La Navidad de los cristianos libaneses en el frente sur, un signo de esperanza
Cuando celebró la misa de medianoche en Rmeich y la del 25 en Kley'a, en un Líbano relativamente estable, el nuncio apostólico elogió la tenacidad de los fieles del País de los Cedros. Y su apego a su tierra, que es "santa". Citando las palabras del Papa, exhortó a "no dejarse nunca robar la esperanza".
Beirut (AsiaNews) - En un Líbano relativamente estabilizado por la decisión de aplicar la resolución 1701 de la ONU y por la caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria, el nuncio apostólico mons. Paolo Borgia decidió celebrar la Navidad en Rmeich (12.000 habitantes) y Kley'a (2.500 habitantes). Son dos ciudadanas fronterizas cristiano-maronitas que han atravesado, no sin dificultades, los catorce meses de guerra que Hezbolá libró contra Israel para apoyar a Hamás, desde el 8 de octubre de 2023 hasta el alto el fuego del pasado 8 de diciembre.
Gracias a la decisión de oponerse a cualquier tipo de utilización por parte de los milicianos de Hezbollah, de su espacio territorial y de sus recursos humanos, sumado a la estrecha vigilancia de esta zona por parte de hombres expertos y valientes, las dos ciudades, a pesar de estar situadas "en primera fila" en el campo de batalla, no fueron blanco directamente del ejército israelí durante el conflicto. Sin embargo, han vivido en condiciones muy precarias durante los últimos meses de enfrentamiento armado, cuando las carreteras se volvieron peligrosas y los alimentos y los artículos de primera necesidad debían ser transportados a la zona con grandes riesgos.
"Por supuesto, es cierto que no hemos sido bombardeados directamente" dice a AsiaNews el p. Tony Elias, párroco de Rmeich, pero "eso no significa que no hayamos tenido miedo". "Nuestras ventanas, terrazas, muros y techos de los edificios han sido alcanzados por proyectiles. Por no hablar de los artefactos explosivos - añade - que estallaron a las afueras de la localidad y de las consecuencias del fuego de interceptación de las granadas, que dañó seis casas y destruyó completamente una séptima. Si uno camina por las calles del pueblo, se puede ver que muchas paredes están agrietadas, derrumbadas o perforadas a causa de la guerra".
Las consecuencias económicas de la guerra han afectado a Rmeich y Kley'a como a cualquier otro territorio. "Casi 10.000 olivos - explica el sacerdote - quedaron destruidos en los campos de Rmeich durante la guerra, por no hablar de los daños que sufrieron los cultivos de tabaco y la apicultura". "Dos tercios de los habitantes de Rmeich - recuerda - viven de la producción de la tierra".
"A Rmeich y Kley'a se puede llegar por carretera sin necesidad de una autorización especial del ejército libanés" asegura el P. Pierre Rahi, párroco de Kley'a. Pero para llegar a las dos ciudades hay que pasar por Nabatiyeh, donde el viejo bazar, orgullo de los habitantes, fue destruido sin piedad por los bombardeos aéreos israelíes. "La hemos cruzado con el corazón apesadumbrado, daba pena ver tanto desastre" afirma el representante del Papa.
El nuncio apostólico celebró la misa de medianoche en Rmeich y la misa solemne del día de Navidad en Kley'a. Entre un compromiso y otro, dice a AsiaNews Mons. Borgia, "tuve la alegría de ver a la comunidad local unida". "Para la misa de medianoche, la iglesia estaba llena" continuó, no sin manifestar una profunda satisfacción.
El representante de la Santa Sede dijo luego que había sido testigo de la realidad "de la fe profundamente arraigada" del pueblo libanés, así como "de su capacidad para resistir las adversidades, mantenerse firme y compartir". "Es hermoso ver en el Líbano esta tenacidad, este apego a la tierra y a la fe cristiana" subraya no sin un toque de orgullo. "Para el Líbano - concluye - estos son grandes signos de esperanza".
"Sin duda nuestras relaciones con el arzobispo maronita de Tiro son muy buenas" sigue diciendo el párroco de Rmeich, quien añade que "es reconfortante saber que gozamos de la solicitud directa del papa Francisco". "Esta es la sexta vez que el nuncio apostólico nos visita" observa otro sacerdote de Kley'a.
A su llegada, el 24 por la tarde, Mons. Paolo Borgia fue recibido en el convento de las religiosas de la Orden Maronita Libanesa (OLM), donde pasó la noche. Primero participó en un gozoso intercambio de regalos y cenó rodeado de los huéspedes, antes de celebrar la misa. En sus homilías, el prelado dedicó un pensamiento a todas las comunidades presentes en el sur del Líbano, aquellas que pudieron permanecer y aquellas que no pudieron hacerlo, así como a todos los que han perdido sus hogares o que todavía no pueden regresar.
"He querido celebrar aquí esta misa de Navidad, tanto porque Jesús nació de noche, como dice el Evangelio, como porque la noche [...] representa - observó el diplomático vaticano - en cierto modo la incertidumbre del hoy y del mañana, todavía lleno de riesgos y de muchos desafíos". "Con mi presencia quisiera decir - continuó - que en esta noche de vida me siento al lado de ustedes, me siento con todos ustedes, tal como haría el santo padre, al que represento en este país".
"Los cristianos libaneses tienen una fe ancestral, arraigada en esta "tierra santa" porque fue recorrida por Cristo y sus discípulos", añadió. "Una tierra amada que, a pesar de todo y gracias a Dios, ustedes nunca han abandonado y siguen habitando, orgullosos de sus orígenes. Esta fe abre sus corazones a la esperanza. Y como dijo el Papa Francisco: no se dejen robar nunca la esperanza, no renuncien jamás a un futuro - concluyó el prelado - que siempre puede ser mejor que el presente; crean en el futuro, fuertes con la ayuda de Dios".
23/12/2015