Papa: La Santa Sede ‘apoya e impulsa’ la cumbre inter-coreana entre Moon Jae-in y Kim Jong-un
Al final de la audiencia general, el Papa Francisco hace un llamamiento por la paz en la península coreana, asegurando su oración para la Cumbre. La catequesis sobre el bautismo se centró en “la fuerza para vencer el mal”. El valor de la unción con el aceite de los catecúmenos, similar al aceite que los luchadores utilizaban antiguamente. “Es cansador luchar contra el mal, huir de sus engaños, recuperar fuerzas luego de una lucha agotadora, pero debemos saber que toda la vida cristiana es un combate. Y también hemos de saber que no estamos solos”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La Santa Sede ‘apoya e impulsa’ cualquier iniciativa de paz para la península coreana, y en particular la Cumbre intercoreana, fijada para el 27 de abril, en la cual habrán de encontrarse los dos presidentes, el de Corea del Sur y el de Corea del Norte, Moon Jae-in y Kim Jong-un respectivamente. Es cuanto dijo el Papa Francisco, al culminar la audiencia general llevada a cabo hoy en Plaza San Pedro.
La Iglesia de Corea aguardaba esperanzada el llamamiento del pontífice . Al hablar frente a más de 30.000 fieles presentes, el Papa dijo: “El próximo viernes 27 de abril, en Panmunjom se llevará a cabo la Cumbre Inter-coreana, en la cual participarán los líderes de las dos Coreas, el Sr. Moon Jae-in y el Sr. Kim Jong Un. Dicho encuentro será una ocasión propicia para emprender un diálogo transparente y un camino concreto de reconciliación y de renovada fraternidad, a fin de garantizar la paz en la Península coreana y en el mundo entero. Aseguro al pueblo coreano, que desea ardientemente la paz, mi oración personal y la cercanía de toda la Iglesia. La Santa Sede acompaña, apoya e impulsa cuaquier iniciativa útil y sincera tendiente a construir un futuro mejor, bajo el signo del encuentro y de la amistad entre los pueblos. A aquellos que tienen responsabilidades políticas directas, les pido tener el coraje de la esperanza, convirtiéndose en “artesanos” de la paz, mientras los exhorto a proseguir, con confianza, el camino emprendido por el bien de todos”.
Previo a ello, en la audiencia, el Papa se había centrado en el tema del bautismo y en particular, en “la fuerza para vencer el mal”.
Primero, el pontífice describió el camino que los catecúmenos recorren para recibir el bautismo, “sacramento de la fe”: “Educados en la escucha de Jesús, de su enseñanzas y de sus obras, los catecúmenos reviven la experiencia de la mujer samaritana sedienta de agua viva, del ciego de nacimiento que abre sus ojos a la luz, de Lázaro saliendo del sepulcro. El Evangelio conlleva la fuerza de transformar a quien lo recibe con fe, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría y con una vida renovada”.
“Jamás se va solos a la fuente bautismal, sino [que se va] acompañados por toda la Iglesia, tal como lo recuerdan las letanías de los Santos, que preceden a la oración de exorcismo y a la unción pre-bautismal con el aceite de los catecúmenos. Éstos son gestos que, desde la Antigüedad, aseguran a quienes se disponen a renacer como hijos de Dios, que la oración de la Iglesia los asiste en la lucha contra el mal, y los acompaña por la vía del bien, los ayuda a escapar del poder del pecado para pasar al reino de la gracia divina. Por eso, el camino de los catecúmenos adultos está marcado por reiterados exorcismos, que son pronunciados por el sacerdote (cfr. CCC, 1237), es decir, por oraciones en las cuales se invoca la liberación de todo aquello que los separa de Cristo e impide la unión íntima con Él. Incluso en el caso de los niños, se pide a Dios que los libere del pecado original y que sean consagrado como morada del Espíritu Santo (cfr. Rito del Bautismo de los niños, n. 56). Como bien testimonian los Evangelios. Jesús mismo combatió el mal y expulsó a los demonios para manifestar el acontecimiento del Reino de Dios (cfr. Mt 12,28): su victoria sobre el poder del maligno deja el espacio libre para el señorío de Dios que alegra y reconcilia con la vida”.
“El Bautismo ya no es más una fórmula mágica, sino un don del Espíritu Santo, que permite que quien lo recibe pueda «luchar contra el Espíritu del mal», creyendo que «Dios ha enviado al mundo a Su Hijo para destruir el poder de Satanás y hacer que el hombre pase de las tinieblas a su reino de luz infinita» (cfr. Rito del Bautismo de los niños, n. 56). Sabemos, por experiencia, que la vid cristiana siempre está sujeta a la tentación de separarse de Dios, de su voluntad, de la comunión con él, para recaer en lo lazos de las seducciones mundanas”. Por eso, explica Francisco, en el rito del bautismo se hace la unción en el pecho con el aceite de los catecúmenos: “Por la propiedad del aceite, de penetrar en los tejidos del cuerpo aportando beneficios, los antiguos luchadores solían lubricarse con aceite para tonificar los músculos y para huir más fácilmente, evitando ser atrapados por el adversario. A la luz de este simbolismo, los cristianos de los primeros siglos adoptaron la costumbre de untar el cuerpo de los candidatos al Bautismo con el aceite bendecido por el Obispo, a fin de significar, mediante este «signo de salvación», que el poder de Cristo Salvador fortifica, para luchar contra el mal y vencerlo (cfr. Rito del Bautismo de los niños, n. 105)”.
“En cansador combatir contra el mal –concluyó- huir de sus engaños, recobrar la fuerza luego de una lucha agotadora, pero debemos saber que toda la vida cristiana es un combate. Sin embargo, también debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia ruega para que sus hijos, regenerados en el Bautismo, no sucumban a las insidias del maligno, sino que las venzan por el poder de la Pascua de Cristo. Fortalecidos por el Señor Resucitado, que ha derrotado al príncipe de este mundo (cfr. Jn 12,31), también nosotros podemos repetir con la misma fe de San Pablo: «Todo lo puedo en Aquél que me da la fuerza» (Fil 4,13)”.
18/10/2018 12:55
27/04/2018 14:25