laica
Carta de Francisco con ocasión de una serie de aniversarios europeos. “Los cristianos de hoy tienen una gran responsabilidad: como la levadura en la masa, están llamados a despertar la conciencia de Europa, a animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El Papa Francisco "sueña" con una Europa solidaria, abierta a los necesitados, en la que se respete la dignidad de todos, una Europa que sea una familia y una comunidad, solidaria y generosa. Un lugar acogedor y hospitalario, una Europa “sanamente laica, en la que Dios y César sean distintos pero no opuestos". Una serie de aniversarios europeos - el 40 aniversario de la Comisión de Episcopados de la Unión Europea (COMECE), el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la Unión Europea y el 50 aniversario de la presencia de la Santa Sede como Observador Permanente en el Consejo. de Europa y el 70 aniversario de la Declaración Schuman - dieron ocasión al Papa Francisco para describir a Europa como él la sueña, en una larga carta al cardenal Parolin, relacionada con la visita que el secretario de Estado debería haber hecho a las instituciones europeas y se canceló debido a la pandemia.
Precisamente la pandemia, escribe Francisco, "constituye como una línea divisoria que obliga a hacer una elección: o se sigue el camino tomado en el último decenio, alentado por la tentación de la autonomía, enfrentando crecientes incomprensiones, contraposiciones y conflictos, o bien se redescubre ese camino de la fraternidad, que sin duda fue el que inspiró y animó a los Padres fundadores de la Europa moderna”.
Francisco repite entonces a Europa ese "búscate a ti misma" que le dirigió Juan Pablo II desde Santiago de Compostela en 1982. "Vuelve a descubrir tus ideales, que tienen raíces profundas. ¡Sé tú misma! No tengas miedo de tu historia milenaria, que es una ventana abierta al futuro más que al pasado”.
“¿Qué Europa soñamos para el futuro? ¿En qué consiste su contribución original? En el mundo actual, no se trata de recuperar una hegemonía política o una centralidad geográfica, ni se trata de elaborar soluciones innovadoras a los problemas económicos y sociales. La originalidad europea está sobre todo en su concepción del hombre y de la realidad; en su capacidad de iniciativa y en su solidaridad operativa”.
“Sueño, entonces, una Europa amiga de la persona y de las personas. Una tierra donde sea respetada la dignidad de todos, donde la persona sea un valor en sí y no el objeto de un cálculo económico o una mercancía. Una tierra que cuide la vida en todas sus etapas, desde que surge invisible en el seno materno hasta su fin natural, porque ningún ser humano es dueño de la vida, sea propia o ajena. Una tierra que favorezca el trabajo como medio privilegiado para el crecimiento personal y para la edificación del bien común, creando fuentes de empleo especialmente para los más jóvenes”.
“Ser amigos de la persona significa colaborar con su instrucción y su desarrollo cultural. Significa proteger al que es más frágil y débil, especialmente a los ancianos, los enfermos que necesitan tratamientos costosos y las personas con discapacidad. Ser amigos de la persona significa tutelar los derechos, pero también señalar los deberes”. “Sueño una Europa que sea una familia y una comunidad. Un lugar que sepa valorar las peculiaridades de todas las personas y los pueblos, sin olvidar que estos están unidos por responsabilidades comunes. Ser familia significa vivir la unidad teniendo en cuenta la diversidad, a partir de la diferencia fundamental entre varón y mujer. En este sentido, Europa es una auténtica familia de pueblos, distintos entre sí, pero sin embargo unidos por una historia y un destino común”.
Se trata de elegir entre “un modelo de vida que descarta personas y cosas, y uno inclusivo que valora lo creado y a las criaturas. Sueño con una Europa solidaria y generosa. Un lugar acogedor y hospitalario, donde la caridad —que es la mayor virtud cristiana— venza toda forma de indiferencia y egoísmo”. Es la solidaridad que “se nutre de gratuidad y engendra gratitud. Y la gratitud nos lleva a mirar al otro con amor; pero cuando nos olvidamos de agradecer por los beneficios recibidos, somos más propensos a cerrarnos en nosotros mismos y a vivir con miedo a todo lo que nos rodea y es diferente a nosotros. Lo vemos en los numerosos temores que atraviesan nuestras sociedades actuales, entre los que no puedo callar el recelo con respecto a los migrantes. Sólo una Europa que sea comunidad solidaria puede hacer frente a este desafío de forma provechosa, mientras que las soluciones parciales ya han demostrado su insuficiencia. Es evidente, en efecto, que la necesaria acogida de los migrantes no puede limitarse a simples operaciones de asistencia al que llega, a menudo escapando de conflictos, hambre o desastres naturales, sino que debe consentir su integración para que puedan ‘conocer, respetar y también asimilar la cultura y las tradiciones de la nación que los acoge’”.
Y por último, una Europa “sanamente laica”, que para Francisco significa “una tierra abierta a la trascendencia, donde el que es creyente sea libre de profesar públicamente la fe y de proponer el propio punto de vista en la sociedad. Han terminado los tiempos de los confesionalismos, pero —se espera— también el de un cierto laicismo que cierra las puertas a los demás y sobre todo a Dios, porque es evidente que una cultura o un sistema político que no respete la apertura a la trascendencia tampoco respeta adecuadamente a la persona humana. Los cristianos tienen hoy una gran responsabilidad: como la levadura en la masa, están llamados a despertar la conciencia de Europa, para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad. Los exhorto, pues, a comprometerse con valentía y determinación a ofrecer su colaboración en cada ámbito donde viven y trabajan”.
05/12/2016 17:00
17/12/2016 13:14
29/08/2020 11:22