01/03/2025, 14.11
MUNDO RUSO
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La guerra santa sin fin de Rusia

de Stefano Caprio

El ejército ruso ha lanzado en los últimos días una verdadera andanada de drones y bombas contra Ucrania, con el propósito de reafirmar su objetivo de conquista más allá de cualquier negociación o plan de repartición con los Estados Unidos de Donald Trump. Para seguir proclamando la teología de la Victoria, la verdadera divinidad a la que se deben dedicar todos los esfuerzos y todos los sacrificios.

 

En el tercer aniversario de la invasión de Ucrania se esperaba que Vladimir Putin hiciera una gran proclamación de victoria, que posiblemente también sería la señal del fin del conflicto armado. Pero en su lugar, el ejército ruso ha lanzado en los últimos días una verdadera andanada de drones y bombas contra el enemigo, con el propósito de reafirmar su objetivo de conquista más allá de cualquier negociación y plan de repartición con los Estados Unidos de Donald Trump, cuya disposición a apoyar las tesis de Putin en todos los aspectos económicos, militares y morales de la geopolítica constituye la verdadera victoria del "soberanismo oligárquico" del Mundo Ruso.

La insistencia estadounidense en apoderarse de las “tierras raras” ucranianas, más que indicar un plan para reconstruir las tierras devastadas por los rusos parece una decisión derivada del gran conflicto híbrido con China por el uso de nuevas tecnologías. En este contexto Rusia se mueve con toda la ambigüedad posible, sabiendo perfectamente que no está al mismo nivel que los dos grandes contendientes en este sector crucial, pero tratando de obtener ventajas de ambos lados. Las “negociaciones de paz” durarán entonces hasta el infinito, incluso con la posible serie de armisticios y acuerdos parciales, para no perder los privilegios del estado de guerra, única forma en que Rusia puede seguir proclamando la teología de la Victoria, la verdadera divinidad a la que se deben dedicar todos los esfuerzos y todos los sacrificios.

La víspera del aniversario de la “operación militar especial”, el 23 de febrero, en Rusia se celebró el Día de los Defensores de la Patria, una fiesta soviética en honor a la Victoria en la Gran Guerra Patriótica contra el nazismo, pero en la que también se conmemoraba alegremente el “día del Varón”, poco antes del día de la Mujer, el 8 de marzo. En la Rusia de Putin esta fecha recuperó en cambio los tonos solemnes de la sacralidad bélica, hasta el punto de que el presidente quiso rendir honores en el Kremlin a once Héroes de Rusia, recordando que "nosotros luchamos por la Patria, haciendo todo lo posible para entregarla a las futuras generaciones, a nuestros hijos y a nuestros nietos, porque este es el destino que Dios ha dispuesto para nosotros. Él ha puesto sobre nuestros hombros una misión difícil pero gloriosa, la de defender a Rusia".

“Plugo a Dios”, ugodno Bogu, “enviar a la masacre a cientos de miles de soldados rusos y exterminar a un gran número de ciudadanos ucranianos - reiteró Putin a los veteranos de la guerra en Ucrania - para ser fieles a los luminosos preceptos de nuestros padres, abuelos y bisabuelos… demostrando su valentía, ustedes son los centinelas que custodian Rusia, luchan fervientemente por la verdad y la justicia, por la paz y el futuro de nuestro pueblo”. Para ilustrar mejor estas motivaciones, el zar recordó "una de las guerras" del Imperio ruso en el siglo XIX - sin especificar cuál - en la que, para defender las fronteras cerca del Danubio, se enviaron varias divisiones de soldados "a una muerte segura, lo que en lenguaje militar se denomina el más alto honor". Ya antes de la ceremonia, Putin declaró en su discurso introductorio que “Rusia está gobernada directamente por Dios”, citando las palabras del mariscal de campo ruso-alemán del siglo XVIII Burkhard Christoph von Münnich, que había logrado una victoria sobre los turcos en 1739, y afirmaba que “si no fuera así, no se entiende cómo existe Rusia”.

Las palabras de Putin también fueron confirmadas por el Muftí Supremo de Rusia, Talgat Tadzhuddin, quien al final de la ceremonia entregó al presidente el escudo y la espada de Defensor de la Patria, afirmando que "esta fiesta no se reduce a una celebración anual, sino que dura todo el año, porque no hay un solo día sin defensa de nuestra Patria", queriendo también poner fin a todas las polémicas sobre las reivindicaciones de las etnias musulmanas en pugna  con las eslavas por la identidad de la Federación, que resurgen en diversas ocasiones de expresión de orgullo nacionalista en las diferentes regiones. No obstante, el muftí habló de la defensa común del "reino búlgaro y el imperio ruso" atribuyendo al actual presidente "el primer título de emperador de Rusia y el segundo de príncipe de los búlgaros del Volga y de Kazán".

