La decisión unilateral de Beijing de trasladar a mons. Shen Bin afecta a un obispado fundamental para la historia y el presente de las comunidades católicas en China. De Shanghai era arzobispo el card. Kung Pin-mei, que pasó más de treinta años en prisión. Y aquí se venera a Nuestra Señora de Sheshan, en cuyo nombre Benedicto XVI instituyó la jornada mundial de oración por los católicos en China.

Milán (AsiaNews) - La Santa Sede había sido informada hace unos días de la decisión de las autoridades chinas de trasladar a Mons. Shen Bin, obispo de Haimen, a la diócesis de Shanghai, y se ha enterado  de la toma de posesión esta mañana por los medios de comunicación. Fuentes oficiales del Vaticano, entrevistadas por AsiaNews, contestaron así hoy cuando se les pidió una aclaración sobre el asunto, explicando que por el momento no hay ninguna declaración respecto a la valoración del incidente.

La decisión unilateral de hoy -que se produce pocos meses después de la crisis por el nombramiento de monseñor Juan Peng Weizhao como obispo auxiliar de la diócesis de Jiangxi- llama la atención por el peso de la medida que tomó Beijing a pocos días de la Pascua. En efecto, la sede episcopal de Shanghai no es sólo la Iglesia local de una de las mayores metrópolis de China, sino también un lugar fundamental en la historia y la vida actual de la comunidad católica china. Es una comunidad vital, con unos 150.000 católicos, unas 40 parroquias y muchas actividades promovidas por los católicos locales.

Sus orígenes se remontan directamente a Paulo Xu Guangqi, mandarín de la corte Ming y discípulo de Matteo Ricci, considerado el primer cristiano de la ciudad. Fue él quien en 1608 invitó a predicar al jesuita Lazzaro Cattaneo, que se quedó dos años. Y la primera iglesia se construyó en los terrenos su familia, en el barrio llamado Xujiahui en su honor y donde se alza la catedral de San Ignacio, la misma donde esta mañana tuvo lugar la toma de posesión.

Shanghai fue también la sede del acontecimiento más importante en la historia del catolicismo chino a principios del siglo XX: el Concilio Plenario de la Iglesia china convocado en 1924 por el entonces Delegado Apostólico, monseñor Celso Costantini. Fue un momento crucial para la reflexión de la Iglesia sobre la inculturación del cristianismo en China.

Después llegó la tormenta de la Revolución comunista, y Shanghai fue el lugar de encadenamiento de mons. Ignatius Kung Pin-mei, el primer arzobispo chino en esta sede, que fue detenido por las autoridades comunistas el 8 de septiembre de 1955. Fue liberado al cabo de 30 años de prisión y luego se exilió a Estados Unidos, donde murió en 2000. Ya durante su encarcelamiento, en su primer consistorio en 1979, Juan Pablo II lo había nombrado cardenal "in pectore" como signo de cercanía a la Iglesia en China y sólo dio a conocer su nombramiento en 1991.

Mientras tanto, en Shanghai -después de la Revolución Cultural- los organismos católicos "oficiales" leales al partido habían nombrado obispo de forma autónoma al jesuita p. Aloysius Jin Luxian, que sólo en 2005 volvería a estar en comunión con el Papa. Murió en 2013 a los 97 años, y durante diez años esta fundamental sede episcopal permaneció vacante debido al rotundo gesto del obispo auxiliar Joseph Ma Daqin, que en 2012 -en la ordenación episcopal que tuvo lugar con el mandato del papa- había anunciado su intención de no unirse a la Asociación Patriótica. Antes que él, en 2011, el otro obispo auxiliar "oficial", monseñor Joseph Wenzhi Xing, que ahora tiene 60 años, también había sido obligado a dimitir por razones que nunca se aclararon.

Desde 2012, monseñor Ma Daqin está recluido de facto en el seminario adyacente al santuario mariano de Nuestra Señora de Sheshan, corazón de la devoción de los católicos de Shanghai y de toda China. Benedicto XVI, en su Carta a los católicos chinos en 2007, invitó a los católicos de todo el mundo a mirar este santuario cuando instauró la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China, que se celebra cada año el 24 de mayo.

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