El gender, una impostación ideológica frente a una realidad natural y antropológica
Documento del ministerio vaticano para la educación católica. En una realidad de “emergencia educativa”, el documento “quiere promover una metodología articulada en las tres actitudes del escuchar, del razonar y el proponer, que favorecen el encuentro con las exigencias de las personas y de las comunidades”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La teoría del “gender” es una impostación ideológica frente a una realidad y a un tiempo natural y antropológica, o sea la diferencia entre varón y mujer, con la consecuente negación del valor familia. Es cuanto afirma el largo documento de la
El documento examina el tema “gender” bajo el perfil de la propuesta educativa que subraya las tareas de la escuela católica y con una declarada voluntad de buscar el diálogo, con la conciencia que “siempre más difundida la conciencia conciencia en los que se refiere a los temas de la afectividad y de la sexualidad”. Es una ideología que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer. Ella prospecta una sociedad sin diferencias de sexo y vacía la base antropológica de la familia”.
Sobre el plano “razonar”, el documento detecta que “hay argumentos racionales que aclaran la centralidad del cuerpo como elemento integrante de la identidad personal y de las relaciones familiares. El cuerpo es subjetividad que comunica la identidad del ser. 23 En esta luz se comprende el dato de las ciencias biológicas y médicas, según las cuales el “disformismo sexual” ( o sea la diferencia sexual entre hombres y mujeres) está comprobado, cuales, por ejemplo, la genética, la endocrinología y la neurología” Y “las teorías psicoanalíticas muestran el valor tripolar de la relación padres/hijo, afirmando que la identidad sexual surge plenamente sólo en la confrontación sinérgico de la diferenciación sexual”.
La propuesta de la Iglesia se desarrolla, naturalmente, en el ámbito de la antropología cristiana. “Es el primer paso de esta clarificación antropológica consiste en el reconocer que “también el hombre posee una naturaleza que debe respetar y que no se puede manipular a voluntad”. Es este el fulcro de aquella ecología del hombre que nace del “reconocimiento de la peculiar dignidad del ser humano” y de su necesaria relación de su vida “con la ley moral grabada en su propia naturaleza”. “Hombre y mujer, de hecho, son dos modalidades en las cuales se expresa y realiza la realidad ontológica de la persona humana. Esta es la respuesta antropológica a la negación de la dualidad varón y mujer de la cual se genera la familia. El rechazo de tal dualidad no sólo cancela la visión creatural, pero dibuja una persona abstracta que luego elige de por sí, autonomamente algo como su naturaleza”.
La familia es por lo tanto, “un hecho antropológico y consecuentemente un hecho social, de cultura, de otro modo calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que tienen fuerza solamente en un momento de la historia y luego decaen significa traicionar el valor. La familia, en cuanto sociedad natural en la cual la reciprocidad y la complementariedad entre hombre y mujer se realizan plenamente, procede del mismo ordenamiento socio-político del Estado, la cual libre actividad legiferante debe tener en cuenta y darle el justo reconocimiento”. Y la escuela está llamada a interactuar con la familia en modo subsidiaria y a dialogar respetando la cultura. En este ´proceso educativo, central está también el reconstruir una alianza entre escuela, familia y sociedad, que pueden articular “recorridos de educación a la afectividad y a la sexualidad finalizadas al respeto del cuerpo del otro”.
Y “un Estado democrático no puede reducir la propuesta educativa a un pensamiento único especialmente en una materia tan delicada que toca la visión fundamental de la naturaleza humana y el derecho natural por parte de los padres de una libre instrucción educativa, siempre según la dignidad de la persona humana. Cada institución escolar debe, por lo tanto, dotarse de instrumentos organizativos y programas didácticos que hagan real y concreto este derecho de los padres”.
En conclusión la elección es por el diálogo al cual la Iglesia participa con la convicción que cada interlocutor “tenga algo de bueno para decir” y que, por lo tanto, sea necesario “dar espacio a su punto de vista”. “El camino del diálogo-que escucha, razona y propone- aparece como el recorrido más eficaz para una transformación positiva de las inquietudes y de las incomprensiones en un recurso para el desarrollo de un ambiente relacional más abierto y humano” mientras que “el acercamiento ideologizado a las delicadas cuestiones de género, aún declarando el respeto de la diversidad, arriesga de considerar las diferencias mismas en modo estático, dejándolas aisladas e impermeabiles la una de la otra”.
El documento afirma después la importancia para los centros educativos católicos, “de un recorrido de acompañamiento discreto y reservado”, con el cual se va al encuentro también “a quien se encuentra viviendo una situación compleja y dolorosa”.
Y en concreto “este dicasterio (ministerio) expresa, también viva gratitud y- son las palabras del Papa Francisco- alienta “a los docentes cristianos, sea que obren en escuelas católicas ya sea en escuelas estatales (...) a estimular en los alumnos la apertura al otro como rostro, como persona, como hermano y hermana que hay que conocer y respetar, con su historia, sus virtudes y defectos, riquezas y límites. La apuesta es la de cooperar en formar jóvenes abiertos e interesados a la realidad que los rodea, capaces de cuidado y de ternura”. (FP)
17/12/2016 13:14
08/09/2022 11:09
31/05/2022 15:22
02/05/2022 11:04