Papa: coronavirus, recemos por las autoridades, que deben hacer elecciones impopulares
La indiferencia es que “olvidamos a los niños hambrientos, olvidamos a aquella pobre gente que en las fronteras d los países, que busca la libertad, estos migrantes forzados que escapan del hambre y por la guerra y solamente encuentran un muro, un muro hecho de hierro, un muro de alambre, pero un muro que no los deja pasar. Sabemos que existe esto, pero el corazón no va… Nosotros vivimos en la indiferencia”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Recemos por las autoridades: “ellos deben decidir, y muchas veces decidir sobre medidas que no le gustan al pueblo”. En la introducción a la misa celebrada hoy en la casa Santa Marta, el Papa invitó a rezar por quienes deben tomar decisiones, además que por los enfermos, “por los familiares por los padres con los niños en casa y sobre todo yo quisiera pedir rezar por las autoridades, ellos deben decidir, y muchas veces decidir sobre medidas que no le gustan al pueblo, pero es por nuestro bien. Muchas veces las autoridades se sienten solas, no entendidas. Recemos por nuestros gobernantes que deben tomar las decisiones de estas medidas para que se sientan acompañadas por la oración del pueblo”.
Durante su homilía, el Santo Padre se centró en la narración del Evangelio del rico epulón y del pobre Lázaro de San Lucas (16:19-31), exhortó a no estar indiferentes frente al drama de cuantos, sobre todo los niños que tienen hambre o escapan de las guerras y se encuentran delante de sí sólo un muro.
“Esta narración de Jesús- es muy clara- es muy clara. Puede parece una narración para niños, muy simple. Jesús quiere indicar con esto no solo una historia sino la posibilidad de que toda la humanidad viva así, también nosotros vivimos así”. Dos hombres, uno satisfecho, que sabía vestirse bien, quizás buscaba a los mejores estilistas del tiempo para vestirse; vestía ropas de púrpura y lino finísimo. Y también la pasaba bien, porque cada día daba opíparos banquetes. Él era feliz así, no tenía preocupaciones, tomaba alguna precaución, quizá alguna medicina en contra del colesterol, pero continuaba en los banquetes. Así la vida iba bien, estaba tranquilo”.
“En su puerta estaba un pobre, Lázaro se llamaba, él sabía que estaba el pobre así, pero le parecía natural: ‘Yo la paso bien y este… pero así es la vida, que se arregle’. Al máximo, quizás-no lo dice el Evangelio- a veces le enviaba algunas sobras. Y así pasó la vida de estos dos. Ambos pasaron por la Ley de todos nosotros: morir. Murió el rico y murió Lázaro. El Evangelio dice que Lázaro fue llevado al Cielo, junto a Abraham… sobre el rico se dice sólo: ‘Fue sepultado’. Punto. Y termina”.
“Hay dos cosas-evidenció Francisco- que afectan: el hecho que el rico supiese que estaba este pobre y que conociese el nombre, Lázaro. Pero no le importaba, le parecía natural. El rico quizás segía sus negocios que en concreto iban contra los pobres. Conocía muy claramente, estaba informado sobre esta realidad. Y la segunda cosa que me toca mucho es la palabra ‘gran abismo’ que Abraham dice al rico: "Hay un gran abismo entre nosotros, no podemos comunicarnos, no podemos pasar de un lado a otro …Todos sabemos, porque lo hemos oído en las noticias o lo hemos visto en los periódicos, cuántos niños sufren hambre en el mundo hoy en día; cuántos niños no tienen las medicinas necesarias; cuántos niños no pueden ir a la escuela. Continentes, con este drama: lo sabemos. Eh, pobrecitos... y seguimos con nuestra vida. Esta información no llega al corazón, y muchos de nosotros, muchos grupos de hombres y mujeres viven en este desapego entre lo que piensan, lo que saben y lo que sienten: el corazón está desprendido de la mente. Son indiferentes. Como el rico era indiferente al dolor de Lázaro. Aquí está el abismo de la indiferencia”.
“En Lampedusa, cuando fui por primera vez y ver la difícil situación de los migrantes, el Papa retomó la situación actual que vive Italia con la pandemia del coronavius. Hoy, en Roma, dijo, estamos todos preocupados porque "parece que las tiendas están cerradas” y no puedo seguir mi estilo de vida, mis paseos, moverme con facilidad y libertad. Una vez más aseveró. estamos preocupados por nuestras cosas. Sin pensar, que los problemas de los migrantes, persisten, que existe aún el hambre en el mundo. "Y nos olvidamos de los niños hambrientos, olvidamos a esos pobres que, en las fronteras de los países, buscando la libertad, esos migrantes forzados que huyen del hambre y de la guerra y sólo encuentran un muro, un muro de hierro, un muro de alambre de púas, un muro que no los deja pasar. Sabemos que esto existe, pero el corazón se siente afectado. Sabemos que existe esto, pero no llega al corazón...Nosotros vivimos en la indiferencia: la indiferencia es este drama de estar bien informado pero no sentir la realidad de los otros. Este es el abismo: el abismo de la indiferencia”.
“Luego hay otra cosa que nos llama la atención, Aquí sabemos el nombre del pobre, Lázaro”, también el rico lo sabía, porque cuando estaba en los infiernos pidió a Abraham que enviara a Lázaro, lo reconoce, pero “no sabemos el nombre del rico, el Evangelio no dice cómo se llamaba este señor, no tenía nombre, había perdido el nombre, solamente tenía los adjetivos de su vida, rico, poderoso, tantos adjetivos. Esto es lo que hace el egoísmo en nosotros, hace perder nuestra identidad real, nuestro nombre, y solamente nos lleva a evaluar los adjetivos”. “La mundanidad nos ayuda en esto, hemos caído en la cultura de los adjetivos, en donde tu valor es lo que tienes, pero cómo te llamas, has perdido el nombre. La indiferencia lleva a esto, a perder el nombre, solamente somos los ricos, somos este, somos el otro, somos los adjetivos”.
“Pidamos hoy al Señor-concluyó- la gracia de no caer en la indiferencia. Que toda la información de los dolores humanos que tenemos bajen al corazón, y nos muevan a hacer algo por los otros”.
21/01/2019 13:22
28/08/2016 13:40