Papa: en Turquía, los líderes religiosos tienen "la obligación de informar de todas los violaciones de la dignidad y los derechos humanos"
Ankara (AsiaNews) - Los líderes religiosos tienen "la obligación de informar de todas los violaciones de la dignidad y los derechos
humanos", y debe recurrir a sus comunidades con "un mensaje claro" para "expresar que
el respeto mutuo
y la amistad son posibles, a pesar de las diferencias. Esta amistad, y en particular entre cristianos y musulmanes, además de ser un valor en
sí misma, adquiere especial significación
e importancia añadida en un momento de crisis como el nuestro",
que ve la "dramática situación" en el Medio Oriente.
Las responsabilidades de los líderes
religiosos y la contribución
concreta de que pueden y deben
hacer para construir el diálogo entre religiones y, por
tanto, de respeto mutuo y la amistad
fueron el foco de la segunda reunión de Francisco en Turquía, que abandonando el palacio presidencial, fue
a visita a la "Diyanet",
el Departamento de Asuntos Religiosos. Para
dar la bienvenida al Papa estuvo Mehmet Gormez (en la foto), presidente del Departamento,
que depende directamente del presidente
del Gobierno, y es la máxima autoridad del islam (suníes)
en el país.
"Las buenas relaciones y el diálogo
entre los dirigentes religiosos -
dijo el Papa - tiene gran importancia. Representa un claro
mensaje dirigido a las respectivas comunidades para expresar que el respeto
mutuo y la amistad son posibles, no obstante las diferencias. Esta amistad,
además de ser un valor en sí misma, adquiere especial significado y mayor
importancia en tiempos de crisis, como el nuestro, crisis que en algunas zonas
del mundo se convierten en auténticos dramas para poblaciones enteras. Hay
efectivamente guerras que siembran víctimas y destrucción; tensiones y
conflictos interétnicos e interreligiosos; hambre y pobreza que afligen a cientos
de millones de personas; daños al ambiente natural, al aire, al agua, a la
tierra".
"La situación en el Medio Oriente es
verdaderamente trágica, especialmente en Irak y Siria. Todos sufren las
consecuencias de los conflictos y la situación humanitaria es angustiosa.
Pienso en tantos niños, en el sufrimiento de muchas madres, en los ancianos,
los desplazados y refugiados, en la violencia de todo tipo. Es particularmente
preocupante que, sobre todo a causa de un grupo extremista y fundamentalista,
enteras comunidades, especialmente -aunque no sólo- cristianas y yazidíes,
hayan sufrido y sigan sufriendo violencia inhumana a causa de su identidad
étnica y religiosa. Se los ha sacado a la fuerza de sus hogares, tuvieron que
abandonar todo para salvar sus vidas y no renegar de la fe. La violencia ha
llegado también a edificios sagrados, monumentos, símbolos religiosos y al
patrimonio cultural, como queriendo borrar toda huella, toda memoria del otro".
"Como dirigentes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas las
violaciones de la dignidad y de los derechos humanos. La vida humana, don de
Dios Creador, tiene un carácter sagrado. Por tanto, la violencia que busca una
justificación religiosa merece la más enérgica condena, porque el Todopoderoso
es Dios de la vida y de la paz. El mundo espera de todos aquellos que dicen
adorarlo, que sean hombres y mujeres de paz, capaces de vivir como hermanos y
hermanas, no obstante la diversidad étnica, religiosa, cultural o ideológica. A
la denuncia debe seguir el trabajo común para encontrar soluciones adecuadas.
Esto requiere la colaboración de todas las partes: gobiernos, dirigentes
políticos y religiosos, representantes de la sociedad civil y todos los hombres
y mujeres de buena voluntad. En particular, los responsables de las comunidades
religiosas pueden ofrecer la valiosa contribución de los valores que hay en sus
respectivas tradiciones. Nosotros, los musulmanes y los cristianos, somos
depositarios de inestimables riquezas espirituales, entre las cuales
reconocemos elementos de coincidencia, aunque vividos según las propias
tradiciones: la adoración de Dios misericordioso, la referencia al patriarca
Abraham, la oración, la limosna, el ayuno... elementos que, vividos de modo
sincero, pueden transformar la vida y dar una base segura a la dignidad y la
fraternidad de los hombres. Reconocer y desarrollar esto que nos acomuna
espiritualmente -mediante el diálogo interreligioso- nos ayuda también a
promover y defender en la sociedad los valores morales, la paz y la libertad. A la comunidad católica de Ankara, 29 noviembre 1979). El común
reconocimiento de la sacralidad de la persona humana sustenta la compasión, la
solidaridad y la ayuda efectiva a los que más sufren. A este propósito,
quisiera expresar mi aprecio por todo lo que el pueblo turco, los musulmanes y
los cristianos, están haciendo en favor de los cientos de miles de personas que
huyen de sus países a causa de los conflictos. Y esto es un ejemplo concreto de
cómo trabajar juntos para servir a los demás, un ejemplo que se ha de alentar y
apoyar".
"He sabido con satisfacción de las buenas relaciones y de la colaboración entre la Diyanet y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Espero que continúen y se consoliden, por el bien de todos, porque toda iniciativa de diálogo auténtico es signo de esperanza para un mundo tan necesitado de paz, seguridad y prosperidad. Y también de dialogo. Espero que este diálogo se convierte en nuevas formas creativas".