Los kazajos, el sufrimiento y el amor de Francisco
El Asia de Astaná -como se decidió precisamente en estos días que volverá a llamarse la capital- acogió al Papa de Roma como a un hermano que comprende el cansancio y el peso de la vida, en el cuerpo y el espíritu.
Nursultán (AsiaNews) - El extraordinario viaje del Papa Francisco a Kazajistán, además de los factores referidos al gran encuentro de religiones y la importancia geopolítica de este territorio, llamó también la atención en otro aspecto, relacionado con su sufrimiento personal. No es una novedad que desde hace meses el pontífice se encuentra limitado en sus movimientos debido a fuertes dolores en sus articulaciones, pero ciertamente sorprende que haya querido acudir en estas condiciones a una tierra tan lejana no solo geográficamente -Canadá lo estaba aún más-. sino sobre todo por sus componentes histórico-culturales.
Los padecimientos de Francisco, por otra parte, no son sólo físicos, sino que están acentuados por el sufrimiento interior que le producen los conflictos y adversidades del tiempo que vivimos y el Papa no deja de recordarlo en cada oportunidad invocando un compromiso común para construir la paz. En este sentido se acerca cada vez más a la figura de su santo predecesor, Juan Pablo II, que viajó a Kazajstán después del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York y pidió a todos que se unieran para no sucumbir a la tentación de la guerrra permanente. El Papa polaco ya estaba encorvado y enfermo -y falleció pocos años después- pero, al igual que Francisco, mostraba una fortaleza espiritual increíble.
Las condiciones de debilidad del papa han puesto aún más en evidencia una característica propia del pueblo kazajo, que se asemeja a otros asiáticos en todos los aspectos, pero con una especial capacidad para sonreír y acoger con calidez y sinceridad. Los kazajos son alegres y amables, orgullosos de su capacidad de diálogo con todos, educados por una historia antigua y moderna de incertidumbre y sufrimiento, pero también de amistad y hospitalidad. El Asia de Astaná - como se ha decidido que vuelva a llamarse la capital- ha expresado su amor al Papa de Roma como un hermano que comprende el cansancio y el peso de la vida, en el cuerpo y en el espíritu.
El vez del patriarca de Moscú, que no estaba dispuesto a escuchar voces que no fueran consonantes con sus proclamas de guerra santa, la delegación moscovita estuvo encabezada por el metropolitano Antonij de Volokolamsk y trató de mantener un perfil bajo, manifestando su adhesión a los deseos y esperanzas de paz de Francisco. El metropolitano local, Aleksandr, también se mantuvo alejado del Congreso de las Religiones, acudiendo a bendecir las reliquias de los monjes guerreros en Almaty, y todos los otros ortodoxos intentaron por lo menos no mostrarse más amenazantes que los numerosos muftíes e imanes quienes, por el contrario, apoyaron fervientemente las intenciones del Papa.
Muchos rostros sonrientes rodearon al pontífice en las reuniones menos formales con los católicos el último día de la visita. Después de la misa de la mañana con un pequeño grupo de sacerdotes y religiosas, Francisco se reunió con sus hermanos jesuitas en la nunciatura. Estuvieron presentes los once sacerdotes de la misión jesuita en Kirguistán, encabezados por el administrador apostólico, el estadounidense Anthony Corcoran; había algunos jóvenes y otros más ancianos que trabajan en estas tierras desde hace muchos años, incluso antes del fin de la URSS, cuando ya había un pequeño grupo de jesuitas que se vieron obligados a moverse en la semiclandestinidad soviética.
Más festiva aún fue la acogida en la Catedral de la Madre de Dios del Perpetuo Socorro, donde Francisco pudo dialogar con los miembros de la Iglesia local. Las tres diócesis kazajas tienen enfoques diferentes y a menudo difíciles de armonizar: Astana, está encabezada por el piadoso obispo polaco Tomasz Peta, que llegó a esta tierra ya antes de la disolución del imperio soviético y se apoya en el rigorismo teológico y litúrgico del obispo auxiliar, Athanasius Schneider, cultísimo alemán de origen kirguís.
Muy diferente es la gran benevolencia y magnanimidad del arzobispo español de Almaty, monseñor José Luis Mumbiela Sierra, al que también hacen referencia algunos sacerdotes y laicos marginados de Astana, y en el medio se encuentra la comprometida atención pastoral del obispo italiano de Karaganda, don Adelio dell'Oro, que llegó en 1997 con el grupo de misioneros formado para las tierras rusas por don Luigi Giussani y trata de mantener el equilibrio entre el norte severo y el sur sonriente del catolicismo local.
No faltan contradicciones en esta gran tierra media euroasiática, incluso en la vida de la pequeña Iglesia católica local que venera de manera especial a la Reina de la Paz: "Que la Virgen derrita el hielo de los corazones", deseó el Papa Francisco, y evidentemente fue escuchado desde arriba: antes de su llegada había caído una helada casi invernal y durante su visita volvió a brillar el sol.
13/09/2022 18:06
14/09/2022 15:56