19/04/2025, 15.42
EDITORIAL
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La Pascua de Asia que tiene sed de resurrección

de Gianni Criveller

Desde Myanmar hasta Oriente Medio, miles de mujeres, niños y hombres de Asia, víctimas del dolor y la injusticia, lloran como María Magdalena que perdió a su Señor y amigo. Pero junto con ella creen que el Resucitado cambia el signo de la historia y nos permite apostar con confianza a que las fuerzas del bien prevalecen sobre las del mal.

 

Queridas lectoras y queridos lectores de Asianews:

Todos los pueblos de Asia tienen motivos para desear un renacimiento. Pienso especialmente en la gente de Myanmar, golpeada por un trágico terremoto después del ciclón del año pasado y la terrible guerra (in)civil de la junta militar contra su propio pueblo. En China, como hemos tenido ocasión de escribir, los creyentes se encuentran gravemente limitados en la práctica de su fe, y no faltan graves episodios de violencia que podrían evitarse si las autoridades nos concedieran más libertad. Hong Kong sigue lidiando con la ley de seguridad nacional que mantiene en prisión a más de mil personas por su militancia democrática, muchos de ellos hermanas y hermanos en la fe. En Taiwán temen que el statu quo que garantiza el bienestar y la seguridad de la isla pueda ser alterado por las iniciativas amenazantes de Beijing.

En la vecina Gaza continúa la espantosa tragedia que parece no tener fin, una violencia sin consideración que siembra un odio insuperable desde hace generaciones. Violencia y una gran inestabilidad afectan a todo el Oriente Medio. Las poblaciones de Jerusalén y de la Tierra de Jesús, entre ellas las pequeñas comunidades cristianas, sufren no solo la violencia y la inestabilidad social, sino también la bancarrota económica por la casi desaparición de las peregrinaciones y el turismo.

Sin embargo, la resurrección de Jesús ocurrió precisamente en Jerusalén, la ciudad que lleva el nombre de la paz. La mañana de Pascua, alguien vio y creyó que la vida prevalece sobre el dolor y la muerte. Miles de mujeres, niños y hombres de Asia, víctimas del dolor y la injusticia, lloran como María Magdalena cuando perdió a su Señor y amigo. Ella no puede imaginar vivir sin Jesús, lo busca y él la llama por su nombre y le confía una misión. Ella deja de llorar, acepta la misión y renace con Jesús. La fe en Él, Señor de la vida, puede sustraer todas las cosas, incluso las más dolorosas y dramáticas, al llanto y la desesperación.

Creemos que la resurrección de Jesús es un verdadero punto de inflexión y es el acontecimiento que cambia el signo de la historia, y nos permite apostar con confianza a que las fuerzas del bien prevalecen sobre las del mal, y la vida sobre la muerte.

¡Felices Pascuas!

La imagen que acompaña este saludo es una representación del Cristo Resucitado realizada por el pintor coreano Kim Ki-chang (1913-2001).

 

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