14/03/2025, 10.12
RUSIA
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El recuerdo de la deportación de los Balcanes

de Vladimir Rozanskij

En marzo de 1944, acusados de colaboracionismo con los nazis, decenas de miles de personas del Cáucaso fueron trasladadas por la fuerza a Asia Central y Siberia. Sólo después de 13 años se les permitió regresar a la actual república de Kabardino-Balkaria. Las conmemoraciones oficiales han evitado nombrar a Stalin y a los opresores soviéticos. Pero los historiadores locales invitan a reflexionar sobre la relación entre los rusos y los «pueblos menores».

 

Moscú (AsiaNews) - En Nalčik, capital de la república rusa del Cáucaso Kabardino-Balkaria, se celebró una conmemoración en honor del 81º aniversario de la deportación de los balcanes, la etnia turania que constituye un tercio de la población de la república, herederos del antiguo linaje búlgaro del Volga. El 8 de marzo de 1944, acusados de colaborar con las fuerzas nazis de ocupación, por orden del jefe del KGB estalinista Lavrentij Berja, toda la población balcárica de la zona fue deportada a Asia Central, la mayoría (más de 37.000 personas) a Kazajistán y Kirguistán, y unos 500 balcáricos fueron dispersados entre Uzbekistán y Siberia. Según cifras oficiales, unos tres mil de ellos murieron de hambre, heladas y enfermedades. Los supervivientes sólo pudieron regresar a sus hogares al cabo de 13 años.

La deportación fue condenada como injusta durante los años de Khruščev, y hoy viven en la república unos 100.000 balcanes. El presidente de Kabardino-Balkaria, Kazbek Kokov, recordó además el asunto como un «acto criminal de arbitrariedad y negación de toda ley y derecho, una de las páginas más trágicas de nuestra historia». Sin nombrar explícitamente a Stalin y a las autoridades soviéticas culpables de la infamia histórica, Kokov subrayó, no obstante, que hoy «los balccanes construyen su futuro en el espíritu de hermandad de la singular familia multiétnica de Kabardino-Balkaria y de toda Rusia», tratando de sacar un rédito político actual de la conmemoración.

La ceremonia tuvo lugar en el Memorial de las Víctimas Balcánicas de las Represiones en Nalčik, con todos los altos cargos de la administración local y una considerable concentración de personas. El jefe de la vecina república caucásica de Karačaevo-Čerkessja, Rašid Temrezov, envió también un mensaje de solidaridad de parte de «los karačevianos que vivieron este terrible asunto compartiendo el sufrimiento de sus hermanos balcánicos, y comprendemos bien sus sentimientos», evitando también señalar con el dedo a los opresores soviéticos. El presidente de Ingushetia, Makhmud-Ali Kalimatov, también se unió al recuerdo general de «esta dolorosa página de la historia común de los pueblos caucásicos».

En Khronika Kavkaza, el historiador Majrbek Vačagaev abordó el asunto con el periodista y disidente balcárico Adam Badt, quien advirtió que la cuestión de la responsabilidad por la deportación de los balcáricos «no es tan simple como parece, porque no es más que uno de los muchos episodios de la larga dominación rusa sobre los pueblos caucásicos, que siempre nos ha hecho responsables de la represión y el exterminio en cualquier momento y por cualquier motivo». En esta región, los rusos «siempre han sido odiados como conquistadores y tiranos, ya sea con protestas y armas en las manos, o simplemente con resentimiento en lo más profundo de sus almas». Según Badt, este asunto debería «servir de lección a todos los pueblos menores que han estado bajo el talón de los rusos».

Recordando toda la historia rusa, Vačagaev señala que «los gobernantes moscovitas siempre han necesitado hacer alguna matanza, desde los arqueros de Pedro el Grande hasta los levantamientos y revoluciones, pasando por las deportaciones masivas, como columna vertebral de la política estatal». En particular, con la represión de los Balcari, Stalin pretendía «enviar una señal a toda la población rusa, que estaba cansada de la guerra, lo que podría verse como una forma de traición».

De hecho, no existe ninguna prueba histórica de que los Balcanes hubieran colaborado con los nazis, aparte de los «testimonios» extraídos a la fuerza por los comisarios estalinistas bajo el mando de Berja, y lo mismo puede decirse de los demás pueblos caucásicos, o de los calleks y los alemanes soviéticos, que ni siquiera entraron en contacto con los invasores, pero sufrieron a su vez la represión por el mero hecho de compartir la etnia de Hitler. Como señalan los dos comentaristas, «decenas de miles más de balcánicos y turanios del Cáucaso perdieron la vida en el frente de la Gran Guerra Patria, pero no serán recordados en este año de celebraciones de la victoria rusa».

 

Foto: Marie Čcheidzeová / Wikipedia

 

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