Líder palestino: la paz tiene un precio "doloroso". Pero supera el coste de la guerra
Para Bernard Sabella, el fracaso del proceso de paz y la deslegitimación de la AP han dejado un "vacío político". EE.UU. y la comunidad internacional se comprometen a evitar una escalada de "violencia y venganza". Llamada telefónica entre el ministro de Asuntos Exteriores iraní y su homólogo vaticano. El Cardenal Pizzaballa consagra Tierra Santa a María.
Jerusalén (AsiaNews) - El fracaso del proceso de paz ha dejado un "vacío político", al que han contribuido la deslegitimación de la Autoridad palestina y la desaparición de la solución de los dos Estados de la agenda internacional. Sin embargo, hoy más que antes es esencial "evitar el retorno" a "la violencia y la venganza", sabiendo que "el precio de la paz, con todas las dolorosas concesiones de ambas partes, supera el coste de la guerra". Es lo que escribe el profesor Bernard Sabella, ex representante de Fatah y secretario ejecutivo del servicio para los refugiados palestinos del Consejo de Iglesias de Oriente Medio, en una reflexión confiada a AsiaNews más de tres semanas después del inicio del conflicto entre Israel y Hamás, que aún hoy continúa con fuertes enfrentamientos en la Franja. Mientras tanto, la Oficina de Prensa vaticana informa de una llamada telefónica entre monseñor Paul R. Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, y Hossein Amir-Abdollahian, ministro iraní de Asuntos Exteriores; en las conversaciones la preocupación común por Tierra Santa, unida a un apelo para no ampliar el conflicto y alcanzar una solución de dos Estados por la paz. Ayer, el Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Card. Pierbattista Pizzaballa, consagró Tierra Santa al Inmaculado Corazón de María.
A continuación, el análisis del Prof. Sabella:
El fracaso del proceso de paz ha dejado un vacío político, agravado por las medidas y acciones israelíes, cada vez más severas con el paso del tiempo. Por parte de Palestina, ha crecido la resistencia, tanto no violenta como violenta. Nos hemos visto atrapados en un círculo vicioso en el que se han intercalado verdaderos enfrentamientos militares, llamémoslos guerras, en Gaza. La última ola de violencia sin precedentes, que comenzó con el sorprendente ataque de Hamás contra objetivos militares y civiles en el sur de Israel y el norte de Gaza, debe considerarse en el contexto de este círculo vicioso en el que todos estamos atrapados.
La guerra en curso contra Gaza y su población, en respuesta al desconcertante ataque de Hamás del 7 de octubre, pone de manifiesto la falta de alternativas políticas y la ausencia de toda perspectiva de paz para la resolución del conflicto israelo-palestino. La conmoción causada a Israel llevó a Estados Unidos y Europa a apoyarlo activamente proporcionándole apoyo político, logístico, financiero y militar. Y quedó claro que Israel depende de la ayuda estadounidense, tanto militar como financiera. En consecuencia, el asesoramiento y la orientación proporcionados por Washington a Tel Aviv durante la guerra en curso han llegado a ser cruciales en la planificación y conducción del conflicto.
Aunque sigue abogando de palabra por la solución de los dos Estados, Estados Unidos ha hecho el mínimo necesario para inducir a ambas partes a trabajar por una solución permanente que promueva la creación de un Estado palestino junto a Israel. Y aunque el argumento de que la mejora de las condiciones de los palestinos les llevaría a aceptar a Israel y a convivir en paz tiene partidarios incluso entre los propios palestinos, la guerra y el estancamiento político actuales demuestran que no es garantía en sí misma de un futuro pacífico.
La Autoridad Palestina (AP), creada tras los Acuerdos de Oslo en 1993, ha sido utilizada por Israel, Estados Unidos, Europa y otras naciones como pacificadora y cada vez se le pide más que coordine la seguridad. Sin embargo, también se la ha dejado deliberadamente sin poder real ni credibilidad entre la población. El debilitamiento de la AP condujo inevitablemente al fortalecimiento de Hamás entre la población palestina. Este proceso debilitó a los palestinos que creían en la no violencia y en la resolución pacífica del estancamiento político y que, aunque siguen siendo una realidad significativa, se han visto "neutralizados" por el estancamiento del proceso político y el ascenso de Hamás y otros grupos militantes palestinos.
El asedio permanente a Gaza durante los últimos 15 años tampoco fue de ayuda. Le ha impedido desarrollarse a la Franja y permitió la creación de un gobierno alternativo que ha entrado en conflicto con la Autoridad Palestina de Ramala y sus políticas y prácticas en relación con la continua ocupación israelí de tierras palestinas. Algunos políticos, en Israel y en otros lugares, se han mostrado complacientes con esta división intrapalestina y, de hecho, trabajaron para promoverla como pretexto para no avanzar en el camino hacia una solución de dos Estados. Y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dejó en claro que nunca habrá un Estado palestino.
En primer lugar, creo que la responsabilidad última de la paz recae tanto en los palestinos como en los israelíes. No puede haber dilaciones por ninguna de las partes ni justificar acciones y políticas que vayan en contra de la responsabilidad de hacer realidad la paz. En segundo lugar, a lo largo de la historia del proceso de paz entre palestinos e israelíes, ha quedado claro que la intervención de los socios internacionales ha sido esencial para alcanzar acuerdos concretos de alto el fuego, intercambio de prisioneros y rehenes, mejora de las condiciones de vida, construcción de las infraestructuras de servicios necesarias, etc. En tercer lugar, Estados Unidos tiene un papel especial que desempeñar en los esfuerzos de pacificación, y esto debe ocurrir poco después de que se haya asentado el polvo de la guerra.
Después de todo, si se les deja solos, palestinos e israelíes no alcanzarán la paz esperada. Sus respectivas narrativas siguen en conflicto y estas narrativas conflictivas tienen ramificaciones sobre el terreno que deben abordarse. Debemos evitar la vuelta a un nuevo ciclo de violencia y venganza, que costaría miles de vidas y abriría innumerables heridas más, por no mencionar el desastre físico y ecológico que afecta tanto a las comunidades palestinas como a las israelíes, imprimiendo sus efectos en las generaciones venideras. El precio de la paz, con todas las dolorosas concesiones de ambas partes, supera el coste de la guerra.
Cuando uno ve los frutos de la paz, especialmente si se comparan con el sufrimiento y la desesperación que conllevan la guerra y la violencia, se convence de que la paz merece todos los sacrificios, incluidas las concesiones más difíciles. Concluyo citando a un amigo mío, médico de Gaza, que encontró refugio con su familia en la parroquia de la Sagrada Familia, la única católica de toda la Franja. Me envió un mensaje que voy a citar: "Recemos por la paz aquí y en el mundo. La guerra es muerte y destrucción, la paz es vida y felicidad".
Que haya paz en Palestina y en Israel.
17/12/2016 13:14
23/11/2023 16:23