Papa: La revolución de Jesús, pasar ‘del odio, al amor por el enemigo’

Un nuevo llamamiento por la paz en Siria: “Al otro lado de este mar, en particular en el noroeste de Siria, se consuma una enorme tragedia”. “El Señor… nos ha pedido el extremismo de la caridad. Es el único extremismo cristiano: el del amor”.

Bari (AsiaNews) – “Esta es la revolución de Jesús, la más grande de la historia: la que pasa del odio al amor por el enemigo, del culto a la lamentación a la cultura del don. ¡Si pertenecemos a Jesús, este es el camino!”. Es la invitación de Papa Francisco a los fieles que ayer se reunieron en Bari, durante la misa celebrada al término del encuentro de oración y reflexión sobre el tema “Mediterráneo, frontera de paz”, un evento en el cual participaron 58 obispos y patriarcas ligados a las culturas y naciones del Mediterráneo.

Al terminar la misa, y antes del rezo del Ángelus, el pontífice pidió nuevamente que se detenga la guerra en el noroeste de Siria.

En el comentario del Evangelio de hoy (7mo domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A, Mateo 5, 38-48), el pontífice se detuvo muchas veces en la invitación de Jesús, de amar a los enemigos, y rechazó algunas objeciones fáciles: “Podríamos pensar que esta enseñanza de Jesús esconde una estrategia: al final, el malvado se dará por vencido. Pero no es este el motivo por el que Jesús pide que amemos incluso a los que nos hacen daño. Entonces, ¿cuál es la razón? Que el Padre, nuestro Padre, ama siempre a todos, aún cuando no es correspondido… Así lo hizo Jesús. No señaló con el dedo a los que lo condenaron injustamente y lo mataron de manera cruel, sino que les abrió los brazos en la cruz. Y perdonó a quienes lo crucificaron (cf. Lc 23,33-34)”.

“El Señor – prosiguió - no fue prudente, no hizo concesiones, nos pide el extremismo de la caridad. Este es el único extremismo cristiano: el del amor”.

“Sin embargo, podrías objetar: “Sí, comprendo la grandeza del ideal, pero la vida es otra cosa. Si amo y perdono, no sobrevivo en este mundo, donde prevalece la lógica de la fuerza y donde parece que todos piensan sólo en sí mismos”. Pero, entonces, ¿la lógica de Jesús es un fracaso? A los ojos del mundo Él es un perdedor, pero a los ojos de Dios es un ganador. En la segunda lectura, San Pablo nos recordaba: «Que nadie se engañe […]. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios» (1 Co 3,18-19). Dios ve más allá. Él sabe cómo ganar. Sabe que el mal sólo se puede vencer con el bien. Nos salvó así: no con la espada, sino con la cruz. Amar y perdonar es vivir como ganadores. En cambio, perderíamos si defendiéramos la fe con la fuerza. El Señor también nos repetiría a nosotros

las palabras que dijo a Pedro en Getsemaní: «Mete la espada en la vaina» (Jn 18,11). En los Getsemaní de hoy, en nuestro mundo indiferente e injusto, donde parecería que se asiste a la agonía de la esperanza, el cristiano no puede comportarse como aquellos discípulos, que primero tomaron la espada y luego huyeron. No, la solución no es desenvainar la espada contra alguien, ni tampoco huir de los tiempos que nos toca vivir. La única solución es el camino de Jesús: el amor activo, el amor humilde, el amor «hasta el extremo» (Jn 13,1)”.

“Podríamos preguntarnos, al fin de cuentas: “Y nosotros, ¿lo lograremos?”. Si la meta fuera imposible, el Señor no nos hubiera pedido que la alcanzáramos. Pero solos es difícil; es una gracia que debemos implorar. Se necesita pedir a Dios la fuerza para amar, decirle: “Señor, ayúdame a amar, enséñame a perdonar. Solo no puedo hacerlo, te necesito”. Y también pedirle la gracia de ver a los demás no como obstáculos y complicaciones, sino como hermanos y hermanas a quienes amar”.

Antes de concluir la celebración eucarística, citando una vez más el encuentro que acababa de terminar, sobre el tema “Mediterráneo, frontera de paz”, Francisco hizo un nuevo llamamiento por la población siria, recordando que “del otro lado de mar, en particular en el noroeste de Siria, se consuma una inmensa tragedia. Desde nuestros corazones de pastores se eleva un fuerte llamamiento a las partes involucradas y a la comunidad internacional, para que silencien el estruendo de las armas y escuchen el llanto de los niños y de los indefensos; para que se pongan de lado los cálculos y los intereses, a fin de salvaguardar la vida de los civiles y de tantos niños inocentes que pagan las consecuencias por ello”.