La reconquista ucraniana de las tierras ocupadas
El verdadero resultado de la contraofensiva de Kiev, más que por las victorias militares se medirá por los efectos psicológicos de la información sobre las numerosas audiencias involucradas: sus propios ciudadanos, la opinión pública occidental y los mismos rusos. Mientras, casi como una contracara de Zelenski, crece el aura del jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valerij Zaluzhny.
Hace más de una semana comenzó el contraataque del ejército ucraniano (VSU) en todos los frentes, la reconquista de las tierras invadidas por el imperialismo de Putin. Desde hace varios meses se habla de ello todos los días, con declaraciones de políticos, militares, propagandistas de ambos bandos y corresponsales de guerra, analistas occidentales y funcionarios del Kremlin.
El ataque ucraniano se lleva a cabo a partir de muchas directivas. De hecho, comenzó en mayo con los ataques de la VSU en la zona crucial de Bajmut de los que hablaron todos los medios rusos y que desembocaron en la polémica retirada de la compañía Wagner en medio de acusaciones contra los generales de su país. Ahora su jefe, Yevgeny Prigozhin, se ha retirado por completo y anunció un "período de vacaciones" de sus mercenarios hasta agosto. Entre otras cosas, esto le evita verse obligado firmar el contrato con el ministro de defensa Shojgu, a quien el mismo Putin muestra su enojo públicamente en cada oportunidad.
Los días 4 y 5 de junio la VSU inició la primera etapa de la campaña de reconquista y se dirigió hacia el sur, a la zona de Zaporiyia y Oréjov, en la región de Donetsk, como comunicó la viceministra de Defensa de Kiev, Anna Maljar. El 6 de junio fue bombardeada la presa de Nova Kajovka, casi como una respuesta de los rusos para impedir el paso del enemigo aún a costa de dejar bajo el agua a toda la región, incluyendo las fortificaciones propias. El 9 de junio Putin habló de las "enormes pérdidas" de Ucrania sin haber logrado ningún objetivo. Sin embargo, la ofensiva parece no haber hecho más que empezar: el 11 de junio el Ministerio de Defensa de Ucrania comunicó la liberación de dos aldeas en la parte suroccidental de Donetsk, Blagodatnoe y Makarovka, cerca del centro de Velyka Novosilka. Al día siguiente fue liberada la aldea de Storozhevoe y, según algunas versiones, también la de Novodarovka, en la región de Zaporizhia.
El tono de la propaganda rusa parece estar virando hacia la preparación para la pérdida de una parte de los territorios ocupados. Ya el 4 de junio una de las voces putinistas más extremas de la televisión, Margarita Simonián, pidió que terminaran los enfrentamientos armados y se procediera a un “referéndum sobre los territorios en disputa”, como si los del año pasado, con la posterior anexión, ya no tuvieran valor ni siquiera para los rusos. Aunque otras voces la acusan de "propaganda de la derrota", se está difundiendo la sensación de que los mismos órganos del Kremlin han empezado a prepararse para la "vergonzosa traición".
Más allá de los efectos estratégicos de los ataques de la VSU, todavía muy difíciles de evaluar incluso para los expertos militares, y evidentemente en una fase de reconocimiento más que de verdadero ataque, los discursos sobre la reconquista ucraniana tienen un alcance muy amplio y variado, según el bando al que están dirigidos. Durante meses Zelensky trató de convencer a todos los socios occidentales de la posibilidad de la victoria, y de esa manera obtuvo tanques y vehículos blindados, drones y aviones de ataque, y todos los medios necesarios para comenzar las operaciones.
Mientras tanto, los rusos han construido alrededor de 1500 kilómetros de fortificaciones y trincheras para resistir el ataque, invirtiendo más de 10 mil millones de rublos. Las incursiones de los partisanos diversanty en la región de Belgorod y en otras zonas demostraron que es posible eludirlas, pero no atacarlas de frente. Los rusos se jactan de victorias históricas, desde Napoleón hasta Hitler, pero en realidad Rusia siempre ha tenido éxito en la defensa, nunca en el ataque; incluso la histórica victoria de Pedro el Grande contra los suecos en Poltava (Ucrania) en 1709 se logró gracias a una retirada.
De los éxitos de la VSU no solo depende la liberación de los territorios ocupados por Rusia sino también la continuidad del apoyo financiero y militar de los aliados a Ucrania, que ahora se considera el "extremo oriental de la OTAN". Fuentes de la administración Biden creen que si el ataque ucraniano no es "suficientemente efectivo", los suministros de armas y dinero se reducirán significativamente y las exhortaciones a mantener conversaciones de paz con Rusia serán más fuertes y compartidas, acercándose a las iniciativas del Papa Francisco y sus enviados.
El éxito de la contraofensiva para los ucranianos implica la desocupación de todas las tierras hasta Crimea; en la visión de los occidentales, sería suficiente que se recuperaran las regiones suroccidentales sobre el Mar Negro, o por lo menos causar tales pérdidas en el ejército ruso como para obligar al Kremlin a replantearse la posibilidad de continuar la guerra. Los países europeos, por su parte, miran a Ucrania no como un instrumento de lucha, sino como un pueblo con el que por fin pueden entablar un diálogo, visto también el efecto de los muchos miles de refugiados que han vivido en Europa durante tanto tiempo, junto a sus compatriotas que emigraron hace años.
