Hong Kong, la libertad vale más que la barriga llena
El silencio de las autoridades y de los medios chinos, que el día anterior a las elecciones habían preparado artículos ensalzando la victoria de los candidatos favorables a Beijing. Las campañas mediáticas patrióticas y contra los EEUU resultaron ser inútiles. También marca un fracaso para Carrie Lam. Beijing piensa que los derechos humanos se ciñen a tener algo para comer, ropa para vestirse y un lugar donde vivir. Pero la gente de Hong Kong también quiere libertad.
Roma (AsiaNews) – La avalancha de votos a favor de los demócratas en las elecciones de distrito de hace tres días en Hong Kong ha dejado desorientadas a las autoridades de Beijing. Durante largas horas, los medios estatales observaron en silencio la victoria de los demócratas sin saber qué decir. Hay rumores de que incluso el día previo a las elecciones, los periódicos del partido ya habían preparado artículos y editoriales ensalzando la victoria de los favorables al gobierno, y que ahora habrán tenido que triturar. Luego de admitir que hubo elecciones (sin comunicar los resultados) se recurrió a las fake news de siempre: es hora de detener la violencia que deteriora el orden y el bienestar del territorio; es hora de poner freno a la “mano negra” de los Estados Unidos o de otras potencias extranjeras que intentan azotar a China manipulando los problemas de Hong Kong.
La retórica falsamente patriótica y el reclamo al orden (según Beijing) e incluso al “estado de derecho (siempre según Beijing) han caracterizado la campaña que el Partido Comunista chino ha desplegado en todos estos meses de manifestaciones y reclamos de la población mayoritaria de Hong Kong. Mientras los jóvenes y no tan jóvenes del territorio expresaban (y expresan) las “cinco peticiones” – entre ellas, una investigación independiente sobre la violencia de la policía; el rechazo a clasificar como “revoltosos” a las personas arrestadas en las manifestaciones; el sufragio universal – los medios chinos siempre han descrito a los jóvenes de Hong Kong como pandilleros, violadores, vándalos, traidores a la patria, a menudo atribuyéndoles los hechos de violencia perpetrados por la policía y por los grupos mafiosos ligados a ella.
Lo que resulta impresionante es que todo este lodo derramado con medios gigantescos no ha tenido ningún peso sobre las decisiones de la población de Hong Kong, que ha votado mayoritariamente por aquellos que se han manifestado o que han apoyado las manifestaciones anti-extradición y a favor de la democracia.
Quizás, este tiro errado empuje a Beijing a revisar el accionar de su Oficina de Propaganda; las mentiras hay que contarlas bien, deben tener al menos una apariencia de verdad; de lo contrario, no son creíbles.
Hasta Carrie Lam, jefa del Ejecutivo - que esperaba un “referéndum” contra los vandalismos de los jóvenes, los cortes de la línea de subterráneos metropolitana, la clausura de túnel subfluvial, en nombre del orden y del restablecimiento de los negocios- ha tenido que engullir la amarga sorpresa de una población que prefiere el desorden de los jóvenes al orden policial.
Con esto no pretendo aplaudir la violencia ejercida por grupos radicales. Pero también es cierto que semejante violencia ha sido producida por el mismo gobierno; es fruto de la negativa al diálogo con los manifestantes, de haber dado carta blanca a la violencia de la policía y de haber ignorado deliberadamente las “cinco peticiones”, cuando todos los sectores de la sociedad - incluida la Iglesia católica - reclamaban que fueran atendidas.
El resultado de estas elecciones – 392 escaños de los 452 han sido obtenidos por los demócratas, y arrancados a los lacayos o conniventes con Beijing – muestra que las autoridades chinas no entienden a Hong Kong. Quizás el primer motivo de ello es que los observadores de Beijing que residen en Hong Kong no comunican la realidad y el deseo de democracia y libertad presente en el territorio, y prefieren análisis e informes edulcorados para agradar a Xi Jinping. Es muy probable que la Oficina de Relaciones entre China y Hong Kong y su jefe sean despedidos; en su lugar, ha surgido un Centro de crisis en Shenzhen, para monitorear la situación. Sin embargo, éste también está condenado al fracaso si Beijing no entiende algo muy simple: el pueblo de Hong Kong – y sobre todo, los jóvenes – están dispuestos a todo con tal de conseguir la libertad. En todas estas décadas, Beijing ha difundido su teoría materialista sobre los derechos humanos: el hombre solo tiene necesidad de comer, de ropa para vestirse y de un lugar donde vivir. Los gobiernos del resto del mundo – y lo mismo aplica al italiano - parecen dar la razón a China: con tal de conservar la amistad de Beijing están dispuestos a hacer silencio sobre todo: uigures, Tíbet, persecución religiosa, Hong Kong. En los últimos días, con las elecciones de distrito, la gente de Hong Kong ha testimoniado que prefiere la libertad a la barriga llena. Y éste es el revés más grande.
26/11/2019 10:21