12/07/2023, 12.47
RUSIA
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El control de las nacionalidades en Rusia

de Vladimir Rozanskij

En vista de las pulsiones separatistas, el jefe de la Agencia Federal para Asuntos Étnicos de Rusia propone modificar el sistema de control. En la legislación rusa y en la práctica jurídica no existen criterios para clasificar los desórdenes y el descontento como "problemas entre nacionalidades", y a menudo se subestiman como "desacuerdos económicos" o "enfrentamientos callejeros".

 

Moscú (AsiaNews)- La Agencia Federal rusa para Asuntos Étnicos (FADN) ha propuesto modificar el sistema federal para el seguimiento de las relaciones entre las etnias y las religiones, y para la prevención de situaciones de conflicto. Así lo comunicó el titular de la agencia, Igor Barinov, en respuesta a las múltiples inquietudes que se están acumulando a raíz de las fuerzas separatistas e identitarias surgidas en los últimos tiempos. Los expertos están divididos en cuanto a limitarse a "ajustes técnicos" del sistema, o por el contrario cambiar radicalmente la política de nacionalidades, un tema que se  discute en Rusia desde hace siglos.

Las propuestas al respecto están siendo examinadas por todos los organismos interesados, con el objetivo de llegar a una respuesta común a fines de julio. El portal de normativa del Estado permanecerá abierto unos días más para recibir todas las sugerencias. Barinov se pronunció en contra de recurrir al sistema GISM que se utiliza para marcar los productos de cuero y permite el control y la prevención a distancia. Afirmó que "las funciones automatizadas no son realmente eficaces si no hay un sistema de control general", y que la colaboración entre las muchas estructuras federales requiere un "intercambio activo de información confidencial".

Pero de todos modos hacen falta medidas de control cada vez más estrictas, dada la ineficiencia, incluso, del "Centro de Situación" que se creó a fines del año pasado y debería controlar 88 cuestiones federales en colaboración con las autoridades locales. Se trata sobre todo de "dimensiones técnico-jurídicas", como señala el profesor de ciencias políticas Mikhail Burda. "Son decisiones importantes -explica- para optimizar el trabajo, pero no alcanzan a ofrecer una imagen fiel de la realidad". El control "automatizado" sólo sirve para elaborar informes en los cuales los funcionarios se descargan mutuamente las responsabilidades, prosigue Burda.

En cambio, según el politólogo, los datos se deberían utilizar para hacer un análisis en profundidad de los problemas etnopolíticos, y esto podría obligar a "prestar atención a las muchas situaciones que no son favorables a la burocracia que se ocupa del sector". En Rusia rige el principio de que no hay conflictos interétnicos, a pesar de los "intentos de los saboteadores", recordó Barinov en el reciente Foro Económico de San Petersburgo, y por lo tanto, a menudo "no se registran ni siquiera casos de conflictos y problemas muy relevantes".

En la legislación rusa, y en la práctica legal, no hay criterios que permitan calificar los desórdenes y descontentos como "problemas entre nacionalidades". A menudo se clasifican como "disputas económicas, enfrentamientos callejeros", o con una expresión aún más genérica, "relaciones de recíproca intolerancia que han surgido de improviso". Por eso muchos dirigen su atención precisamente a la clarificación de los criterios más que a las técnicas de vigilancia: “primero la realidad, luego las herramientas”, dice Burda.

Es muy evidente que la FADN no cuenta con los medios económicos y el personal necesarios para un trabajo tan profundo, admiten todos los expertos. Como no tiene sucursales distribuidas en el territorio, depende de los datos inciertos de las administraciones locales, que a menudo tienden a subestimar o tergiversar los problemas; según Burda "falta una voluntad política central que coordine este inmenso trabajo", lo que requeriría "una intervención del gobierno federal para establecer una política interétnica, migratoria e incluso demográfica en el contexto del conjunto de la política nacional". Todas estas cuestiones hoy están repartidas entre diferentes entidades que a menudo colaboran muy poco entre sí.

El director de la Oficina de Derechos Humanos del gobierno de Moscú, Aleksandr Brod, también intervino en el debate, y advirtió que "en un contexto tan amplio y variado como Rusia, basta una pequeña chispa para provocar un gran incendio". Cita como ejemplo los recientes enfrentamientos en varias ciudades rusas entre tayikos y uzbekos, y las violentas represiones policiales. No es suficiente reforzar los controles e intervenciones policiales, que corren el peligro de provocar un estallido en todo el imperio.

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