El Sínodo y las culturas: una Iglesia de " cada tribu, lengua, pueblo y nación ".
La primera sesión de la Asamblea sinodal concluyó con la votación del informe de síntesis que, en muchos temas, pone de relieve las convergencias, las cuestiones abiertas y las propuestas surgidas durante los trabajos en Roma. Del documento publicamos el capítulo 5 dedicado al tema de la relación entre misión e inculturación, muy significativo para muchas realidades de Asia. Señala al mundo entero la imagen típicamente asiática de "descalzarse" para ir al encuentro del otro.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La misa presidida por el Papa Francisco que cerró esta mañana la primera parte de la Asamblea sinodal fue precedida anoche por la aprobación por parte de los miembros de la Asamblea (obispos y por primera vez también una representación de sacerdotes, religiosos y laicos, hombres y mujeres de todo el mundo) del informe de síntesis, que resume los contenidos de este mes de discusiones en Roma. Se trata de un largo y articulado texto de 42 páginas que, en relación con no menos de 20 grandes temas, identifica una serie de "convergencias, cuestiones abiertas y propuestas que han surgido". Del documento publicamos el capítulo 5 dedicado al tema de la relación entre misión e inculturación, muy significativo para muchas realidades en Asia.
Una Iglesia de " cada tribu, lengua, pueblo y nación ".
Convergencias
a) Los cristianos viven dentro de culturas específicas, llevando a Cristo dentro de ellas en Palabra y Sacramento. Comprometiéndose en el servicio de la caridad, acogen con humildad y alegría el misterio de Cristo que ya les espera en todo lugar y tiempo. De este modo se convierten en una Iglesia de " cada tribu, lengua, pueblo y nación " (Ap 5,9).
b) Los contextos culturales, históricos y regionales en los que la Iglesia está presente revelan diferentes necesidades espirituales y materiales. Esto configura la cultura de las Iglesias locales, sus prioridades misioneras, las preocupaciones y dones que cada una de ellas aporta al diálogo sinodal, y los lenguajes con los que se expresan. Durante los días de la Asamblea, pudimos experimentar directamente, y sobre todo con alegría, la pluralidad de expresiones del ser Iglesia.
c) Las Iglesias viven en contextos cada vez más multiculturales y multirreligiosos, donde es esencial el compromiso en el diálogo entre la religión y la cultura junto con los demás grupos que componen la sociedad. Vivir la misión de la Iglesia en estos contextos requiere un estilo de presencia, servicio y anuncio que busque construir puentes, cultivar la comprensión mutua y comprometerse en una evangelización que acompaña, escucha y aprende. La imagen de "descalzarse" para encontrarse con el otro como iguales resonó varias veces en la Asamblea, como signo de humildad y respeto a un espacio sagrado.
d) Los movimientos migratorios son una realidad que reconfigura las iglesias locales como comunidades interculturales. A menudo, los migrantes y refugiados, muchos de los cuales cargan con las heridas del desarraigo, la guerra y la violencia, se convierten en una fuente de renovación y enriquecimiento para las comunidades que los acogen y en una oportunidad para establecer un vínculo directo con Iglesias geográficamente distantes. Frente a actitudes cada vez más hostiles hacia los emigrantes, estamos llamados a practicar una acogida abierta, a acompañarles en la construcción de un nuevo proyecto de vida y a construir una verdadera comunión intercultural entre los pueblos. El respeto de las tradiciones litúrgicas y de las prácticas religiosas de los emigrantes es parte integrante de una acogida auténtica.
e) Los misioneros han dado su vida para llevar la Buena Nueva a todo el mundo. Su compromiso es un testimonio elocuente de la fuerza del Evangelio. Sin embargo, es necesaria una atención y sensibilidad especiales en contextos en los que "misión" es una palabra cargada de un doloroso legado histórico, que hoy obstaculiza la comunión. En algunos lugares, el anuncio del Evangelio ha estado asociado a la colonización e incluso al genocidio. Evangelizar en estos contextos exige reconocer los errores cometidos, aprender una nueva sensibilidad ante estas cuestiones y acompañar a una generación que busca forjar identidades cristianas más allá del colonialismo. El respeto y la humildad son actitudes fundamentales para reconocer que nos complementamos y que el encuentro con culturas diferentes puede enriquecer la vivencia y el pensamiento de la fe de las comunidades cristianas.
f) La Iglesia enseña la necesidad y alienta la práctica del diálogo interreligioso como parte de la construcción de la comunión entre todos los pueblos. En un mundo de violencia y fragmentación, aparece cada vez más urgente el testimonio de la unidad de la humanidad, de su origen común y de su destino común, en una solidaridad coordinada y fraterna hacia la justicia social, la paz, la reconciliación y el cuidado de la casa común. La Iglesia es consciente de que el Espíritu puede hablar a través de las voces de hombres y mujeres de toda religión, convicción y cultura.
