Papa Francisco a los aborígenes de Chiapas: El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita.
En la misa en San Cristóbal de Las Casas estuvieron presentes quizás un millón de aborígenes de diversas etnias. Incienso, cantos, decoraciones, lecturas, oraciones, cantos de la cultura aborigen. El recuerdo de las opresiones y de Dios, que libera ofreciendo a Su Hijo, que “se hace Camino, se hace Verdad, se hace Vida, para que las tinieblas no tengan la última palabra y el alba no deje de venir sobre la vida de sus hijos”. Los aborígenes tienen “mucho que enseñar” a la hora de afrontar la crisis ambiental. La danza final.
San Cristobal de Las Casas (AsiaNews) – “¡El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita!”: así habló el Papa Francisco a las comunidades de los aborígenes de Chiapas -13 grupos étnicos- casi todos presentes en la misa celebrada esta mañana (hora local) en el gran centro deportivo municipal. Para el pontífice, los aborígenes “saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como «fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano» (Aparecida, 472)”. Por eso, ellos son un modelo que puede ayudar al mundo actual a reencontrar un nuevo respeto por la madre tierra y por el hombre: “El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos (cf. Laudato sì,14) y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos”.
Son justamente los aborígenes los protagonistas absolutos de la misa en San Cristóbal, la diócesis que en el siglo XVI tuvo como primer obispo al dominicano Bartolomé de las Casas, el apóstol de los indios y de sus derechos.
Hay cientos de miles, quizás, un millón de personas, que han venido de zonas incluso lejanas, con medios pobres. En la masa humana que se extiende ante el altar, decorado con enormes flores pintadas, puede verse a ancianos y jóvenes, personas vestidas con los trajes tradicionales y otras con camisa y corbata. La gente, alentada por la voz que hace de guía, grita las “letanías” para el Papa Francisco, “Papa del pueblo, de la paz; de la paz, de la lucha, de la justicia, de los pueblos indígenas, del pueblo Maya, del respeto por la Madre Tierra”.
También el rito es enriquecido por los símbolos indígenas. La incensación, por ejemplo, es llevada a cabo por el diácono, pero también por dos mujeres que llevan un recipiente con carbones encendidos, del cual sale un denso humo de incienso. Las lecturas fueron proclamadas en las lenguas locales y también la homilía del Papa, en español, fue “traducida” en dos lenguas étnicas. Un sacerdote aborigen incluso rezó una oración especial en su lengua, recordando todas las opresiones, la violencia, la marginación de la cual su gente es objeto.
En su homilía, el Papa valorizó la cultura indígena, a diferencia de lo que sucede actualmente: “Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban”.
Él cita frases en una de sus lenguas, cita relatos y mitos, sobre todo, uno del Popol Vuh: “El alba sobrevino sobre todas las tribus juntas. La faz de la tierra fue enseguida saneada por el sol (33)”.Francesco subraya que “En esta expresión, hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente. En el corazón del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos está inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz”.
Al mismo tiempo, él dice que Dios Padre no sólo “comparte este anhelo”, sino que incluso “suscita” a su Hijo “para acompañar y sostener a su Pueblo; se hace Camino, se hace Verdad, se hace Vida, para que las tinieblas no tengan la última palabra, y el alba no deje de venir sobre la vida de sus hijos”.
Con un estilo que recuerda a la teología de la liberación, Francisco recuerda que “de muchas formas y maneras se ha querido silenciar y callar ese anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles”.
“Los jóvenes de hoy, expuestos a una cultura que intenta suprimir todas las riquezas y características culturales en pos de un mundo homogéneo, ¡necesitan que no se pierda la sabiduría de sus ancianos! El mundo de hoy, preso del pragmatismo, ¡necesita re-aprender el valor de la gratuidad!”.
El consuelo está en el hecho, en la “la certeza de que «el Creador no nos abandona, (que) nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, (que) no se arrepiente de habernos creado» (Laudato sì, 13). Celebramos que Jesucristo sigue muriendo y resucitando en cada gesto que tengamos con el más pequeño de sus hermanos. Animémonos a seguir siendo testigos de su Pasión, de su Resurrección haciendo carne Li smantal Kajvaltike toj lek – la ley del Señor que es perfecta del todo y reconforta el alma”.
Al final de la celebración, antes de la oración final, guiados por la música, todos desarrollaron movimientos de danza, cual “una oración hecha con el cuerpo”. Y un grupo de sacerdotes regalaron al pontífice una Biblia traducida a una de las lenguas locales. La multitud, en una estado de exaltación total, continuó gritando eslóganes al Papa de “los pobres”.
17/12/2016 13:14
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