Guerra de Ucrania: la Federación Rusa podría desintegrarse

de Vladimir Rozanskij

Los "pueblos libres" están a favor de la independencia. Rusia es vista como una construcción "artificial". El mayor empuje procede de Tartaristán y Baskortostán. El gobierno central reprime. Todo dependerá del resultado del conflicto ucraniano.

Moscú (AsiaNews) - Una de las posibles consecuencias de la guerra ucraniana es el levantamiento de los pueblos de la Federación contra el gobierno central de Moscú. Una situación que podría desatarse, dada la incertidumbre que se vive en una Rusia sometida al contraataque del ejército de Kiev. Algunos especialistas consultados por Idel.Realii subrayan esta posibilidad. Los "pueblos libres" ya han reunido varias veces a sus representantes en el exilio. La primera vez fue en mayo en Varsovia; la segunda, a finales de julio en Praga y la tercera en los últimos días, en la ciudad polaca de Gdansk.

Estas manifestaciones contaron con la participación de un gran número de activistas y políticos que se pronunciaron a favor de la secesión de Rusia, provocando reacciones muy resentidas en los medios de comunicación y en las declaraciones de los dirigentes rusos. El director del Instituto Independiente de las Regiones de Rusia, el lituano Andrius Almanis, presentó en Gdansk el proyecto "Naiznanku" (Vuelco), explicando cuán real es la amenaza de una fractura entre los grupos étnicos que componen Rusia.

Según Almanis, "se trata de un proceso que no es artificial en absoluto; de hecho, la Federación Rusa es una entidad artificial, y cuando la fuerza opresora del centro se debilita, las tendencias centrífugas se ponen en marcha de forma casi automática". En las regiones con un fuerte sello étnico -desde el Cáucaso hasta Siberia, pero también en las regiones del norte de Europa y Asia- la idea de la independencia está muy arraigada desde hace siglos. El propio Almanis subraya que esta evolución depende sobre todo del posible fracaso ruso en Ucrania.

“Incluso en las capas más densas de asfalto se crean grietas, de las que surgen brotes", dice el activista lituano."Pero ahora no se trata de meras grietas, sino de abismos, y son cada vez más amplios. Entre las regiones y repúblicas "identitarias", sin duda destaca Tartaristán, junto con sus vecinos y "parientes" de Baskortostán, ambas en una posición geográfica crucial de la zona urálica, en la frontera entre Europa y Asia. Hay muchos pueblos pequeños, sobre todo en las tierras siberianas, que corren el riesgo de desaparecer y que ahora tratan de encontrarse a sí mismos tras el sismo creado por las guerras y movilizaciones de los últimos tiempos.

Una de las "fronteras internas" de la lucha por la liberación de los pueblos es la cuestión lingüística y cultural. Una causa con la que se identifican los nuevos líderes de las protestas, que apuestan por la defensa de las lenguas nacionales en los programas escolares y universitarios. Se trata de un tema poco conocido fuera de las fronteras nacionales y regionales, y los foros que se suceden pretenden informar a la opinión pública internacional sobre las aspiraciones de los "pueblos libres" de Rusia.

No es casualidad que a finales de septiembre se debatieran en la Duma de Moscú dos proyectos de ley para introducir nuevas sanciones y aplicar la definición de "extremismo" a cualquier forma de difusión de información, imágenes o símbolos que "cuestionen la integridad territorial de Rusia". Mostrar mapas en los que las regiones aparezcan por separado es motivo de arresto: quien lo hiciere, podría ser condenado a 15 días en prisión y al pago de una multa de al menos un millón de rublos (20.000 euros).

Un activista baskir, Airat Dilmukhamedov, fue detenido en los últimos días por participar de forma virtual en el foro de Gdansk. Las autoridades consideraron que su intervención en vídeo fue una "incitación a la subversión contra la integridad de la nación". El tribunal de Ufa decretó que la organización nacionalista "Baškort" es extremista y prohibió sus actividades en todo el territorio de la república. Muchos otros activistas y exponentes de las culturas locales son perseguidos. Tal es el caso de la escritora tártara Fauzja Bajramova, el publicista de la región de Komi (norte de la Rusia europea) Nikolaj Udoratin o el presidente de la asociación de pueblos finougrios Petr Tultaev, entre muchos otros.

El frente interno se ensancha, incluso allí donde no hay episodios clamorosos de protesta ni líderes conocidos. Y podría estallar de forma aún más estruendosa que las bombas del puente de Kerch: señal de la fragilidad de Rusia en guerra contra los enemigos exteriores, pero también contra sí misma.