Papa: desde la cruz, Cristo nos pide ojos y corazón para los abandonados de hoy

A su regreso del hospital, Francisco presidió la larga liturgia del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro. Entre los "Cristos abandonados" de nuestro tiempo están las personas que la explotación y la pobreza arrojan a las encrucijadas de nuestras calles, pero también "los niños no nacidos y los ancianos que se quedan solos". La oración y una rama de olivo, símbolo de la paz de Cristo para el martirizado pueblo de Ucrania.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Jesús abandonado en la cruz "nos pide tener ojos y corazón" para los "cristianos abandonados" de hoy. Aquellos que la explotación y la pobreza arrojan a las encrucijadas de nuestras calles, pero también los más invisibles como "los niños por nacer o los ancianos solos". Es a ellos a quienes el Papa Francisco nos ha invitado a mirar esta mañana desde la Plaza de San Pedro al inicio de esta Semana Santa.

Después de regresar ayer por la mañana al Vaticano de su internación en el Hospital Gemelli, el pontífice presidió regularmente la larga liturgia del Domingo de Ramos, asistido en el altar por el card. Leonardo Sandri, subdecano del Sacro Colegio y prefecto emérito del Dicasterio de las Iglesias Orientales. Y al final de la celebración -después de agradecer a las numerosas personas que habían intensificado sus oraciones por él en los últimos días- Francisco recorrió toda la plaza saludando a los aproximadamente 60.000 romanos y peregrinos presentes. Al inicio, como de costumbre, fue él mismo quien bendijo las ramas de olivo desde el obelisco y después realizó la breve procesión en el papamóvil.

En su homilía -comentando el relato de la pasión según Mateo que propone la liturgia de hoy- el Papa se detuvo precisamente en la pregunta de Jesús en la cruz "Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?". "En la hora más trágica -comentó-, Jesús experimenta el abandono de Dios. Nunca antes había llamado al Padre con el nombre genérico de Dios. Para transmitirnos la fuerza de ese hecho, el Evangelio recoge también la frase en arameo: es la única, entre las palabras que dijo Jesús en la cruz, que nos llega en la lengua original. Ve el cielo cerrado, experimenta la frontera amarga del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbe de toda certeza: grita el porqué de los porqués".

"El verbo 'abandonar' es fuerte en la Biblia -añadió-; aparece en los momentos de dolor extremo: en los amores frustrados, denegados y traicionados; en los hijos rechazados y abortados; en las situaciones de repudio, viudez y orfandad; en los matrimonios agotados, en las exclusiones que privan de lazos sociales, en la opresión de la injusticia y en la soledad de la enfermedad: en fin, en las más drásticas laceraciones de los vínculos. Cristo cargó con ello en la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo".

Pero el hecho importante es el motivo por el que experimenta todo esto: "Hermano, hermana -dijo Francisco dirigiéndose directamente a los fieles-, lo hizo por mí, por ti, para que cuando yo, tú o cualquiera se vea entre la espada y la pared, perdido en un callejón sin salida, sumido en el abismo del abandono, arrastrado por el vórtice del 'por qué', pueda haber esperanza. Este no es el final, porque Jesús ha estado allí y ahora está contigo. Tú estás ahí, Jesús; en mis fracasos, tú estás conmigo; cuando me siento mal y perdido, cuando ya no puedo más, tú estás ahí, tú estás conmigo".

En el abandono Jesús se encomienda. "No sólo eso: en el abandono sigue amando a los suyos que lo habían dejado solo y perdona a sus crucificadores. Hermanos y hermanas, un amor así, todo por nosotros, hasta el final, puede transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne, capaces de sentir piedad, ternura, compasión. Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo están los necesitados, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana".

De ahí la invitación a cuidar de los hermanos que más se le parecen, los muchos "cristos abandonados" de hoy. "Pienso en aquel hombre considerado 'de la calle', un alemán, que murió bajo la columnata, solo, abandonado -recordó-. Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en las encrucijadas de nuestras calles y cuya mirada no tenemos el valor de encontrar; migrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas. Pero también hay tantos cristianos abandonados, invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco: niños no nacidos, ancianos a los que se deja solos, enfermos a los que no se visita, discapacitados a los que se ignora, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor. Y no encuentran otro camino que el suicidio. Los abandonados de hoy. Los cristos de hoy".

Para los "discípulos del Abandonado" nadie puede quedar solo: "recordemos -advirtió el Papa- que los rechazados y excluidos son iconos vivientes de Cristo, nos recuerdan su amor loco, su abandono que nos salva de toda soledad y desolación. Pidamos hoy esta gracia: saber amar a Jesús abandonado y saber amar a Jesús en cada persona abandonada".

En este sentido -al final de la celebración, antes del rezo del Ángelus- Francisco volvió a dirigir su mirada a los pueblos afectados por la guerra. Lo hizo dirigiendo su bendición a la Caravana de la Paz que en estos días ha partido de Italia hacia Ucrania, por iniciativa de diversas asociaciones, para llevar artículos de primera necesidad, ramos de olivo símbolo de la paz de Cristo. "Nos unimos a este gesto con la oración", concluyó el Papa, "que será más intensa durante los días de Semana Santa".