Papa: la paz es el don de la propia vida y se la debe buscar siempre y de todas maneras
“Cuando en hebreo se desea el shalom, se desea una vida bella, plena y próspera, pero también la verdad y la justicia, que se cumplirán en el Mesías, príncipe de la paz”.
“El verdadero shalom y el verdadero equilibrio interior – asegura finalmente el Pontífice - vienen de la paz de Cristo” capaz de generar “una nueva humanidad, encarnada en una multitud infinita de santos y santas, inventivos, creativos, que han ideado formas siempre nuevas de amar”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En un mundo que combate una “guerra a pedazos” el Papa Francisco recuerda que los “operadores de paz”, según las Bienaventuranzas, son
“aquellos que han tomado el arte de la paz y la ejercitan, saben que no hay reconciliación sin el don de la propia vida y que la paz va buscada siempre de todas maneras”. La séptima Bienaventuranza fue el argumento del cual el Papa habló en la audiencia general de hoy, que se realizó en la Biblioteca y sin fieles.
“Para entender esta bienaventuranza-dijo Francisco- es necesario explicar el sentido de la palabra ‘paz’, que puede ser malentendido o banalizado. Debemos orientarnos entre dos ideas de paz: la primera idea de paz "es la bíblica, donde aparece la hermosa palabra shalom, que expresa abundancia, prosperidad, bienestar. Cuando en hebreo se desea el shalom, - explica el Pontífice - se desea una vida bella, plena y próspera, pero también la verdad y la justicia, que se cumplirán en el Mesías, príncipe de la paz”. (cf. Is 9,6; Mic 5,4-5).
“Hay otro sentido de paz que es “subjetivo” y que está muy difundido en nuestra sociedad, es el de “tranquilidad” y “equilibrio personal”, que en ocasiones no corresponde a un crecimiento interior. Este segundo significado es incompleto y no puede ser utilizado, porque en la vida la inquietud puede ser un momento importante de crecimiento, mientras que puede suceder que la tranquilidad interior corresponda a una conciencia domesticada y no a una verdadera redención espiritual. Muchas veces el Señor debe ser "signo de contradicción" (cfr Lc 2,34-35), sacudiendo nuestras falsas certezas para llevarnos a la salvación”.
“A este punto debemos recordar que el Señor entiende su paz como distinta de aquella humana, cuando dice: “Os dejo la paz, les doy mi paz. No como la da el mundo, yo se la doy a vosotros” (Jn 14,27). Y otra paz, diversa de aquella mundana. Preguntémonos: ¿Cómo da la paz el mundo? Y pensando en los numerosos conflictos afirma que generalmente se llega a la paz o por la victoria de una de las partes o a través de tratados de paz, pero – precisa – “debemos considerar que la historia es una serie interminable de tratados de paz negados por guerras sucesivas, o por la metamorfosis de esas mismas guerras en otras formas o en otros lugares”.
Incluso en nuestra época, una guerra "en pedazos" se libra en varios escenarios y de diferentes maneras. Debemos al menos sospechar que en el marco de una globalización compuesta principalmente por intereses económicos, la "paz" de algunos corresponde a la "guerra" de los demás. ¡Esta no es la paz de Cristo!
En cambio, ¿cómo da la paz el Señor es diferente a la que da el mundo, con sus guerras y con sus múltiples tratados de paz rotos. La paz que viene del Señor es la que “hace de dos pueblos uno solo” (cfr Ef 2,14); como afirma San Pablo en la carta a los Efesios (cfr Col 1,20), es la paz que aniquila la enemistad y que reconcilia con la sangre de su cruz. Y afirma que esta Bienaventuranza es la más activa, explícitamente operativa, e indica iniciativa y laboriosidad.
El amor por su nacimiento es creativo y busca la reconciliación a cualquier costo. Los que han aprendido el arte de la paz y lo practican saben que no hay reconciliación sin el don de la vida, y que hay que buscar la paz siempre y de todas maneras. ¡Siempre y de todas maneras! Esta no es una obra autónoma fruto de las propias capacidades, es manifestación de la gracia recibida por Cristo, que no hizo hijos de Dios”.
“El verdadero shalom y el verdadero equilibrio interior – asegura finalmente el Pontífice - vienen de la paz de Cristo” capaz de generar “una nueva humanidad, encarnada en una multitud infinita de santos y santas, inventivos, creativos, que han ideado formas siempre nuevas de amar”. En esta vida como hijos de Dios, que por la sangre de Cristo buscan y encuentran a los propios hermanos, es la verdadera felicidad”.
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