23/08/2023, 13.50
VATICANO
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Papa: soportar el mal también es anuncio del Evangelio

En la audiencia general, retomando la catequesis sobre el celo en la evangelización, el Santo Padre reflexionó sobre la figura de Juan Diego, el indio de las apariciones de Guadalupe. “Para inculturar el Evangelio se requiere constancia y paciencia, pienso en un país donde los cristianos son perseguidos y no pueden practicar su fe en paz”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Para anunciar el Evangelio “no es suficiente dar testimonio del bien, sino que también es necesario saber soportar el mal”, que en algunos países aún hoy tiene el rostro de la persecución. El Papa Francisco dirigió estas palabras a los fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano para la audiencia general del miércoles. Palabras significativas en estos días fuertemente marcados en Asia por los atentados de la semana pasada contra iglesias y hogares cristianos en Jaranwala, Pakistán.

Retomando la reflexión sobre la pasión por el anuncio del Evangelio, el Papa Francisco se centró este miércoles en América, donde -dijo- la evangelización tiene una fuente siempre viva: Guadalupe". En México -recordó- "el Evangelio ya había llegado antes de aquellas apariciones, pero lamentablemente también iba acompañado de intereses mundanos. En vez del camino de la inculturación, se había tomado con demasiada frecuencia el más rápido de trasplantar e imponer modelos prefabricados. La Virgen de Guadalupe, en cambio, aparece vestida con la ropa de los indígenas, habla su lengua, acepta y ama la cultura local”. Porque “el Evangelio se transmite en la lengua materna. Y por eso me gustaría dar las gracias a todas las madres y abuelas que lo transmiten a sus hijos y nietos".

Pero el celo por la evangelización en Guadalupe tiene también el rostro de san Juan Diego, el humilde indio que recibió la revelación de María. "A Dios le gusta hacer maravillas por medio de los pequeños", señaló el pontífice, y recordó también que el obispo local se negó a creerle cuando, obedeciendo a la Virgen, le pidió que construyera un santuario en el lugar donde ella se había aparecido.

“Este es el esfuerzo, la prueba del anuncio -comentó el Papa-. A pesar del celo, llega lo inesperado, a veces desde la misma Iglesia. Para anunciar, en efecto, no basta con dar testimonio del bien, también es necesario saber soportar el mal. Ambos van juntos, la vida es así. También hoy, en muchos lugares, para inculturar el Evangelio y evangelizar las culturas hace falta perseverancia y paciencia, hace falta no tener miedo de los conflictos, no desanimarse. Estoy pensando en un país donde los cristianos son perseguidos sólo porque son cristianos, y no pueden practicar su religión en paz", añadió, probablemente refiriéndose a Pakistán.

Ante el rechazo, Juan Diego pidió a la Virgen que lo dispensara y encargara llevar ese mensaje a alguien más respetado y capaz que él, pero ella lo invita a perseverar. "Siempre existe el riesgo - observó Francisco - de una cierta claudicación en el anuncio: cuando algo no sale bien, uno retrocede, se desanima y se refugia quizás en las propias certezas, en pequeños grupos y en algunas devociones intimistas. La Virgen, en cambio, al mismo tiempo que nos consuela, nos hace avanzar, y de esa manera nos hace crecer, como una buena madre que, acompañando los pasos de su hijo, lo lanza a los desafíos del mundo".

Y este también es el origen de la gran señal de Guadalupe: la Virgen invita a Juan Diegno a recoger en su tilma (su poncho) rosas que extraordinariamente han florecido en pleno invierno, para llevárselas al obispo como prueba de su presencia. Pero cuando abra ese poncho delante del prelado, el indio encontrará impreso en su tilma el rostro de la misma Madre, en la imagen que desde entonces se venera en Guadalupe. “Aquí está la sorpresa de Dios – prosiguió el Papa -. Cuando hay disponibilidad, cuando hay obediencia, Él puede hacer algo inesperado, en tiempos y modos que no podemos prever". En ese momento “Juan Diego lo deja todo y, con el permiso del obispo, dedica su vida al santuario. Recibe a los peregrinos y los evangeliza. Es lo que sucede en los santuarios marianos, lugares de peregrinación y de anuncio, donde todos se sienten como en casa”.

“Aprendamos esto - concluyó el pontífice - cuando hay dificultades en la vida, acudamos a la Madre; y cuando la vida es feliz, acudamos también a la Madre para compartirlo. Necesitamos ir a estos oasis de consuelo y misericordia, donde la fe se expresa en la lengua materna; donde uno deposita las dificultades de la vida en los brazos de la Virgen y vuelve a vivir con paz en el corazón, tal vez con la paz de los niños".

Y precisamente pensando en la paz, durante su saludo a los grupos de peregrinos el Papa Francisco encomendó una vez más "la querida Ucrania, tan duramente probada por la guerra" a la intercesión de san Bartolomé, cuya fiesta litúrgica se celebra mañana. “Hermanos y hermanas – añadió – ​​oremos por nuestros hermanos y hermanas ucranianos: están sufriendo mucho. La guerra es cruel. Hay muchos niños desaparecidos, mucha gente muerta. ¡Oremos, por favor!”.

 

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