El silencio del mundo musulmán sobre el caso Asia Bibi
Entre los musulmanes, nadie comenta la suerte de la mujer pakistaní, que ha quedado bloqueada en su país luego de haber sido absuelta de la acusación de blasfemia. El poder de la sharia y del islamismo ejerce su influencia incluso en Gran Bretaña. La situación a la que ha llegado Asia Bibi es similar a la que padecen numerosos cristianos, judíos, ateos y musulmanes no sunitas en los países islámicos.
París (AsiaNews) – Hemos recibido, y ahora publicamos, esta reflexión de un joven docente musulmán argelino que vive actualmente en París. El autor recorre el drama de Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia, luego exonerada y actualmente aguardando una revisión de la sentencia de la Corte Suprema, revisión que ha sido impulsada por partidos islamistas pakistaníes, a los que el gobierno no ha conseguido oponerse.
Silencio en la radio: ¡el mundo musulmán parece enceguecido por su fe! Se vuelve sordo y mudo cuando se trata de un cristiano, de un judío o de una persona no musulmana que sufre una injusticia. ¿Acaso hay otra explicación posible a esto? Asia Bibi sigue siendo una desconocida, si bien gran parte del mundo musulmán estaba al tanto de su condena por parte de las autoridades pakistaníes. Una condena equiparable a la que emitiera Daesh contra los cristianos y los Yazidíes [en Irak]. Nadie se ha indignado; ningún musulmán se ha manifestado frente a la embajada de ese país. ¿Es un silencio cómplice o mera indiferencia? Son tantas las preguntas legítimas que surgen ante esto. Evidentemente, no se reclama, quién sabe por qué, ni siquiera un mínimo de solidaridad hacia una mujer que continúa sufriendo injusticias, a pesar de haber sido exonerada.
Asia Bibi es sólo uno de tantísimo casos que hacen sufrir a las minorías religiosas del Pakistán, un país cuya Constitución y Justicia sostienen la sharia sunita. Un país que se hundido en el extremismo religioso, un Estado islamista que posee armas nucleares. En la práctica, un Daesh logrado, acabado, como Irán y Arabia Saudita. Un país donde los islamistas hacen valer su peso, incluso frente a las decisiones de la Corte Suprema pakistaní.
Volvamos a lo que le sucedió a esta cristiana, una trabajadora jornalera, en junio de 2009: se desencadenó una disputa entre ella y sus colegas musulmanas, mientras realizaban juntas la cosecha de bayas. Las musulmanas le dijeron que dado que no era musulmana y Asia Bibi había “ensuciado” un recipiente [por haber bebido] de donde todas bebían, éste se había vuelto inutilizable. La discusión prosiguió, y cada una de las mujeres acusaba a la otra de insultar la religión propia.
Pocos días después, Asia Bibi fue localizada y llevada a prisión. Durante su proceso, ella insistió en que era inocente y negó haber hecho declaraciones hostiles en relación al islam. La justicia pakistaní, inspirada en la sharia, la condenó a muerte en noviembre de 2010. Un destino reservado a todos aquellos que son “blasfemos”, incluso para musulmanes que tienen una visión religiosa diferente de la sunita.
Ocho años después, luego de los esfuerzos hercúleos de sus abogados defensores, la justicia pakistaní decidió revisar la sentencia y terminó reconociendo la inocencia de esta cristiana. Mientras los humanistas del mundo entero se esperaban que el pueblo pakistaní bendijese esta decisión saludable de la Corte Suprema, algunas voces integristas de ciertos islamistas se alzaron contra esta decisión y, en cuestión de días, terminaron obteniendo un procedimiento que impide a la mujer dejar el país [pretendiendo rever su sentencia de inocencia]. Esto significa, nada más ni nada menos, ¡que los islamistas quieren que ella muera en la horca!
Lo más aberrante de todo es que, a pesar de que ella solicitó asilo en Gran Bretaña, las autoridades inglesas no le concedieron este derecho. Pocos días antes de ello, tres imanes y eminentes personalidades musulmanas del Reino Unido escribieron una carta al ministro del Interior, Sajid Javid. En la carta ellos pedían que se declarase, de manera “clara y proactiva” que Gran Bretaña “estaría feliz de recibir el pedido de asilo” de parte de Asia Bibi.
Esto nos lleva a entender hasta qué punto los islamistas provocan miedo: si las autoridades británicas se niegan a recibir a Asia Bibi en suelo británico, es porque temen los atentados terroristas. Y esto es, en parte, comprensible. Pero digo esto porque no entiendo cómo es posible que este país se oponga a exiliar a una mujer cristiana amenazada de muerte y, por otro lado, el mismo país esté a favor de acoger islamistas egipcios, argelinos, sauditas y pakistaníes. Esto constituye un gran interrogante.
Además, me pregunto, ¿por qué motivo los países musulmanes no se ofrecen para acoger a esta mujer? Es evidente que el hecho de que sea cristiana resulta embarazoso y el integrismo religioso se propaga de una manera suave, pero segura. De lo contrario, no hay nada que pueda explicar esta indiferencia que se constata en relación al caso de Asia Bibi.
Es por ello que hoy me siento en la obligación de escribir y denunciar esta injusticia, este integrismo y el infierno que el mundo musulmán hace sufrir a cristianos, judíos, ateos e incluso a musulmanes no sunitas. Los Estados que se dicen musulmanes son aquellos que hoy en día encarnan, de manera implícita, la intolerancia hacia las minorías religiosas. Que es como decir: lo que Asia Bibi ha vivido en Pakistán, lo viven otras personas no-musulmanas en otros países musulmanes.
Estoy decepcionado por esta decadencia e integrismo que azota al mundo musulmán, que, lamentablemente, tienen en la interpretación de los textos religiosos su combustible y motor. Es por eso que muchos imanes se abocan sin descanso al reclamo de una reforma religiosa seria, como aquella que en otro tiempo supo realizar el catolicismo en Europa.
17/12/2016 13:14
07/01/2019 15:00