El día en que se espera al presidente ucraniano Zelensky en el Vaticano, dirigiéndose a los nuevos embajadores a quienes recibió por sus cartas credenciales, Francisco volvió a hablar de la "tercera guerra mundial en pedazos" y del compromiso de la diplomacia pontificia con la defensa de la dignidad de toda persona y la promoción de la fraternidad entre los pueblos. Un pensamiento "al querido pueblo sirio", probado por el terremoto y el largo conflicto.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La Santa Sede se esfuerza por contribuir a la resolución de los conflictos mediante el ejercicio de una "neutralidad positiva", que no significa sin embargo "neutralidad ética", "sobre todo ante el sufrimiento humano". En el día de su esperado encuentro con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky -a quien se espera esta tarde en el Vaticano-, el Papa Francisco volvió esta mañana a plantear la urgencia del compromiso por la paz en el contexto de lo que ha vuelto a llamar la "tercera guerra mundial en pedazos".

La ocasión fue la audiencia con los nuevos embajadores de Islandia, Bangladesh, Siria, Gambia y Kazajstán con motivo de la presentación de sus cartas credenciales. "Si miramos de cerca la situación actual del mundo -dijo el Pontífice al recibirlos en la Sala Clementina-, incluso una mirada superficial podría dejarnos turbados y desanimados. Pensamos en muchos lugares como Sudán, la República Democrática del Congo, Myanmar, Líbano y Jerusalén, que afrontan enfrentamientos y disturbios. Haití sigue sufriendo una grave crisis social, económica y humanitaria. Luego, por supuesto, está la guerra en curso en Ucrania, que ha provocado sufrimientos y muertes indecibles. Además, vemos un flujo creciente de migraciones forzosas, los efectos del cambio climático y un gran número de nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo que siguen viviendo en la pobreza por falta de acceso a agua potable, alimentos, atención sanitaria básica, educación y trabajo digno. Existe, sin duda, un creciente desequilibrio en el sistema económico mundial".

"¿Cuándo aprenderemos de la historia", se preguntó, "que los caminos de la violencia, la opresión y la ambición desmedida por conquistar tierras no sirven al bien común? ¿Cuándo aprenderemos que invertir en el bienestar de las personas es siempre mejor que gastar recursos en la construcción de armas letales? ¿Cuándo aprenderemos que las cuestiones sociales, económicas y de seguridad están interrelacionadas? ¿Cuándo aprenderemos que somos una familia humana, que sólo puede florecer de verdad cuando todos sus miembros son respetados, cuidados y capaces de contribuir con originalidad?".

El Papa señaló a los embajadores la importancia de la tarea que están llamados a desempeñar en este sentido. "También el apóstol Pablo utilizó este término para designar a los que anunciaban a Jesucristo (cf. 2 Co 5,20)", recordó. "Como hombre o mujer de diálogo -añadió-, el embajador puede ser una figura de esperanza. Esperanza en la bondad última de la humanidad. Esperanza en que el terreno común es posible porque todos formamos parte de la familia humana. Esperanza en que nunca se dice la última palabra para evitar un conflicto o resolverlo pacíficamente. Esperanza de que la paz no sea un sueño irrealizable".

En el contexto actual, reconoció Francisco, no es tarea fácil: "La voz de la razón y los llamados a la paz con frecuencia caen en saco roto", comentó. Pero precisamente la acción diplomática de la Santa Sede, que "de acuerdo con su propia naturaleza y su misión particular, se compromete a proteger la dignidad inviolable de toda persona, a promover el bien común y a fomentar la fraternidad humana entre todos los pueblos", tiene como objetivo mantener viva la esperanza.

Por último, saludando uno a uno a los nuevos embajadores, el Papa dirigió un pensamiento especial "al querido pueblo sirio, que todavía se está recuperando del reciente y violento terremoto, en medio de los continuos sufrimientos causados por el conflicto armado".

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