Juicios mafiosos entre Kirguistán y Uzbekistán
En Taskent se condena a seis años de cárcel a Salim Abduvaliev, un capo que fue juzgado en su país para evitar condenas más duras en Kirguistán. Personajes poderosos con peligrosos enredos con el mundo de la política y el deporte. Tanto es así que incluso las excelentes detenciones plantean más interrogantes que certezas sobre las investigaciones contra ellos.
Taskent (AsiaNews) - En los últimos días ha causado sensación el proceso contra uno de los principales líderes del crimen organizado en los países de Asia Central, el uzbeko Salim Abduvaliev, juzgado en su país por cargos menores para evitar condenas más duras en Kirguistán, según escriben varios medios de comunicación de los dos países. El juicio se prolongaba desde marzo, y en Taskent el capo fue finalmente condenado a seis años de prisión por tráfico ilícito de armas de fuego y contrabando, cargo este último que ya había cumplido desde su detención.
A pesar de la condena, el jefe mafioso aún no ha sido trasladado al campo penitenciario y sigue a disposición de los servicios de seguridad. Los abogados han conseguido para él el ingreso en una clínica especializada para revisiones cardiacas, donde pudo reunirse con su hijo Džasur, quien aseguró que «papá está bien, pero ha perdido mucho peso, no sé por qué no le han trasladado aún a prisión, no nos dicen nada».
En Kirguistán, Abduvaliev está en busca y captura por varios delitos, entre ellos un cruce ilegal de fronteras junto con un diputado de Žogorku Keneš, Emil Žamgyrčiev, que supuestamente le ayudó a defenderse de las acusaciones de atentar contra la vida del presidente Sadyr Žaparov y otras autoridades kirguisas. El propio presidente confirmó la validez de estas acusaciones, tras una investigación conjunta de los servicios kirguizos y uzbekos, declarando al capo en busca y captura internacional.
Según algunas fuentes, el destino de Abduvaliev fue discutido cara a cara por los dos presidentes Žaparov y Mirziyoyev antes del inicio de una operación policial en la que murió otra destacada figura del crimen organizado, Kamči Kolbaev (de nombre real Kamčibek Asanbek), y a la que siguieron otras varias redadas en Uzbekistán con detenciones de decenas de mafiosos de diversas agrupaciones.
Bandidos del nivel de Abduvaliev desempeñan un papel crucial en la vida de estos países centroasiáticos, muy vinculados a Rusia desde los tráficos clandestinos de la época soviética, luego desarrollados en los últimos treinta años con gran influencia en la vida política de las sociedades postsoviéticas. En 2016, el líder ahora detenido fue uno de los principales partidarios del actual presidente uzbeko Šavkat Mirziyoyev, difundiendo fotografías en las que lucía una camiseta con la leyenda «Votemos a Mirziyoyev».
Conocido en la lengua vernácula como Salim-Bogač («Salim el rico»), el capo es también productor de cine y vicepresidente del Comité Olímpico de Uzbekistán, y es el principal socio de otro importante representante del crimen organizado, Gafur Rakhimov, ex presidente de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), considerado uno de los principales barones de la droga del antiguo mundo soviético.
En Kirguizistán, el diputado Salajdin Ajdarov y el empresario Žalil Atambaev han sido detenidos por sus tratos con Abduvaliev, y algunos de sus familiares también son buscados por tráficos ilícitos de diversa índole bajo la protección de grupos mafiosos. La saga del poder criminal encubierto en Asia Central aún parece lejos de haber terminado, e incluso las excelentes detenciones de los últimos años, que los presidentes proclaman como victorias definitivas sobre la anarquía, plantean más interrogantes y perplejidades que certezas sobre la verdadera naturaleza de las estructuras de estos Estados.
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