La gran tarea del sacro zar fue ilustrada a continuación por el jefe de los capellanes ortodoxos en el frente de la SVO, la operación especial en Ucrania, el protoierej y caballero de las tres órdenes de la Audacia padre Dmitry Vasilenkov, quien concedió una extensa entrevista a la agencia estatal Ria Novosti precisamente con motivo del día de los Varones Defensores, jactándose de los 42 mil soldados bautizados en el frente. Contó que la población celebraba la fiesta en las zonas de guerra llevando a los soldados regalos, sobre todo de los niños, con cartitas y golosinas, con conciertos en hospitales y enfermerías, y recordando especialmente a un héroe de Rusia que murió recientemente en la zona de los enfrentamientos, el protoierej Mijail Vasilev, que predicaba que "hay que estar dispuesto a todo por el sagrado honor de defender a la Patria". Él organizó con motivo de esta fiesta el envío de cajas de calcetines a los soldados, “no de los que se usan y se tiran, sino los buenos y tácticos, que harán realmente felices a nuestros héroes”, y que se recogen en las iglesias para “sentirse cerca de nuestros defensores”. 

Los sacerdotes ortodoxos están preparando grandes celebraciones para la Pascua del 20 de abril, en el 80 aniversario de la Victoria, recordando que en 1945 la principal fiesta cristiana cayó el 6 de mayo, día de san Jorge el Victorioso, como siempre recuerda el patriarca Kirill, y este año será llamada la “Pascua Victoriosa”. La autoridad de los ortodoxos rusos recordó que “la Iglesia debe estar siempre del lado del pueblo, encarnando el espíritu patriótico que proviene del legado de nuestros santos que quisieron ser ellos mismos defensores de la Patria”, subrayando que las palabras Rodina y Otečestvo, los dos términos rusos para nombrar la patria, “se deben escribir siempre con mayúscula”, porque “para los cristianos la verdadera Patria es el Reino de los Cielos”, reafirmando la coincidencia de las dimensiones terrena y celestial frente a algunos sacerdotes que se permitían poner en un segundo plano los ideales de la “Ortodoxia militante”.

Como reiteró el padre Vasilenkov, “no debemos preocuparnos por la cuestión de las negociaciones”, sino dejarla en manos del zar-presidente y del gobierno, seguir apoyando a los soldados en el frente y “luchar también en nuestra vida común por el triunfo del bien”, sintiéndonos todos involucrados en la “gran batalla”. Recordó asimismo que “nuestros enemigos en todo el mundo tienen un solo objetivo, destruir a Rusia, y nosotros debemos vencer como baluarte de la moral y los valores tradicionales en el mundo, sin cultivar ilusiones inútiles”. De esta manera el capellán expresa la auténtica reacción de los rusos a las propuestas de paz estadounidenses, a las que se considera "tentaciones diabólicas" para arrebatar a los rusos la pureza de la defensa de la fe, algo que no es demasiado difícil, dadas las tendencias hedonistas de la nueva presidencia estadounidense, que quiere convertir las zonas de guerra en centros turísticos o minas de piedras preciosas.

El trabajo de los capellanes militares se centra especialmente en la superación de los “síndromes postraumáticos”, que según el padre Dmitrij no dependen de las heridas y los combates, sino de la “falta de motivación” en las acciones bélicas, porque las personas que “se mantienen de pie con grandes ideales y saben por qué luchan no tienen debilidades en el alma, aunque reciban golpes en el cuerpo”. Por eso, “si no queremos tener que ocuparnos después de la rehabilitación de masas de personas, debemos prepararlas a tiempo, y esa es la tarea que tenemos los sacerdotes”, afirma el jefe de los capellanes, y explica que este trabajo no solo concierne a los miembros del ejército, sino a toda la población de Rusia, comenzando por las élites, porque “el batallón puede estar formado por gente muy buena, pero todo depende de quién está al mando”.

Ante el temor al fracaso, los capellanes deben recordar que “Dios ayuda a resistir y a morir con honor”, ​​y lo que importa es nuestro destino eterno, tanto si permanecemos en la tierra como si vamos al otro mundo. No se puede luchar “sólo por dinero”, por el que “se puede matar, pero no morir”, como afirma el padre Vasilenkov en su libro de catequesis bélica En guerra, la palabra del Donbass, en el que ilustra “los principios espirituales de la verdadera supervivencia, no sólo en la guerra, sino en las realidads extremas de la vida”. Para difundir aún más esta atención pastoral, los capellanes ortodoxos han abierto también un canal de Telegram, Na voine, “A la guerra”, que instruye sobre las “reglas de seguridad espiritual” y distingue el verdadero significado “de la muerte y del asesinato, y muchas otras graves cuestiones”.

Estas directrices espirituales para la “guerra santa” en el frente de la guerra y de la vida se presentan como “antiguas tradiciones de los combatientes ortodoxos”, que se remontan al “Camino del Archiestratega”, un texto de finales de la Edad Media que el padre Dmitry atribuye “a los orígenes de la Rus' de Kiev”. El texto explica que los primeros rusos, que eran paganos, rechazaron las “acciones salvajes” en los combates cuando adoptaron el cristianismo, y encontraron en la ortodoxia un “nuevo sentido de la vida y de la guerra” y que hoy también es necesario “enseñar a luchar para salir victoriosos”, tanto en el campo de batalla como en el alma. El generalísimo Alexander Suvorov, que pronto será proclamado santo por el patriarca Kirill, decía que “Dios no ayuda a los bandidos, pero el soldado ruso no es un bandido”. La guerra continúa, porque para los rusos éste es el verdadero sentido de la vida.

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