La Rusia de Andrei Tarkovski
El 90º aniversario del nacimiento del director y profeta. En la época soviética, plasmó sus intuiciones sobre Dios en el lenguaje del arte, dando un valiente testimonio. En sus filmes se pueden encontrar las razones de la invasión de Ucrania por parte de Putin. En cierta medida, su película "Stalker" profetizó la catástrofe de Chernóbil.
Moscú (AsiaNews) - En una Rusia devastada por su guerra contra Ucrania y todo el mundo occidental, un triste aniversario obliga a reflexionar sobre los aspectos más oscuros y contradictorios del alma rusa. Se cumple el 90º aniversario del nacimiento del director y profeta Andrei Tarkovski, fallecido en 1986 a la edad de 54 años. En las únicas siete películas que dirigió, fue capaz de ilustrar muchos misterios no resueltos de la historia y la espiritualidad de este gran pueblo.
Incluso el Patriarca de Moscú, Kirill (Gundyaev), envió un mensaje con motivo de los actos en memoria del director. Recordó que su camino creativo no fue en absoluto sencillo: "La vida bajo el régimen ateo impuso muchas limitaciones a la libertad de expresión, pero incluso en esas dificultades Tarkovski encontró la oportunidad de testimoniar valientemente sus intuiciones sobre Dios en el lenguaje del arte. Su obra habla de los grandes ideales cristianos y comparte el sentimiento de estar continuamente incluido en el diseño de la divina Providencia". Kirill se refiere principalmente a la famosa película de Tarkovski de 1966 "Andrei Rublev", que reconstruye la vida del gran iconógrafo del siglo XV. En plena era soviética, su filme volvió a proponer los fundamentos históricos de la fe ortodoxa rusa.
La película muestra la imagen de Cristo sufriente haciendo su Vía Crucis en la nieve, atravesando la tierra rusa y acompañado por los rostros del pueblo ruso, que Rublev supo incluir hasta en los austeros iconos de estilo bizantino. El domingo pasado, durante su prédica a los soldados en la grandiosa Catedral de la Resurrección, el Patriarca insistió en el "gran sufrimiento" del pueblo ruso, "que ningún otro pueblo europeo ha tenido que experimentar tanto como nosotros". En parte, fue una manera de justificar el drama de la guerra "defensiva".
Desde luego, Tarkovski no quería apoyar el totalitarismo soviético, que de hecho le impidió trabajar y lo obligó a exiliarse en varios países, entre ellos Italia. Aquí realizó otra de sus obras maestras: la película "Nostalgia", que toca otro tema especialmente sensible en relación con los últimos acontecimientos,. Fue precisamente la nostalgia de la grandeza perdida uno de los motivos de la agresión contra Ucrania. En la película, el director parte de recuerdos y sensaciones sobre su vida -como en sus otras películas (sobre todo "El Espejo" de 1974)- para contar la contradicción entre la belleza de la Italia renacentista, donde vive el artista exiliado, y el anhelo de volver a sus orígenes.
En la más mística de las películas de Tarkovski, "Stalker", la realidad está distorsionada por factores naturales y sobrenaturales: en una "Zona" devastada por acontecimientos bélicos anteriores, las leyes naturales normales se subvierten por razones desconocidas. Hay una habitación a la que ni siquiera los soldados que la custodian se atreven a entrar y donde parece que "los deseos más íntimos y secretos" pueden hacerse realidad. Dos figuras emblemáticas, el "Escritor" y el "Profesor" se adentran en ella, superando todos los escollos, guiados por el "Stalker", el guía ilegal del territorio. A uno de los viajeros le gustaría destruir la Zona con un arma nuclear, pero al final desiste, y el único resultado es que los peregrinos se redescubren a sí mismos.
Como señala el crítico Andrej Plakhov en "Kommersant", "todo el cine de Tarkovski oscila continuamente entre la 'rusificación' y la 'universalidad', entre el sentido del pasado y la visión del futuro. En "Stalker" profetizó en cierto modo la tragedia de Chernóbil, que se renueva hoy, entre la catástrofe de la explosión y las guerras destructivas. En "Sacrificio", que fue rodada en Estocolmo, la dramática muerte del protagonista tiene lugar en el lugar donde posteriormente fue asesinado el primer ministro sueco Olof Palme, un político que fue mensajero de la paz".
El recuerdo del gran director ruso no puede detener por sí solo las guerras y tragedias de Rusia y sus instintos destructivos, pero sí nos recuerda a todos que existe una "Zona" más íntima en el alma de los pueblos, donde se puede buscar el camino de la reconciliación entre ellos.
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