10/12/2015, 00.00
TAILANDIA
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Misionero Pime: en las periferias de Bangkok, el Adviento es esperanza para las personas abandonadas

de Adriano Pelosin
La carta de Navidad del p. Adriano Pelosin, en Tailandia de hace 37 años. La historia de Noi, anciana viuda que había perdido la fe después de la muerte del hijo: “Dios me salvó cuando estaba desesperada y ahora tenemos ganas de ayudar a los otros”. Las actividades en los barrios de Pathumthani, en medio de los budistas, donde viven huérfanos, alcoholizados y tóxico -dependientes. “Que el nacimiento de Jesús traiga la fuerza de resistir al mal y construir un mundo mejor”

Bangkok (AsiaNews)- El p. Adriano Pelosin es un sacerdote del Pontificio Instituto Misones extranjeras (Pime), originario de Loreggia (Padua), de hace 37 años en Tailandia. Él trabajó por mucho tiempo en las favelas de la periferia de Bangkok, salvando a niños de violencias sexuales, teniéndolos lejos de los traficantes y de la criminalidad organizada. Garantizando a ellos, al mismo tiempo, formación escolar y ayudando a la inserción social y del trabajo. Desde mayo de 2013, el card. Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok, le confió el cuidado de la parroquia de San marcos en Pathumthani. El misionero inició esta nueva aventura al interior de una pequeña comunidad católica, inmersa en un territorio con una mayoría budista y musulmana. El p. Pelosin es también superior de Instituto Misionero Tailandés que este año cumple 25 años.

A continuación publicamos la carta que el sacerdote ha querido dirigir, en ocasión del Adviento, a todos sus amigos y benefactores, para contar la actividad y las historias de gracia y de conversión que nacieron gracias a ella.

Queridos amigos y benefactores a distancia de nuestros niños.

En un momento en el cual todo el mundo se preguntan si habrá un futuro para nuestro planeta, nosotros queremos aún otra vez escuchar la palabra de Dios que ilumina las palabras de los hombres y sobre los acontecimientos que nos preocupan: “Surgirán muchos falsos profetas y engañarán a muchos; por el difundirse de las iniquidades, el amor de muchos se enfriará. Pero quien perseverará hasta el final será salvado. Mientras tanto este evangelio del Reino será anunciado en todo el mundo, para que se dé testimonio a todas las gentes y entonces llegará el fin” (Mt 24:11-149. “En aquel día, aquellos que habrán inducido muchos a la justicia resplandecerán como las estrellas para siempre” (Daniel 12,3).

Permítanme ilustrar esta profecía con el siguiente hecho.

El 21 de noviembre me detuve a visitar a la abuela Noi en Sam Kok. Quería ver el departamentito que le habíamos arreglado: dos habitaciones, un baño y una cocinita. Estaba todo en orden, pero me sorprendió la nueva vitalidad y alegría de la abuela. “te veo muy rejuvenecida y en buena salud”, le dije. “Sí-me respondió- sabes que curé de la diabetes: de 300 descendió a 90 y también la presión; tengo ganas de hacer cosas, de trabajar; quisiera retomar mi viejo trabajo de vendedora ambulante, quiero ayudar aún a mis nietos”.

Hace cinco años, su único hijo varón murió en un accidente callejero. Nosotros tuvimos que endeudarnos para pagar a un abogado para que se hiciese justicia. Ganamos la causa y nos correspondían 470.000 bath (unos 12 mil euros). Al último momento desapareció y Noi se quedó sin dinero. La nuera volvió a los de sus padres con sus dos hijos. El año pasado también el marido de Noi murió. Con las ofrendas recogidas para el funeral de su marido comenzó a comprar a cuotas un pedacito de  un bajo techo cerrado con pedazos de plástico y bambú, su casa. La única hija que le quedó, se fue a probar fortuna por otro lado.

Hace tres meses le hemos construido una casita para el señor Lek Dam: su vieja casa había sido destruida por el aluvión de 2011 y desde entonces vivía con la familia de cinco personas bajo una tienda de plástico. En aquella ocasión conocimos a Noi, gravemente enferma, que vivía con un nietito de ocho años. Le pedimos a un abogado que se ocupase de ella. Estamos en un buen punto. La corte ya ha secuestrado y puesto en venta los automóviles de la empresa responsable del accidente en el cual el hijo de Noi murió. Después le dimos a Noi una pequeña suma de dinero para que pudiese comenzar su viejo trabajo de vendedora ambulante (vende juegos en las fiestas, ferias y mercados”. Noi era cristiana protestante, pero los dolores dela vida la habían aparentemente distanciada de Dios… pero ahora su fe es fuerte y testimonia a todos que Dios la ayudó cuando todas las esperanzas se le habían terminado. Otros dos nietos vinieron a vivir con la abuela.

