La unidad de la Iglesia china, según el Partido (III)
El Partido Comunista chino se ha convertido en el gran promotor de la “unificación de la Iglesia”, bajo su control. Las autoridades chinas quieren que “lo que pertenece al César siga siendo del César, y que también pertenezca al César lo que es de Dios”. Tercera y última parte del ensayo “La unidad de la Iglesia en China, después del acuerdo sino-vaticano”.
Beijing (AsiaNews) – Luego del acuerdo sino-vaticano, el Partido Comunista chino se ha convertido en el gran promotor de la “unificación de la Iglesia”. Sin embargo, dicho proyecto difiere de la unidad de la Iglesia que plantea el Evangelio. En realidad, el gobierno está construyendo una Iglesia que es católica solo en apariencia, ya que no garantiza verdadera libertad al Papa y a los obispos. Las autoridades chinas quieren que “lo que pertenece al César siga siendo del César, y que también pertenezca al César lo que es de Dios”. Son algunas consideraciones del laico chino Duo Mu, en un análisis de su estudio sobre “La unidad de la Iglesia en China después del acuerdo sino-vaticano”. A continuación, publicamos la tercera y última parte. Para acceder a la segunda parte del ensayo, cliquee aquí. Para la primera, véase aquí.
4. El acuerdo Sino-vaticano, ¿es capaz de “unir” a la Iglesia china?
“Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn. 17.21).
“Siento (...) la urgencia de confirmar en la fe a los católicos chinos y favorecer su unidad con los medios que son propios de la Iglesia” (Papa Benedicto XVI, 2008, Carta a los católicos de China).
En este valiente camino hacia la unidad, la claridad y prudencia de la fe nos llevan a evitar el falso irenismo y el desinterés por las normas de la Iglesia. Entre todas las Iglesias y Comunidades eclesiales, la Iglesia católica es consciente de haber conservado el ministerio del Sucesor del apóstol Pedro, el Obispo de Roma, que Dios ha constituido como « principio y fundamento perpetuo y visible de unidad», y que el Espíritu sostiene para que haga partícipes de este bien esencial a todas las demás”. (Cfr. Carta Encíclica del sumo pontífice Juan Pablo II, Ut unum sint, nros. 79 y 88).
La unidad profunda, que caracteriza a cualquier comunidad católica en todas partes del mundo, debe estar fundada sobre la verdad, que resplandece en el Evangelio, y sobre la caridad, que nace del corazón de Cristo. La unidad no es el resultado de políticas humanas o de miras ocultas y misteriosas. Esta brota, en cambio, de una conversión del corazón y de una aceptación sincera de los principios inmutables, establecidos por Cristo para su Iglesia.
Y entre estos principios, es particularmente importante la comunión efectiva de todas las partes de la Iglesia con su fundamento visible: Pedro, La Roca. Por lo tanto, un católico que desea seguir siendo tal y ser reconocido como tal, no puede rechazar el principio de la comunión con el Sucesor de Pedro. (Cfr. Papa Juan Pablo II, Mensaje a la nación china, Manila, 1995).
Con la firma del Acuerdo Sino-Vaticano, los siete obispos excomulgados han sido readmitidos en la comunión con el Papa. A partir de aquí surgen algunos puntos de vista confusos, como por ejemplo: “el gobierno ha reconocido el primado del Papa”, “el Papa ahora ha reconocido a la Asociación Patriótica”: “la Iglesia independiente ya no está en contraste con los principios de la Iglesia, etc.”
Luego del Acuerdo Sino-Vaticano, las distintas oficinas del Frente Unido y de Asuntos Religiosos, en nombre del “Papa” y de la “unificación”, comenzaron a promover la unificación de la Iglesia”. El director de AsiaNews, el Padre Bernardo Cervellera, durante la su estadía en China, le preguntó a un funcionario cuál era su mayor miedo con respecto a la Iglesia Católica. El funcionario respondió que lo que el gobierno teme en mayor medida es a la unidad de la Iglesia. Y precisamente ahora, el gobierno está promoviendo “la unificación de la Iglesia” y esto vuelve a todos incrédulos. Sin embargo, si se reflexiona en ello, el intento del gobierno es fácil de entender. Promoviendo la llamada “unificación”, el gobierno está difundiendo, por el contrario, una falsa unificación a través de numerosas estrategias, sobre todo, mediante los obispos y sacerdotes que son controlados por la “Iglesia independiente” y destruyendo la Iglesia subterránea con duros medios administrativos, solicitando a la Iglesia subterránea que se inscriba en la Iglesia oficial, y sometiendo a ésta a la guía de obispos y sacerdotes que obedecen al gobierno y son “políticamente confiables”.
