Papa: el pecado también ha arruinado la creación, pero sabemos que Dios está preparando "tierra nueva"
"El orgullo humano explotando la creación, destruye. Pero el Señor no nos deja solos y también ante este escenario desolador nos ofrece una perspectiva nueva de liberación, de salvación universal". Para el sur de Sudán, donde "una grave crisis alimentaria que condena a la muerte por inanición millones de personas, entre ellos muchos niños", "no quedarse sólo en las declaraciones, sino hacer que la ayuda sea concreta".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El hombre, con su pecado, rompiendo la comunión con Dios, ha arruinado todo, incluso las cosas más bellas, incluso la creación, "don maravilloso que Dios ha puesto en nuestras manos." Como resultado de esto, "todo lo que nos rodea está gimiendo: gime la creación misma, gemimos los seres humanos y gime el Espíritu dentro de nosotros", pero "no son un lamento estéril, desconsolado" pero, y esto es la esperanza cristiana, "son los gemidos de una parturiente; son los gemidos de quien sufre, pero sabe que está por venir a la luz una nueva vida", " la nueva tierra que el Señor está preparando para la humanidad".
El tema: "En la esperanza nos reconocemos todos salvados" (cf. Rom 8.19 a 27) ha estado en el centro de las palabras que el Papa Francisco, continuando el ciclo de catequesis sobre el tema de la esperanza cristiana, dirigidas a las 20 mil personas en la Plaza de San Pedro para la audiencia general. Que dio ocasión a Francisco para renovar su llamamiento al martirizado Sudán del Sur. "De particular preocupación - dijo - las dolorosas noticias que llegan del atormentado Sudán del Sur, donde a un conflicto fratricida se une una grave crisis alimentaria que afecta a la Región del Cuerno de África y que condena a la muerte por hambre a millones de personas, entre ellos a muchos niños. En este momento, es más necesario que nunca el compromiso de todos a no quedarse sólo en declaraciones, sino a hacer que sean concretas las ayudas alimentarias y a permitir que puedan llegar a las poblaciones que sufren. El Señor sostenga a estos nuestros hermanos y a cuantos obran para ayudarlos".
Más temprano, el Papa, en su discurso, señaló que "a menudo nos vemos tentados a pensar que la creación es de nuestra propiedad, una posesión que podemos utilizar a nuestro gusto y que no debemos rendir cuentas a nadie." En cambio, en la Carta a los Romanos (8.19 a 27), "el Apóstol Pablo nos recuerda en cambio que la creación es un don maravilloso que Dios ha puesto en nuestras manos, para que podamos entrar en relación con Él y podamos reconocer la huella de su designio de amor, a cuya realización estamos llamados todos a colaborar, día a día. Pero cuando se deja llevar por el egoísmo, el ser humano termina por destruir incluso las cosas más bellas que le han sido confiadas. Y así ha sucedido también con la creación. Pensemos en el agua. El agua es una cosa bellísima y muy importante; el agua nos da la vida, nos ayuda en todo. Pero para explotar los minerales se contamina el agua, se ensucia la creación y se destruye la creación. Este es sólo un ejemplo. Existen otros”.
“Con la experiencia trágica del pecado, rota la comunión con Dios, hemos infringido la originaria comunión con todo aquello que nos rodea y hemos terminado por corromper la creación, haciéndola así esclava, sometida a nuestra caducidad. Y lamentablemente la consecuencia de todo esto está dramáticamente ante nuestros ojos, cada día. Cuando rompe la comunión con Dios, el hombre pierde su propia belleza originaria y termina por desfigurar alrededor de sí cada cosa; y donde todo antes hablaba del Padre Creador y de su amor infinito, ahora lleva el signo triste y desolado del orgullo y de la voracidad humana. El orgullo humano explotando la creación, destruye. Pero el Señor no nos deja solos y también ante este escenario desolador nos ofrece una perspectiva nueva de liberación, de salvación universal. Es aquello lo que Pablo pone en evidencia con alegría, invitándonos a poner atención a los gemidos de la entera creación. Los gemidos de la entera creación… Expresión fuerte. Si ponemos atención, de hecho, alrededor nuestro todo clama: clama la misma creación, clamamos nosotros los seres humanos y clama el Espíritu dentro de nosotros, en nuestro corazón. Ahora, estos clamores no son un lamento estéril, desconsolado, sino – como precisa el Apóstol – son los gemidos de una parturiente; son los gemidos de quien sufre, pero sabe que está por venir a la luz una nueva vida. Y en nuestro caso es de verdad así. Nosotros estamos todavía luchando con las consecuencias de nuestro pecado y todo, alrededor nuestro, lleva todavía el signo de nuestras debilidades, de nuestras faltas, de nuestras cerrazones. Pero, al mismo tiempo, sabemos de haber sido salvados por el Señor y ya se nos es dado contemplar y pregustar en nosotros y en lo que nos rodea los signos de la Resurrección, de la Pascua, que opera una nueva creación".
"Este es el contenido de nuestra esperanza. El cristiano no vive fuera del mundo, sabe reconocer en la propia vida y en lo que lo circundan los signos del mal, del egoísmo y del pecado. Es solidario con quien sufre, con quien llora, con quien es marginado, con quien se siente desesperado… Pero, al mismo tiempo, el cristiano ha aprendido a leer todo esto con los ojos de la Pascua, con los ojos del Cristo Resucitado. Y entonces sabe que estamos viviendo el tiempo de la espera, el tiempo de un deseo que va más allá del presente, el tiempo del cumplimiento. En la esperanza sabemos que el Señor quiere sanar definitivamente con su misericordia los corazones heridos y humillados y todo los que el hombre ha deformado en su impiedad, y que de este modo Él regenerará un mundo nuevo y una humanidad nueva, finalmente reconciliada en su amor”.
“Cuantas veces nosotros cristianos estamos tentados por la desilusión, por el pesimismo… A veces nos dejamos llevar por el lamento inútil, o quizás nos quedamos sin palabras y no sabemos ni siquiera que cosa pedir, que cosa esperar… Pero todavía una vez más viene en nuestra ayuda el Espíritu Santo, respiro de nuestra esperanza, el cual mantiene vivo el clamor y la espera de nuestro corazón. El Espíritu ve por nosotros más allá de las apariencias negativas del presente y nos revela ya ahora los cielos nuevos y la tierra nueva que el señor está preparando para la humanidad”.
17/12/2016 13:14
23/12/2015