Tendría tantas historias similares para contarles…

Les doy también alguna noticia de la parroquia san Marcos, donde soy párroco de hace dos años y medio. Después de tantas dificultades el Espíritu Santo creó una pequeña comunidad de una veintena de parroquianos que cada domingo a las tres de la tarde se reúne para leer el Evangelio del día, lo comentamos y después hacia las cuatro hasta las seis van a los barrios de la ciudad de Pathumthani donde viven las personas más abandonadas: ancianos, huérfanos, alcoholizados, drogadictos, paralíticos, etc. Van con alegría y vuelven con más alegría. Las personas que van a visitar son todas budistas.

Mientras en este mes de diciembre cada sábado y domingo por la noche, en dos grupos, vamos a visitar a todas las familias católicas de la parroquia: unas cincuenta. Llevamos la estatua del Niño Jesús, leemos las lecturas bíblicas de Adviento, rezamos juntos…y no damos los augurios de Navidad. Esta es una tradición muy sentida en todas las parroquias de Tailandia.

Este año hay 16 adultos que se están preparando para recibir el bautismo en la Pascua de 2016. Entre éstos hay también un doctor en derecho, dos camboyanos y algunas mujeres analfabetas. Cinco parroquianos siguen a los catecúmenos por todo el curso de preparación. Las actividades para los niños y para los ancianos semi abandonados continúan en Wat Sake, Lat Lum Keo, Soi Som Prasong y Ko Ping, como continúan visitando a los prisioneros de estas nuestras comunidades.

Ahora quiero agradecer a todos los benefactores que ayudan en estas obras de misericordia, a los padres a distancia que permiten a centenares de niños el poder ir a la escuela y crear así un futuro más sereno para ellos. Agradezco al p. Antonio Curti y a sus parroquianos de San Lorenzo en Collina que me permiten construir casitas para quien no tiene ni siquiera este espacio que crea dignidad a la persona y a la familia. Quiero agradecer al grupo misionero de la parroquia de la Virgen de la paz de Vicenza, que me ayuda a sostener el seminario del Instituto Misionero Tailandés: este año son ocho y me cuestan unos seis mil euros cada uno, entre gastos escolares y gastos de comida y alojamiento.

Quiero agradecer a Silvio y Luisa Moro por los hermosos crucifijos enmadera de olivo que me hicieron llegar. Algunos de estos crucifijos serán puestos en las casas de los catecúmenos, los más pequeños serán bendecidos por el obispo y entregados a los misioneros que parten para las misiones. Al final, quiero agradecer a mis hermanos y hermanas que en el año en curso me han hospedado durante mis vacaciones y a todos los de mi pueblo que están participando activamente en la misión, especialmente este año donado el 10% de los gastos para la restauración de nuestra iglesia parroquial y para la construcción de una capilla en el norte de Tailandia, donde es párroco un misionero del Instituto Misionero Tailandés.

Quiero agradecer a los parientes y amigos de Gemonio y alrededores que me siguen con tanto interés. Agradezco al Señor Dios por todo, por los momentos difíciles en los cuales sentía que me moría: afligido por la angustia o por las preocupaciones por las personas confiadas a mi cuidado pastoral. Éstos fueron los momentos más fructíferos: me han enseñado la humildad y la confianza en Dios; por los momentos de alegría, me ha  hecho abrir el corazón a la gratitud y a la sorpresa…sobre todo cuando veo que una persona retoma vida y coraje, cambia la vida, y uno se pone contento de estar vivo y ser parte de la sociedad.

Ruego por todos vosotros, por vuestras familias y vuestros amigos. Ruego que por el nacimiento del Hijo de Dios que se hizo hombre, todos nosotros podamos renacer como hijos de Dios, nos sentimos íntimamente amados por Él; y en nuestro amor encontramos la fuerza de resistir a todos los males y la esperanza de construir un mundo mejor: el Reino de Dios.

¡Feliz Navidad y Feliz año Nuevo 2016!

P. Adriano Pelosin (PIME)

 

 

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