Hidroponía para las mujeres de Kabul, cultivar la esperanza tres años después del regreso de los talibanes
'Green rooms' es una de las últimas iniciativas de la asociación 'She works for peace', fundada por la empresaria social Selene Biffi. Un proyecto de cultivo de hortalizas que permite a las mujeres afganas ahorrar agua y tierra. Una ventana a la esperanza en un país asolado por la sequía y la inseguridad alimentaria.
Kabul (AsiaNews) - Desde hace tres años, los talibanes vuelven a gobernar Afganistán. El 15 de agosto de 2021 recuperaron el control de la capital, Kabul, al retirarse las fuerzas internacionales dirigidas por Estados Unidos. De insurgencia armada, los "estudiantes coránicos" se han convertido en las autoridades de facto, hundiendo la economía e imponiendo leyes cada vez más oscurantistas y restrictivas, sobre todo a las mujeres, a las que no se permite acceder a la enseñanza superior, trabajar en público, frecuentar el exterior o desplazarse de forma independiente.
Pero muchas mujeres afganas se niegan a doblegarse ante el destino que se les ha impuesto. Selene Biffi, fundadora de la asociación "She works for peace", que desde hace tres años apoya el microemprendimiento femenino en Afganistán, lo sabe bien. Con su último proyecto, llamado "Green Rooms", ha conseguido poner en práctica algo que muchos creían imposible: la hidroponía doméstica, un sistema de cultivo que ahorra hasta un 90% de agua y responde a una doble necesidad: seguridad alimentaria para las familias y empleo para las mujeres.
Tras una primera fase de formación en la que participaron 35 mujeres, en muchos casos analfabetas o viudas de décadas de guerra, ya son 260 las personas implicadas. Un proyecto innovador y único, realizado gracias al apoyo financiero de la Fundación Marcegaglia Onlus y al que se añadirá un negocio, también gestionado por mujeres, de venta de verduras frescas.
"Las mujeres que participan aprenden a construir, gestionar y cuidar personalmente diferentes tipos de plantas y el cultivo de hortalizas en soluciones acuosas en lugar de en el suelo, utilizando materiales locales y con un coste casi nulo", explicó Biffi, invitada al Centro Pime de Milán el 29 de mayo. "A través de lo que aprenden y de las habilidades técnicas que adquieren, las mujeres contribuyen a mejorar la seguridad alimentaria de sus familias y a crear oportunidades de empleo local".
En la actualidad, casi la mitad de la población afgana (unos 20 millones de personas) sobrevive únicamente gracias a la ayuda humanitaria. La situación se ve agravada por la baja tasa de alfabetización, que ronda el 22%. Cerca de 4 millones de mujeres y niños sufren desnutrición aguda. Debido a la crisis económica y a la falta de liquidez, las deudas de los hogares se han multiplicado por seis, y más del 70% de los ingresos se destinan a la compra de alimentos.
La hidroponía ha demostrado ser una opción ganadora en un país cada año más afectado por la sequía debido al cambio climático. Además de ahorrar grandes cantidades de recursos hídricos, tiene un rendimiento que puede ser hasta tres veces superior al de la agricultura tradicional y, al crecer en vertical, también ocupa menos suelo. "Hay decenas de plantas que las mujeres participantes han construido desde cero con empeño y determinación, aprendiendo las técnicas de montaje, gestión y mantenimiento adecuados, y cultivando frutas y hortalizas", prosigue esta emprendedora social nacida en Brianza y comprometida con Afganistán desde 2009.
Antes de 'Green rooms', la asociación 'She works for peace' ya había puesto en marcha proyectos originales para que las mujeres afganas pudieran seguir trabajando desde casa. Es el caso de "Abzar", una "biblioteca de herramientas" donde las mujeres pueden tomar prestados gratuitamente materiales y herramientas de trabajo (como electrodomésticos y máquinas de coser) para hacer crecer sus negocios. Recientemente también se ha puesto en marcha "Brave bus", que recorrerá los barrios más pobres de Kabul proporcionando asistencia técnica, materiales de producción y ánimos a las mujeres que trabajan desde casa.
"Hacer innovación social es crucial porque crea cambio, trae consigo cultura, diálogo y sostenibilidad", comentó además Selene Biffi. "Sólo con estos ingredientes podemos dar esperanza a un país que, durante más de 20 años, ha visto pocos resultados de los proyectos propuestos por la comunidad internacional".