Mons. Bizzeti: Antioquía es una ciudad post-atómica. Terremoto y migrantes, respuestas comunes
El vicario de Anatolia visitó el que puede considerarse el centro más afectado por el terremoto del pasado 6 de febrero. Empiezan a aparecer los primeros casos de cólera y el riesgo de "infecciones sanitarias" es muy elevado. La gente huye y al mismo tiempo disminuye la atención de la opinión pública. Terremoto y muerte de migrantes en el mar, como ocurrió ayer frente a las costas de Italia, son problemas relacionados y es indispensable una "visión de conjunto".
Milán (AsiaNews) - En Antioquía "vi un escenario post-guerra atómica: una ciudad fantasmal, espectral, donde por kilómetros no hay una sola casa que pueda ser reparada" y una gran parte de la misma ha quedado "sepultada por millones de toneladas de escombros”. El testimonio dramático de Mons. Paolo Bizzeti, vicario de Anatolia, que en los últimos días visitó Antakya, "el centro más afectado" por el devastador terremoto de Turquía y Siria del pasado 6 de febrero. En otros tiempos fue una metrópolis activa, rebosante de personas y negocios, y hoy "es una ciudad de fantasmas, patrullada por militares, donde comienzan a aparecer los primeros casos de cólera" y el peligro de "infecciones sanitarias" es cada vez mayor.
Este fin de semana la tierra volvió a temblar con fuerte intensidad. Según el Centro Sismológico Euromediterráneo, el seísmo se produjo a 10 km de profundidad en la zona de Obruk Bor, en Nigde, en el centro-sur del país. Se han advertido más de 9.000 réplicas desde el 6 de febrero, algunas de ellas de enorme magnitud, que causaron más víctimas. El balance total supera los 50 mil muertos, de los cuales 44.218 en Turquía y casi 6 mil en Siria, donde el recuento es aún más incierto porque algunas zonas están controladas por el gobierno y otras en manos de grupos rebeldes y yihadistas. Hay cerca de 530 mil desplazados, de los cuales 10 mil en Siria, mientras que Ankara ha arrestado a 184 personas acusadas de negligencia en la construcción de edificios derrumbados.
Determinar una cifra plausible de muertos es "difícil, casi imposible", observa el vicario de Anatolia, entre otras cosas porque había más de 150.000 refugiados sirios en la zona y nadie "denuncia la desaparición de estas personas". “Las proporciones de la tragedia -continúa- todavía no se pueden calcular”, aunque el interés de los medios de comunicación internacionales y de la opinión pública ya empieza a diluirse. Por el contrario, advierte, "necesitamos mantener alta la atención" y "seguir dando testimonio de la situación en Antioquía con relatos, fotos y videos, mostrar el drama que se está viviendo". La gente huye, miles de personas intentan escapar por todos los medios -añade- y terminará convirtiéndose en una ciudad fantasma".
Para dar una idea de la devastación, Mons. Bizzeti cuenta que ha recorrido una de las calles del casco antiguo y "en seis kilómetros no quedó ni una sola casa en pie". “Es un apocalipsis de tales dimensiones -añade- que me heló la sangre. En Iskenderun ya había captado la situación, la vista de la ciudad no me sorprendió, pero en Antioquía es 10 veces peor, mucho más difícil de entender y de contar si uno no lo ve con sus propios ojos". Y "los que pudieron hacerlo, se han ido".
En esta situación de emergencia, la Iglesia local y Cáritas, en colaboración con las autoridades locales, siguen prestando ayuda y distribuyen hasta 1.000 comidas por día. El centro de almacenamiento y distribución se encuentra en Iskenderun que, aunque afectado, no presenta un panorama apocalíptico como el de Antakya. “Estamos trabajando muy bien -observa el vicario de Anatolia- y ya hemos comenzado a estudiar los primeros proyectos de reconstrucción. Por el contrario, en Antakya todo se ha derrumbado [sólo se salvaron la cueva de San Pedro y el museo, entre los edificios religiosos y culturales, ndr] y aquellos que no quedaron sepultados bajo los escombros, se fueron". Con vistas a la reconstrucción, en marzo se llevará a cabo en Bruselas una importante conferencia de países donantes que quieren ayudar a Turquía. "En este sentido -subraya- es fundamental que haya acuerdos precisos y claros, para que la ayuda a las víctimas del terremoto no se convierta en un simple envío de dinero, como ocurrió con los refugiados”, cuya enésima tragedia se produjo ayer frente a las costas italianas.
El barco había zarpado precisamente de Turquía y naufragó frente a las costas de Calabria, en el sur, provocando la muerte de al menos 59 personas, entre ellas nueve niños y cinco niñas. "Las causas de la huida pueden ser varias: el terremoto, la guerra, la pobreza, la imposibilidad de tener un futuro - concluye monseñor Bizzeti -quien desde hace años sigue personalmente desde Turquía el tema de la migración-, pero el resultado es siempre el mismo. Las personas huyen de lugares donde es imposible vivir. Por otro lado, no se puede ser generoso y solidario en el momento de la tragedia y luego no afrontar las consecuencias de la misma. A nivel internacional no se puede aislar un problema de otro, tiene que haber una visión de conjunto para abordar todas las cuestiones abiertas, de lo contrario se convierte en una manera esquizofrénica de pensar y de actuar”.
PARA APOYAR LAS INICIATIVAS EN FAVOR DE LAS VÍCTIMAS DEL TERREMOTO QUE LLEVA ADELANTE EL VICARIATO APOSTÓLICO DE ANATOLIA Y LA CUSTODIA DE TIERRA SANTA, LA FUNDACIÓN PIME HA ABIERTO UNA RECAUDACIÓN DE FONDOS. HACER CLIC AQUÍ PARA CONOCER LAS MODALIDADES Y CONTRIBUIR.
13/02/2023 15:44
09/02/2023 12:14