Papa: La solidaridad cristiana no es asistencia social, sino una expresión irrenunciable de la naturaleza de la Iglesia’
En la audiencia general en el aula Pablo VI, el Papa Francisco pone en luz la práctica del compartir y de la ayuda a los pobres, típica de las primeras comunidades cristianas. El ejemplo positivo de Bernabé, el ejemplo negativo de Ananías y Safira, marcado por la hipocresía. “Una vida construida sólo sobre el sacar provecho y ventajas de las situaciones a expensas de los otros, provoca inevitablemente la muerte interior”. La niña que pasea delante del pontífice.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La solidaridad cristiana no es “asistencia social”, sino la “expresión irrenunciable de la naturaleza de la Iglesia, madre tierna de todos, especialmente de los más pobres”. Así, el Papa Francisco concluyó su catequesis hoy en el aula Pablo VI, dedicada al tema “Entre ellos todo estaba en común”, referido al pasaje de los Hechos de los Apóstoles 4, 32. 34-35. El pontífice subrayó cómo la comunión espiritual entre los cristianos se expresa en el “poner en común” los bienes y en la ayuda a los pueblos. Él interrumpió varias veces el texto preparado agregando frases como “la conversión es verdadera conversión si llega a los bolsillos”,; “Cuando la conversión toca el propio interés, entonces es una verdadera conversión”.
“La vida eucarística, las oraciones, la predicación de los Apóstoles y la experiencia de la comunión (cfr Hech.2,42)-explicó el Papa-hacen de los creyentes una multitud de personas que tienen “un solo corazón y una sola alma” y que no consideran como su propiedad aquello que poseen, sino que tienen todo en común (cfr.Hech. 4,32). Por este motivo “nadie (...) entre ellos tenía necesidades, porque cuantos poseían campos o casas los venden, llevan lo adquirido de lo que fue vendido y lo depositaban a los pies de los apóstoles, luego se distribuía a cada uno según su necesidad” (Hch. 4,34-35)... esta praxis tenía como finalidad a tener lejos la plaga de la pobreza, que es un compromiso de la Iglesia de ayer y de todos los tiempos”.
Francisco cita la decisión del Concilio de Jerusalén, en el cual se da a Pablo y Bernabé el mandato de evangelizar a los paganos y “les piden solamente que se acuerden de los pobres (cfr 1Cor 16,1, 2 Cor 8-9)”.
El Papa cita el ejemplo de Bernabé, citado en el libro de los Hechos, que “posee un campo y lo vende para consignar el ingreso a los Apóstoles (cfr Hech 4,36-37). Pero también hay un “ejemplo negativo”; “Ananías y su esposa Safira, habiendo vendido un terreno, deciden consignar sólo una parte a los Apóstoles y retener la otra para sí mismos (cfr Hech 5, 1.2). Este engaño interrumpe la cadena del compartir gratuito, sereno y desinteresado y las consecuencias son trágicas, fatales (Hech 5,5.10)”.
“Esta actitud. que Juan Crisóstomo define un verdadero y propio “sacrilegio” (Homilía sobre los Hechos de los Apóstoles, 12)-procura a ambos la muerte. Venir menos a la sinceridad del compartir, de hecho, significa cultivar la hipocresía, alejarse de la verdad, volverse egoístas, apagar el fuego de la comunión y destinarse al hielo de la muerte interior.
Quien se comporta así transita en la Iglesia como un turista que aloja en un hotel, no la vive como una casa y como su familia. Una vida construida sólo sobre el sacar provecho y ventajas de las situaciones a expensas de los otros, provoca inevitablemente la muerte interior. Una rama separado del tronco y de las otras ramas, de hecho, se seca y muere (cfr Jn 15,6)”.
“El Señor-concluyó- derrame sobre nosotros su Espíritu de ternura, que vence toda hipocresía y pone en círculo esta verdad que nutre la solidaridad cristiana, la cual, lejos de ser actividades de asistencia social es la expresión irrenunciable de la naturaleza de la Iglesia, madre tierna de todos, especialmente de los más pobres”.
Entre los peregrinos que han llenado el aula Pablo Vi, había fieles de Japón y del Líbano, Jordania y otros países de Oriente Medio.
Al final de la audiencia, el Papa hizo notar a la niña que durante su catequesis continuó paseando de atrás para adelante sobre el palco, descansando también en los peldaños. Ella-dijo el pontífice- “está enferma y no sabe lo que hace”. Y preguntó a los presentes si viéndola, no “han rezado por ella”.
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