Papa: que la tregua entre israelíes y palestinos sea 'estable, que callen las armas'

En el Regina Caeli, el pontífice condenó la violencia en Tierra Santa con "víctimas inocentes, entre ellas mujeres y niños". El recuerdo del Día de la Madre y la invocación a la Virgen para aliviar los sufrimientos de la "martirizada Ucrania y de todas las naciones en guerra". Ayer, el encuentro del Papa con el Presidente ucraniano Zelensky. El Espíritu Santo, Paráclito, "consolador y abogado".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "En estos días hemos asistido de nuevo a enfrentamientos armados entre israelíes y palestinos, en los que han perdido la vida personas inocentes, entre ellas mujeres y niños". Es lo que destacó el Papa Francisco en el Regina Caeli, dirigiéndose a los fieles que abarrotaban la Plaza de San Pedro, recordando la escalada de violencia de los últimos días en Tierra Santa. "Espero que la tregua que se acaba de alcanzar se estabilice -continuó el Pontífice- y que las armas callen, porque con las armas nunca se obtendrá seguridad y estabilidad, al contrario se seguirá destruyendo incluso toda esperanza de paz".

Al concluir la oración mariana, el Papa Francisco dirigió su pensamiento a los peregrinos de "tantos países", especialmente a los de Singapur y Malasia, en representación del continente asiático. A continuación, el Papa saludó a "Caritas Internationalis que está reunida y ha elegido a su nuevo presidente", el arzobispo de Tokio, Tarcisio Isao Kikuchi. A continuación, el Pontífice instó a la institución a continuar "con valentía el camino de la reforma". Por último, subrayó que hoy "en muchos países se celebra el Día de la Madre", por lo que "recordamos con gratitud y afecto a todas las madres, a las que aún están entre nosotros y a las que se han ido al cielo". Invocando "un fuerte aplauso", Francisco se dirigió a la Virgen pidiéndole que "alivie el sufrimiento de la martirizada Ucrania [ayer se encontró con el presidente Zelensky] y de todas las naciones afligidas por la guerra y la violencia".

Poco antes, comentando las palabras propuestas por la liturgia del Evangelio del Sexto Domingo de Pascua, profundizó en el valor del Espíritu Santo, a quien Jesús llama Paráclito, palabra que significa a la vez "consolador y abogado". "Es decir, el Espíritu Santo no nos deja solos, está a nuestro lado, como un abogado -dice- que asiste al acusado poniéndose a su lado. Y nos sugiere cómo defendernos ante quienes nos acusan". De paso, remarcó que "el gran acusador es siempre el diablo". De ahí la invitación a reflexionar "sobre estos dos aspectos: su cercanía a nosotros y su ayuda contra quienes nos acusan"

En el Regina Caeli, el Papa recordó cómo la voluntad del Espíritu Santo es "permanecer con nosotros: no es un huésped de paso -continuó- que viene a hacernos una visita de cortesía. Es un compañero de vida, una presencia estable, es Espíritu y quiere habitar en nuestro espíritu. Es paciente y permanece con nosotros incluso cuando caemos. Se queda porque nos ama de verdad: no finge amarnos para luego dejarnos solos en nuestras dificultades". "Al contrario, si nos encontramos en la prueba, el Espíritu Santo nos consuela, trayéndonos el perdón y la fuerza de Dios”, subrayó el Pontífice. “Y cuando nos confronta con nuestros errores y nos corrige, lo hace con bondad".

Continuando su reflexión, Francisco ilustró el segundo aspecto, el "Espíritu Paráclito" que, como nuestro abogado, "nos defiende frente a quienes nos acusan: frente a nosotros mismos, cuando no nos amamos y no nos perdonamos, hasta el punto de decirnos que somos unos fracasados y unos inútiles -subrayó-; frente al mundo, que descarta a quienes no corresponden a sus esquemas y modelos; frente al diablo, que es por excelencia el 'acusador' y el divisor". El Espíritu Santo, el Paráclito, "nos permite responder al diablo acusador no con nuestras propias palabras, sino con las palabras mismas del Señor. Si invocamos al Espíritu, aprendemos a acoger y a recordar -explicó el Papa Francisco- la realidad más importante de la vida, que nos protege de las acusaciones del mal: somos hijos amados de Dios".

De ahí la invitación final a rezar a la Virgen, para que "nos haga dóciles a la voz del Espíritu Santo y sensibles a su presencia".

Por último, ayer el Papa Francisco recibió en audiencia al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, para una conversación a puertas cerradas que duró unos 40 minutos y se centró en la situación "humanitaria y política" del país, marcada por el conflicto que desencadenó la invasión rusa en febrero del año pasado. Especialmente simbólico fue el regalo para el líder de Kiev de parte del Pontífice, que en estos 15 meses de conflicto ha expresado en repetidas ocasiones su cercanía al pueblo ucraniano y ha llamado a poner fin al conflicto: una obra de bronce que representa una rama de olivo, símbolo de la paz. El comunicado de la oficina de prensa vaticana habla de conversaciones "cordiales" centradas en la "necesidad de proseguir con los esfuerzos para alcanzar la paz" aunque, al menos de momento, siguen siendo las armas y la violencia las que dominan la escena en una continua escalada militar.