Papa: construir puentes con la cultura, con quien no cree o tiene un credo distinto del nuestro
“Inculturar con delicadeza el mensaje de la fe” fue el tema al cual estuvo dedicada la catequesis de Papa Francisco en la audiencia general de hoy. “El mes de noviemvre, dedicado a la memoria y a la oración por los difuntos, ha de ser para todos la ocasión para reconsiderar el significado de la existencia humana y de la vida eterna”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Construir puentes con la cultura, con quien no cree o tiene un credo distinto del nuestro. Siempre construir puentes, siempre tender la mano”, como muestra la actitud que tuvo san Pablo en Atenas. “Inculturar con delicadeza el mensaje de la fe”, fue el tema al cual el Papa Francisco dedicó la catequesis, durante la audiencia general de hoy.
Dirigiéndose a las 20.000 personas presentes en Plaza San Pedro, Francisco, continuando con el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, habló de Pablo en el Aerópago.
Al llegar a Atenas, dijo el Papa, “el Apóstol «se estremece por dentro al ver la ciudad llena de ídolos» (Hechos 17,16). Sin embargo, este ‘impacto’ con el paganismo, lejos de hacerlo huir, lo empuja a crear un puente para dialogar con aquella cultura. Pablo elige comenzar a familiarizarse con la ciudad y así, empieza a frecuentar a las personas y los lugares más significativos. Va a la sinagoga, símbolo de la vida de fe; va a la plaza, símbolo de la vida ciudadana; y va al Aerópago, símbolo de la vida política y cultural. Entra en contacto con judíos, con filósofos epicúreos y estoicos, y muchos más; no se cierra, va y habla con toda la gente. De esta forma, Pablo observa la cultura y el ambiente de Atenas «partiendo de una mirada contemplativa», que descubre «a ese Dios que habita en sus casas, en sus calles, en sus plazas» (Evangelii gaudium, 71)”.
“Pablo no mira la ciudad de Atenas y el mundo pagano con hostilidad, sino con los ojos de la fe”. “Pablo elige la mirada que lo empuja a abrir una puerta entre el Evangelio y el mundo pagano. En el corazón de una de las instituciones más célebres del mundo antiguo, el Aerópago, él realiza un extraordinario ejemplo de inculturación del mensaje de la fe: anuncia a Jesucristo a los adoradores de ídolos, y no lo hace agrediéndolos, sino haciéndose «pontífice, constructor de puentes» (Homilía en Santa Marta, 8 de mayo de 2013)”.
“Pablo comienza aludiendo al altar de la ciudad dedicado a «un dios desconocido» (Hechos 17,23), y parte de esa ‘devoción’ para entrar en una empatía con sus oyentes, proclama que Dios «vive entre los ciudadanos» (Evangelii gaudium, 71) y «no se oculta a aquellos que lo buscan con corazón sincero, aunque lo hagan a tientas» (ibid.). Es justamente esta presencia lo que Pablo trata de develar: «Ese a quien ustedes adoran sin conocerlo, eso vengo yo a anunciarles» (Hechos 17,23). Para revelar la identidad del dios que adoran los atenienses, el Apóstol parte de la creación, es decir, de la fe bíblica en el Dios de la revelación, para luego llegar a la redención y al juicio, es decir, al mensaje propiamente cristiano. Él muestra la desproporción entre la grandeza del Creador y los templos construidos por el hombre, y explica que el Creador siempre se hace buscar, para que cada quien pueda encontrarlo. De esta manera, Pablo «anuncia a Aquél que los hombres ignoran, pero que sin embargo, conocen: Lo Ignoto-Conocido» (BENEDICTO XVI, Encuentro con el mundo de la cultura en el Collège des Bernardins, 12 septiembre de 2008). Hay una bella expresión del Papa Benedicto: ‘lo ignoto conocido’.
“Luego, invita a todos a ir más allá de los «tiempos de la ignorancia» y a decidirse por la conversión, en vista del juicio inminente. Así, Pablo aborda el kerygma y alude a Cristo, sin mencionarlo, definiéndolo como el «hombre que Él ha designado, dando a todos una garantía al resucitarlo de entre los muertos» (Hechos 17,31). Y aquí surge el problema: la predicación de Pablo, que hasta ese momento había dejado atónitos a sus interlocutores, se topa con un obstáculo: la muerte y resurrección de Cristo parece una «insensatez» (1Cor 1,23) e suscita burlas y escarnio”. “Entonces, Pablo se aleja: su intento parece haber fracasado, y sin embargo algunos adhieren a sus palabras y se abren a la fe. Entre ellos figura un hombre, Diógenes, miembro del Aerópago, y una mujer, Damaris. Y el caso es que también en Atenas, el Evangelio echa raíces y puede valerse de dos voces: la del hombre, y la de la mujer!”.
“Frente a tantos sufrimientos de nuestro tiempo – dijo luego, en el saludo a los fieles árabes - pidamos al Señor que haga de nosotros constructores de puentes, y que abra nuestros corazones a las necesidades de los carenciados, de los indefensos, de los pobres, de los desocupados, y de quien toca a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad”.
“Que el mes de noviembre - dijo, por último, al saludar a los italianos -, dedicado a la memoria y a la oración por los difuntos, sea para todos una ocasión para reconsiderar el significado de la existencia humana y de la vida eterna. Que este tiempo sea un aliento, para comprender que la vida tiene un gran valor si se la vive como don, no solo para sí mismo, sino también para Dios y para el prójimo”.
23/12/2015
02/05/2017 13:54