Moscú, los navalnistas cortejan a los antivacunas

de Vladimir Rozanskij

Los líderes del movimiento de Aleksei Navalny intentan reavivar las actividades de la oposición política rusa. Para ello, tratan de interceptar el descontento de los grupos "antivaksery", cada vez más populares en el país, luego del fracaso de la campaña de vacunación contra el Covid organizada por el gobierno. La "competencia" con los comunistas del KPRF de cara a las elecciones regionales de 2022.

Moscú (AsiaNews) - Los dirigentes del movimiento navalnista intentan reactivar las actividades de oposición, a pesar de la presión y la persecución, que no da señales de disminuir (el 28 de diciembre fue suprimida la asociación Memorial en Moscú). El líder del movimiento, Leonid Volkov, lleva más de un año exiliado en Vilna y ha dejado claro que quiere vincularse con los grupos antivaksery, los rusos antivacunas, cada vez más populares en su país. A ellos se unen los comunistas del KPRF, con los cuales los navalnistas se aliaron parcialmente en las últimas elecciones de septiembre, pero contra los cuales compiten por el liderazgo de las iniciativas contra el régimen.

En una entrevista con Vot Tak ("Así de simple"), la revista de los rusos en el exterior, Volkov reconoció que "en Rusia muchas cosas a las que estábamos acostumbrados -como algunos espacios de libertad en los que solíamos movernos- ahora han sido suprimidas o eliminadas de distintas maneras". Sin embargo, los que están contra el sistema siguen teniendo buenas perspectivas de acción porque "sobreviven los más fuertes, los más versátiles, los que consiguen tomar iniciativas a pesar de todo, en condiciones cambiantes", y los navalnistas quieren seguir siendo protagonistas, porque la sociedad rusa sigue necesitando puntos de referencia alternativos, aunque sean menos estructurados.

En este sentido, la lucha contra el coronavirus ofrece un amplio margen de acción. La campaña de vacunación organizada por los representantes del poder ha sido un fracaso absoluto, y esto ha desatado reacciones aún más airadas en la población. La gran fuerza de los antivaksery rusos no radica sólo en su crítica a las medidas sanitarias, sino precisamente en la desconfianza explícita que manifiesta hacia el Kremlin -un motivo para protestar que no debe desperdiciarse, según Volkov. Si se omiten los excesos del fanatismo ideológico y pseudo-religioso -que se jacta de conspiraciones y controles con "chips", el 90% de los descontentos son votantes desilusionados de Putin: "Son trabajadores de las fábricas estatales que fueron obligados a participar en las reuniones y votaciones del régimen, y ahora no quieren subir a los autobuses para ser llevados al centro de vacunación”.

Volkov asegura que también se puede influir en estos procesos sociales desde el exterior, si es que estamos dispuestos a recrear una estructura de movimiento aún más eficaz que la que destruyeron con la represión. No se trata de formar "gobiernos en el exilio", sino de apoyar las protestas espontáneas, aportando argumentos válidos y no engañosos. Sin embargo, los navalnistas parecen ignorar deliberadamente las iniciativas de los comunistas, que han tratado de organizar manifestaciones anti-vacunas hasta en los pasillos de la misma Duma Estatal, mostrando pancartas contra el "QR-fascismo" del Green Pass obligatorio.

Los miembros del KPRF se proponen aumentar sus votos gracias a los antivaksery en las elecciones regionales que se celebrarán en 2022. Por tanto, los seguidores de Navalny tendrán que llegar a un acuerdo más explícito esta vez, dadas las medidas draconianas utilizadas por el régimen contra cualquier forma de "voto útil". Los propios comunistas se preguntan si realmente vale la pena unirse a los navalnistas, o buscar una línea directa con los sectores más agitados de la población, abordando temas sanitarios y sociales en general.