'La Cuaresma es el tiempo para reavivar la esperanza'
La homilía que envió desde el Policlínico Gemelli para el rito de la imposición de las cenizas, presidido en su nombre por el cardenal De Donatis. “Los contrastes, las ideologías identitarias, la explotación de la tierra y la violencia son 'polvo en suspensión' que contamina el mundo. Pero la esperanza de la Pascua nos permite no hundirnos en la tristeza y la desolación”. El estado de salud del pontífice es estable pero sigue con pronóstico reservado.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Las sagradas cenizas reavivan en nosotros la memoria de lo que somos, pero también la esperanza de lo que seremos. Nos recuerdan que somos polvo, pero nos encaminan hacia la esperanza a la que estamos llamados”.
Desde el Policlínico Gemelli – donde según el último boletín médico sus condiciones se mantienen estables, aunque el pronóstico sigue siendo reservado – el Papa Francisco invita a mirar de esta manera la Cuaresma que comienza hoy, tal como dice en el texto de la homilía preparada para la Misa de imposición de la ceniza que, según la tradición, tuvo lugar esta tarde en Roma en la Basílica de Santa Sabina, en el Aventino. La celebración fue presidida en su nombre por el cardenal. Angelo De Donatis, penitenciario mayor, quien después del Evangelio leyó la meditación del pontífice.
En el texto el Papa pone de relieve la dimensión de fragilidad que el signo de las cenizas - que se imponen al comienzo de la Cuaresma - recuerda en forma inmediata. Una fragilidad que vivimos de cerca "en la experiencia de la enfermedad, en la pobreza, en el sufrimiento que a veces irrumpe de manera repentina sobre nosotros y sobre nuestras familias". "Nos damos cuenta de que somos frágiles –continúa el Papa– cuando nos descubrimos expuestos, en la vida política y social de nuestro tiempo, a 'polvos en suspensión' que contaminan el mundo: el enfrentamiento ideológico, la lógica de la prevaricación, el regreso de viejas ideologías identitarias que teorizan la exclusión del otro, la explotación de los recursos de la tierra, la violencia en todas sus formas y la guerra entre los pueblos". Pero esta condición de fragilidad nos recuerda sobre todo "el drama de la muerte, que en nuestras sociedades de apariencia intentamos exorcizar de muchas maneras e incluso excluir de nuestro lenguaje, pero que se impone como una realidad con la que debemos lidiar, signo de la precariedad y fugacidad de nuestra vida.
Francisco explica que las cenizas "nos recuerdan quiénes somos" y esto "nos hace bien, nos pone en perspectiva, amortigua la dureza de nuestro narcisismo, nos devuelve a la realidad, nos hace más humildes y disponibles los unos a los otros: ninguno de nosotros es Dios, todos estamos en camino".
Y este es el otro rostro de las cenizas, que son también el signo que "reaviva en nosotros la esperanza". “El tiempo cuaresmal – escribe el Pontífice – no quiere dejarnos con la cabeza gacha, sino que, al contrario, nos exhorta a levantar la cabeza hacia Aquel que resucita de las profundidades de la muerte, arrastrándonos también a nosotros de las cenizas del pecado y de la muerte a la gloria de la vida eterna”.
Sin esta esperanza estamos "condenados a soportar pasivamente la fragilidad de nuestra condición humana y, sobre todo ante la experiencia de la muerte, nos hundimos en la tristeza y la desolación". En cambio –comenta el Papa Francisco– "la esperanza de la Pascua hacia la que nos encaminamos nos sostiene en nuestras fragilidades, nos asegura el perdón de Dios y, aun envueltos en las cenizas del pecado, nos abre a la confesión gozosa de la vida: 'Yo sé que mi Redentor vive y que él, el último, se alzará sobre el polvo' (Jb 19,25)".
Por eso invita a todos a hacer de la Cuaresma un tiempo para orientar nuestra vida hacia Dios, "convirtiéndonos en signo de esperanza para el mundo. Aprendamos de la limosna - dice - a salir de nosotros mismos para compartir las necesidades de los demás y alimentar la esperanza de un mundo más justo; aprendamos de la oración a descubrirnos necesitados de Dios o, como decía Jacques Maritain 'mendigos del cielo', para nutrir la esperanza de que, en nuestras fragilidades y al final de nuestra peregrinación terrena, nos espera un Padre con los brazos abiertos; aprendamos del ayuno que no vivimos solamente para satisfacer nuestras necesidades, sino que tenemos hambre de amor y de verdad, y sólo el amor de Dios y entre nosotros puede saciarnos de verdad y darnos la esperanza de un futuro mejo".
Hoy el Papa Francisco envió también un mensaje a los católicos de Brasil con motivo del comienzo de la Campaña de la Fraternidad, la iniciativa anual que organiza en Cuaresma la Conferencia Episcopal, y que este año tiene como tema “Fraternidad y ecología integral” en referencia al décimo aniversario de la encíclica Laudato Siì, pero que quiere ser también la contribución de la Iglesia a la COP 30, la conferencia mundial sobre el clima que se celebrará en Belem, en el corazón de la Amazonia, el próximo mes de noviembre.
“Espero que este camino cuaresmal dé muchos frutos y nos llene a todos nosotros de la Esperanza de la que somos peregrinos durante este Jubileo. Espero que la Campaña de la Fraternidad sea una vez más una fuerte ayuda para las personas y las comunidades de este amado país en su proceso de conversión al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y de compromiso concreto con la ecología integral”.
Esta mañana se publicó asimismo el texto que Francisco había preparado para la catequesis de hoy en la audiencia del miércoles. Concluyendo la parte sobre los Evangelios de la Infancia del ciclo jubilar dedicado a “Jesucristo, nuestra esperanza”, el Papa comenta en el texto el episodio del hallazgo de Jesús a los doce años, que había permanecido en el Templo sin sus padres durante la peregrinación (Lc 2,46-50).
En su reflexión, Francisco observa que los Evangelios de la infancia terminan "con las últimas palabras de María, que recuerdan la paternidad de José respecto de Jesús, y con las primeras palabras de Jesús, que reconocen que esta paternidad tiene su origen en la de su Padre celestial, a la que reconoce el primado indiscutible". "Queridos hermanos y hermanas – concluye el Papa –, como María y José, llenos de esperanza, pongámonos también nosotros en camino tras las huellas del Señor, que no se deja encerrar en nuestros esquemas y se deja encontrar no tanto en un lugar, sino en la respuesta de amor a la tierna paternidad divina, respuesta de amor que es la vida filial".
23/12/2015
17/02/2021 12:07