El verdadero resultado de las acciones ucranianas, más que en las victorias militares se concentra en los efectos psicológicos de la información sobre las diversas audiencias involucradas. En primer lugar sobre sus propios ciudadanos, que desde hace año y medio sufren la terrible invasión y desde hace seis meses no ven acciones victoriosas de respuesta, tras la expulsión de los rusos de la margen occidental del Dniéper hasta Jersón. El espíritu de lucha de la VSU sigue siendo muy alto, mucho más que el de los rusos, pero no se sabe cuánto tiempo podrá resistir en este nivel: debe tener esperanza, respaldada por algunos resultados positivos en el campo de batalla.
Luego está toda la opinión pública occidental, involucrada por la prensa y la televisión pero probablemente más aún por las redes sociales. Las decisiones de las administraciones políticas de los aliados dependen en gran medida de la orientación de las masas, que determina el consenso de los partidos políticos prestando una gran atención a Instagram, Twitter y TikTok. Los mismos ucranianos tratan de comunicarse de todas las formas posibles a nivel global para explicar su situación al mundo entero. Por otra parte, por las redes sociales también pasan las recaudaciones de fondos, las convocatorias a los voluntarios, la compra de equipos, drones, armas, automóviles y logística de todo tipo, lo que la columna "Signal" de Meduza llama la “subcultura de los aliados de Ucrania”.
Y el tercer público a tener en cuenta es el de los rusos, en quienes la contraofensiva produce un "efecto pánico" más fuerte que los drones que deambulan desde el Kremlin hasta las regiones más lejanas, los sabotajes contra los distritos militares y las operaciones de guerrilla de los partisanos. Todo esto pone a prueba los nervios de los altos mandos militares, sacude a la dirigencia política y hace reflexionar a la masa indiferente y apolítica de la población. Los mismos propagandistas rusos no tienen ni idea de cuál es la orientación de los ataques ucranianos y parecen bastante desconcertados. Lo importante para los rusos es resistir tanto como sea posible, para poder afirmar que han conservado los territorios ocupados, al menos en su mayor parte. La cuestión es que hoy la situación se ha dado vuelta con respecto al comienzo de la guerra: batallones de soldados ucranianos amenazan las "fronteras rusas" y nadie sabe cómo va a terminar.
De todo esto emerge cada vez con más fuerza una figura decisiva para Ucrania, el jefe de las Fuerzas Armadas general Valerij Zaluzhny. Si el presidente Zelenski es la imagen de la resistencia y el acuerdo con los aliados, Zaluzhny es el hombre de la salvación militar frente a la invasión. En febrero de 2022 sólo lo conocían los hombres del Ejército, y lo llamaban "Lord Voldemort", el mago oscuro de la saga de Harry Potter, aquel "cuyo nombre no se puede pronunciar". Cuando las tropas rusas se acercaron a Kiev, todo el equipo de Zelensky sugirió volar los puentes que cruzan el Dniéper para evitar que el enemigo entrara a la capital. Zaluzhny salió entonces al paso afirmando que él defendería los puentes, y desde entonces los rusos comenzaron la retirada, dejando tras de sí el trágico rastro de las masacres de Bucha y Mariupol y tantos otros lugares.
Zaluzhny se ganó la portada de Time, "The General and the Ukrainian Way of War", y desde entonces ha sido la cara ganadora de Ucrania. Por otra parte, él mismo se declara "discípulo de Gerasimov", su homólogo de las Fuerzas Armadas rusas, del que "ha leído todos los libros", y asegura que "toda la verdadera ciencia militar se encuentra en los manuales ruso-soviéticos". Incluso en el campo bélico él personifica la verdadera naturaleza del conflicto, la síntesis imposible del Oriente y Occidente de Eurasia, que es el gran problema geopolítico, filosófico y religioso de esta guerra.
El general ucraniano realiza el milagro de combinar la sabiduría de los espacios infinitos con la dinámica de los estados vecinos, la gran diferencia que existe entre Asia y Europa. Es el "comandante humano" que bromea con las tropas incluso en las situaciones más dramáticas, mostrándose mucho más irónico y teatral que el comediante profesional Zelenski, quien a su vez ha asumido la imagen del presidente severo e inconmovible, en un sorprendente intercambio de roles que podría anticipar incluso un enfrentamiento electoral, una vez superado el obstáculo actual. Los rusos han difundido la noticia falsa de que estaba gravemente herido y había sido sometido a una operación del cerebro, pero sin duda no es la única dezinformatsija de esta guerra, tan brutal como híbrida.
Por toda Ucrania circula la imagen del general haciendo el signo de la victoria, con la inscripción "Dios está con nosotros y con el Atamán Zaluzhny", atribuyéndole el antiguo título del jefe de los cosacos. Es una guerra de símbolos y de imágenes, y ahora el "Voldemort" que se disuelve en polvo ha pasado a ser la descripción de Putin, el hechicero que debe quedar eliminado con la victoria de los magos ucranianos.
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