La guerra de Taiwán contra los plásticos.
En Taipei, la Agencia de Protección del Medio Ambiente se ha convertido en ministerio. Entre los retos a los que se enfrentará está la contaminación: preocupación por los efectos de los microplásticos en los mares y la fauna. Nuevas medidas para fomentar el reciclado de los envases de productos electrónicos.
Taipei (AsiaNews/Agencias) - Taiwán inauguró ayer su Ministerio de Medio Ambiente: lo que antes era la Administración para la Protección del Medio Ambiente (EPA) pasó de hecho a ser un órgano ministerial de pleno derecho. El cambio de estatus está ligado a la campaña de reestructuración del gobierno lanzada el año pasado, que en mayo de 2023 vio aprobada en tercera lectura legislativa la creación de un nuevo ministerio para responder adecuadamente a los desafíos del cambio climático y la protección del medio ambiente.
Ahora disfrutará de un mayor presupuesto, un aumento de su personal -cuatro veces su tamaño original- y una ampliación de sus competencias, lo que garantizará que sea más eficaz a la hora de cumplir los objetivos de la isla. Hoy, la atención en Taiwán se centra en las futuras estrategias para alcanzar los ambiciosos objetivos medioambientales de la agenda política de la Presidenta Tsai, que ha anunciado el objetivo de cero emisiones para 2050.
Entre las prioridades está la lucha contra la contaminación por plástico. El domingo 20 de agosto, una coalición de representantes de varios grupos ecologistas pidió a la EPA que estableciera una hoja de ruta para reducir su uso y diera garantías de que cumplirá su compromiso de prohibir el uso de plástico de un solo uso. La petición hace referencia a la promesa que Taiwán hizo allá por 2018 de lograr la prohibición total del uso de plásticos de un solo uso como bolsas, pajitas o vasos para 2030; sin embargo, hasta la fecha, la agencia no habría propuesto medidas lo suficientemente ambiciosas para lograr este objetivo.
Taiwán tiene una larga trayectoria en la lucha contra el plástico, que comenzó en 1997 con la aprobación del "programa de reciclaje 4 en 1", un plan de acción que contenía medidas para el reciclaje de envases y la limitación del uso de bolsas y cubiertos. En 2002, la isla también se había convertido en una de las primeras administraciones en aplicar medidas para imponer límites y prohibiciones al uso de bolsas de plástico gratuitas. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, para Taiwán el plástico sigue siendo uno de los mayores problemas de contaminación que hay que atajar. Según la EPA, cada taiwanés sigue utilizando 700 bolsas de plástico al año, y los efectos son especialmente visibles tanto en la zona costera de la isla como entre su fauna. Un estudio de SOW calcula que a lo largo del tiempo han acabado en sus costas unos 7,9 millones de objetos con un peso aproximado de 1,1 millones de kilogramos, el 91% de los cuales son de plástico. Esta contaminación también ha tenido consecuencias dramáticas para las especies protegidas del país.
En 2022, Greenpeace informó que se habían encontrado restos de microplásticos en las heces del oso negro de Formosa, el ciervo sambar de Formosa, la nutria euroasiática de Kinmen, la marta de garganta amarilla y el gato leopardo, cinco especies todas ellas en alto riesgo de extinción. Para afrontar el problema de los residuos y animar a las empresas responsables de la producción de componentes y productos electrónicos a incorporar el reciclaje y la reutilización de materiales en el diseño de sus productos, en julio la EPA empezó a conceder un descuento del 15% en las tasas de reciclaje. En virtud de esta política, las empresas cuyos productos electrónicos y eléctricos contengan un 25% o más de plástico reciclado se beneficiarán del descuento de la tarifa verde en las tasas de eliminación.
Aunque Taiwán ha mejorado mucho su tasa de reciclaje de residuos desde 1997, reciclando el 73% de todo el plástico, la reducción y eliminación de residuos sigue siendo una prioridad. Taiwán produce unos 30 millones de toneladas de residuos al año, lo que ha obligado a crear nuevas incineradoras. Pero los grupos ecologistas piden al nuevo ministerio que aborde el problema del plástico desde la raíz y fije un límite máximo a la cantidad de residuos que se pueden producir anualmente.
Foto: Flickr/midnightbreakfastcafe