Cuestiones a tratar
g) Es necesario cultivar la sensibilidad ante la riqueza de la variedad de expresiones del ser Iglesia. Esto exige encontrar un equilibrio dinámico entre la dimensión de la Iglesia en su conjunto y su arraigo local, entre el respeto del vínculo de unidad de la Iglesia y el riesgo de homogeneización que ahoga la variedad. Los significados y las prioridades varían según los contextos, lo que exige identificar y promover formas de descentralización e instancias intermedias.
h) La Iglesia también se ve afectada por la polarización y la desconfianza en ámbitos cruciales, como la vida litúrgica y la reflexión moral, social y teológica. Debemos reconocer las causas a través del diálogo y emprender procesos valientes de revitalización de la comunión y la reconciliación para superarlas.
i) En nuestras Iglesias locales, a veces experimentamos tensiones entre diferentes formas de entender la evangelización, que se centran en el testimonio de vida, el compromiso por la promoción humana, el diálogo con las confesiones y las culturas y el anuncio explícito del Evangelio. Igualmente, surge una tensión entre el anuncio explícito de Jesucristo y la valorización de las características de cada cultura en busca de los rasgos evangélicos (semina Verbi) que ya contiene.
j) La posible confusión entre el mensaje del Evangelio y la cultura del evangelizador fue señalada como una de las cuestiones a explorar.
k) La extensión de los conflictos, con el comercio y el uso de armas cada vez más potentes, abre la cuestión, planteada en varios grupos, de una reflexión y una formación más precisas para gestionar los conflictos de forma no violenta. Se trata de una contribución cualificada que los cristianos pueden aportar al mundo actual, también en diálogo y colaboración con otras religiones.
Propuestas
l) Es necesario prestar una atención renovada a la cuestión de los lenguajes que utilizamos para hablar a las mentes y a los corazones de las personas en una gran diversidad de contextos, de manera accesible y bella.
m) Con miras a experimentar formas de descentralización, es necesario definir un marco compartido para su gestión y evaluación, identificando a todos los actores implicados y sus funciones. En aras de la coherencia, los procesos de discernimiento en el ámbito de la descentralización deben desarrollarse al estilo sinodal, previendo la participación y la contribución de todos los actores implicados en los distintos niveles.
n) Se necesitan nuevos paradigmas para el compromiso pastoral con los pueblos indígenas, en la línea de un camino juntos y no de una acción hecha a ellos o para ellos. Su participación en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles puede contribuir a una Iglesia más vibrante y misionera.
o) De los trabajos de la Asamblea surgió la demanda de un mejor conocimiento de las enseñanzas del Vaticano II, del Magisterio postconciliar y de la doctrina social de la Iglesia. Necesitamos un mejor conocimiento de nuestras diferentes tradiciones para ser más claramente una Iglesia de Iglesias en comunión, eficaz en el servicio y en el diálogo.
p) En un mundo en el que aumenta el número de emigrantes y refugiados, mientras disminuye la disposición a acogerlos, y en el que el extranjero es visto con creciente desconfianza, es conveniente que la Iglesia se comprometa decididamente en la educación a una cultura del diálogo y del encuentro, combatiendo el racismo y la xenofobia, particularmente en los programas de formación pastoral. Es igualmente necesario comprometerse en proyectos de integración de los emigrantes.
q) Recomendamos un compromiso renovado con el diálogo y el discernimiento en el ámbito de la justicia racial. Los sistemas que crean o mantienen la injusticia racial dentro de la Iglesia deben ser identificados y combatidos. Deben iniciarse procesos de sanación y reconciliación para erradicar el pecado del racismo, con la ayuda de quienes sufren sus consecuencias.
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