Para volver cada vez más católica a la auto-gestionada “Iglesia Católica china” y transformar a ésta de un modo definitivo, los estudiosos del Catolicismo también han propuesto estrategias de “sinización” para empañar la inculturación de la Iglesia y así tratar de modificarla, partiendo de varios aspectos como la Biblia y la Teología, y derribar la doctrina del Catolicismo desde un punto de vista teórico. Por lo tanto, la “sinización del Catolicismo” consiste en la transformación del Catolicismo en algo que en apariencia se parece al Catolicismo, pero que en realidad es una “Iglesia Católica china” controlada por el gobierno. Las autoridades chinas quieren que “lo que pertenece al César siga siendo del césar y que también pertenezca al César lo que es de Dios”.
Hay quienes sostienen que las heridas entre los fieles, los puntos de vista contrastantes e incluso las luchas de poder son los motivos por los que la Iglesia china tiene tantas dificultades en la unificación, pero esta afirmación subestima a los católicos chinos. La fe católica nos enseña que la salvación del alma y alcanzar el paraíso son los objetivos finales de todo fiel; los católicos jamás habrán de rebajarse a compromisos en lo que respecta a la verdad de la fe, porque la conciencia de la persona (que es donada por Dios) no cambia, por más que cambien la época y el contexto, y aunque la humanidad muchas veces sea incoherente. La unificación de la Iglesia debe permanecer en manos de la Iglesia; los católicos chinos quieren que “la unificación” no se confunda, no se vea empañada, distorsionada ni atente contra la verdad. Ésta tampoco debe debilitar la guía del Papa en la Iglesia ni el primado de Pedro. Ellas son la garantía de la rectitud de la verdad en la que creemos, están directamente conectadas con la salvación de nuestra alma. Con esto no puede haber confusiones; se trata, por tanto, de algo inviolable.
Actualmente, en la Iglesia china, la unificación no está siendo promovida solamente por la Iglesia, sino también por el gobierno. Sin embargo, la unificación que impulsa el Papa y la Iglesia “se basa sobre la comunión con el Sucesor de Pedro”, es una unificación en Jesucristo; por el contrario, aquella que impulsan el gobierno y la Iglesia oficial consiste en incorporar a la Iglesia en la estructura de la “Iglesia independiente”, para terminar controlando totalmente la Iglesia. Debemos reconocer “cuál ha de ser la verdadera unificación”, sin dejarnos engañar por las apariencias, como, por ejemplo: “el gobierno permite rezar por el Papa durante la Misa”; “el gobierno reconoce al Papa como la guía más elevada del Catolicismo”, “el Papa tiene poder para nombrar obispos”, etc.
Hasta que China no garantice verdaderamente la libertad de credo, el Papa no podrá gestionar libremente la Iglesia en China, ni, sobre todo, nombrar libremente a los obispos. De esto se desprende que todo lo creado por el gobierno chino que parece bello, en realidad resulta falso, es decir, es un engaño. Si el gobierno chino y la Asociación Patriótica no renuncian a las políticas sobre la “Iglesia independiente”, la Iglesia china jamás conocerá la verdadera unificación.
Si en la Iglesia china todos evitar hablar “de la unificación espiritual” para concentrarse en “la unificación del sistema”, intentado así pasar por alto el problema de la “Iglesia independiente” y “la Asociación Patriótica” entonces se trata realmente de una razonamiento ilusorio, cuyo resultado es claramente previsible. Cada católico debe permanecer en alerta.
5. Conclusiones
La Iglesia china debe alentar y pedir a los delegados vaticanos -que son enviados para las negociaciones- que sean fieles servidores de Cristo, y que no tengan miedo de proclamar la verdad ni vacilen en los principios de la Iglesia durante las tratativas con el gobiernos chino.
La Iglesia en China debe evitar caer en la trampa del “pragmatismo gris”. Por el contrario, debe seguir dando testimonio de Jesucristo, con coraje, y “convertirse en la conciencia social, esparcir la semilla del Evangelio en esta tierra, volverse el profeta de esta época, ser sal y luz en la sociedad china” (palabras del Padre Wei Heping). Salvaguardar, con coraje, la verdadera comunión con el Sucesor de Pedro, luchar por los derechos y la libertad de la Iglesia proteger al representante de Jesús en la tierra -el primado del Papa, diciendo “No” a todos los compromisos que traicionen a la Iglesia.
Frente a esta compleja situación actual, necesitamos tomar como ejemplo la conducta del obispo y mártir José Fan Xueyan: “afrontar todos los desafíos con constancia”; “el tiempo le pertenece a Él”, no temer tener que esperar otros “trescientos años”; debemos creer que llegará el día en que “Cristo vencerá y reinará”.
Concluyo este discurso con la recomendación que el Papa Juan Pablo II dio a Tang Han y a todos los sacerdotes de la Iglesia china en 1986: “¡No se hagan ilusiones con el comunismo!”.
31/07/2019 14:09
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