Papa: lo que nace de la oración es el mayor milagro que puede realizar un cristiano
"Quien vive en una gran ciudad, donde todo es artificial y funcional, corre el riesgo de perder la capacidad de contemplar", que "no es ante todo una forma de hacer, sino una forma de ser". "La contemplación es una mirada de fe, fija en Jesús. 'Yo lo miro y él me mira'".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – "Lo que nace de la oración -y no de la presunción de nuestro ego-, aquello que se purifica con la humildad, aunque sea un acto de amor apartado y silencioso, es el mayor milagro que puede realizar un cristiano". La oración de contemplación fue el tema que abordó hoy el Papa Francisco en su catequesis para la audiencia general, en la biblioteca privada. Al término del encuentro, Francisco recordó que hoy el Rosario del "maratón de oración" para pedir el fin de la pandemia será guiado por el santuario de la Santísima Virgen del Rosario (Namyang), en Corea del Sur.
"En este mes de mayo -dijo- los santuarios marianos de todo el mundo se unen en el rezo del Rosario para invocar el fin de la pandemia y la reanudación de las actividades sociales y laborales. Hoy el Santuario de la Santísima Virgen del Rosario de Corea del Sur dirige la oración. Nos unimos a la oración a la Santísima Virgen María, rezando especialmente por los niños y adolescentes".
Previo a ello, durante su reflexión, Francisco había subrayado que "la dimensión contemplativa del ser humano -que todavía no es oración contemplativa- es un poco como la 'sal' de la vida: da sabor, da gusto a nuestros días. Se puede contemplar cuando se mira el sol que sale por la mañana, o los árboles que reverdecen en primavera; se puede contemplar escuchando música o el canto de los pájaros, leyendo un libro, frente a una obra de arte o esa obra maestra que es el rostro humano...".
Pero "quien vive en una gran ciudad, donde todo es artificial y funcional, corre el riesgo de perder la capacidad de contemplar", que "no es ante todo una forma de hacer, sino una forma de ser". Ser contemplativos no depende de los ojos, sino del corazón. Y aquí entra en juego la oración, como acto de fe y de amor, como "aliento" de nuestra relación con Dios. La oración purifica el corazón y, con ella, también se ilumina la mirada, permitiéndonos captar la realidad desde otro punto de vista".
A este respecto, recordó el Papa, el Catecismo cita un famoso testimonio del Santo Cura de Ars: "La contemplación es la mirada de la fe fija en Jesús. 'Yo lo miro y él me mira'". "Todo viene de ahí: de un corazón que se siente mirado con amor. Entonces la realidad se contempla con otros ojos. '¡Yo lo miro a Él, y Él me mira a mí!' Así es: en la contemplación amorosa, propia de la oración más íntima, no hacen falta muchas palabras: basta una mirada, basta estar convencidos de que nuestra vida está rodeada de un amor grande y fiel del que nada podrá separarnos. Jesús era un maestro de esta mirada. En su vida nunca faltaron el tiempo, el espacio, el silencio y la comunión amorosa, que permite que la existencia no sea devastada por las pruebas inevitables, sino que conserve intacta su belleza. Su secreto era la relación con el Padre celestial. Pensemos en el acontecimiento de la Transfiguración. Los Evangelios sitúan este episodio en el momento crítico de la misión de Jesús, cuando era cuestionado y el rechazo crecía a su alrededor. Incluso entre sus discípulos, muchos no le entienden y se marchan; uno de los Doce está tramando la traición. Jesús comienza a hablar abiertamente del sufrimiento y la muerte que le esperan en Jerusalén. En este contexto, Jesús sube a un monte alto con Pedro, Santiago y Juan. El Evangelio de Marcos dice: «se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra» (9,2-3). Ocurre justo en el momento en que Jesús lidia con la incomprensión, cuando todo parece difuminarse en un torbellino de incomprensiones, es ahí donde brilla una luz divina. Es la luz del amor del Padre, que llena el corazón del Hijo y transfigura toda su Persona”.
"Algunos maestros de espiritualidad del pasado entienden la contemplación como algo opuesto a la acción, y han exaltado aquellas vocaciones que huyen del mundo y sus problemas para dedicarse enteramente a la oración. En realidad, en Jesucristo y en el Evangelio no hay oposición entre la contemplación y la acción. Puede provenir de la influencia de algún filósofo neoplatónico, pero es ciertamente un dualismo que no pertenece al mensaje cristiano. Sólo hay una gran llamada en el Evangelio, y es la de seguir a Jesús por el camino del amor. Este es el culmen y el centro de todo. En este sentido, caridad y contemplación son sinónimos, dicen lo mismo. San Juan de la Cruz afirmaba que un pequeño acto de amor puro es más útil para la Iglesia que todas las demás obras juntas".
"La oración -añadió, al saludar a los fieles de lengua alemana- no es una actividad que se realiza exclusivamente en los momentos de descanso, sino también durante nuestra vida cotidiana. Es como el aliento de nuestra relación viva con Dios.
17/12/2016 13:14
29/08/2020 11:22