Los Maris del Volga rezan por la paz
Se reúnen en el bosque para propiciar el fin del conflicto en Ucrania. Las autoridades refuerzan los controles sobre estos encuentros de oración, pues temen que se produzcan derivas separatistas. Para los Mari, "se puede bendecir a los que defienden su propia tierra, no a los que salen a matar a la gente de otro pueblo".
Moscú (AsiaNews) - En el Bosque de los Robles, en las afueras de Joshkar-Olá, capital de la República rusa de Mari, en el Bajo Volga, se celebraron asambleas de oración en los últimos días para pedir el fin de la guerra en Ucrania. Los representantes locales de la antigua tradición religiosa trajeron una serie de corderos y patos como ofrendas a los dioses, pidiéndoles que detuvieran el derramamiento de sangre y favorecieran la formación de una sociedad sin conflictos por las tierras.
Desde el inicio de la invasión en Ucrania, un número indeterminado de soldados del pueblo Mari ha muerto en los enfrentamientos - las cifras oficiales hablan de menos de un centenar. En marzo ya se habían celebrado reuniones de oración en el bosque, pero sin sacrificios, que se reservan para el otoño. Ahora, el presidente del Consejo de Ancianos, el "kart" Vitalij Tanakov, invitó a todos a unirse a la oración de intercesión.
"Apenas comenzó la operación especial, hicimos un 'zarok', un juramento de no participar en la violencia", explica Tanakov. "Y hoy queremos cumplir la promesa, llevando regalos al dios Kuryk Kugyza, para que ayude a los pueblos del mundo a encontrar el camino de la paz. En particular, suplican para que "se frene la mano dispuesta a pulsar el botón de las armas atómicas". Las oraciones son el fruto de largas meditaciones y reflexiones en común durante los meses de invierno y verano.
Los maris son un pueblo ugrofinés que se asentó en el centro-sur de Rusia en la antigüedad, si bien no fue hasta 1936 cuando los soviéticos establecieron la república autónoma de Mari-El. La zona cercana al Volga es rica en afluentes y cursos de agua, y la tradición religiosa de los mari se llama "kiusoto", la "oración de los bosques sagrados" que nacen en medio de los ríos. La primera asamblea se celebró el 11 de octubre de 1991, tras el fin de la persecución antirreligiosa, con una grandiosa ceremonia en el bosque de Olory, en el centro de la región, a la que asistieron más de 2.000 personas. En la época soviética, los fieles se reunían entre los árboles en pequeños grupos, en secreto.
Desde el año pasado, el gobierno central de Moscú instó a las autoridades de la República de Mari-El a reforzar el control sobre las reuniones de oración para evitar derivas separatistas. Una disposición prohibió las reuniones en los parques de la ciudad, y los maris volvieron a la costumbre soviética de "pasear por el bosque" en grupos separados. Finalmente, en marzo, los grupos se reunieron para orar por la paz ("vucyktymaš-sorymaš") -la última vez que se rezó esta oración fue durante la Segunda Guerra Mundial- y luego acordaron reunirse a finales de octubre o principios de noviembre.
Los animales domésticos ofrecidos al dios de la paz se prepararon en porciones separadas, acompañadas de sopa y "kaša", un plato típico a base de cereales. A continuación, la carne se cocinó en una gran olla sobre un fuego a leña, tras ser separada y arrojada en parte directamente al fuego por el kart, el celebrante del ritual. La comunidad lo consumió todo alrededor de la hoguera sagrada, arrojando al fuego los huesos y los restos de carne.
Los seguidores de la religión mari confirmaron solemnemente su juramento: ningún kart puede bendecir la guerra y la movilización del pueblo. "Se puede bendecir al que defiende su propia tierra, no al que sale a matar a la gente de otro pueblo", confirma Tanakov. Él espera compartir esta convicción no sólo con los representantes del paganismo ugrofinés, sino con los creyentes de todas las religiones del mundo.
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